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| Berlusconi & Khadafi, por Matteo Bertelli | 
No parece una casualidad que en la plaza Tahrir de El Cairo algunos jóvenes cantaran, una vez que OSN Mubarak tiró la cuchara,  "no nos iremos de aquí si Gadafi y Berlusconi no dimiten también".  Muchos norteafricanos saben que el régimen del dictador libio tiene en  la Italia de Silvio Berlusconi a su gran aliado occidental y a un socio  comercial privilegiado. Desde que hace dos años Il Cavaliere y el  Coronel firmaron el Tratado de Amistad, Asociación y Cooperación,  los negocios bilaterales superan ya los 40.000 millones de euros  anuales y alcanzan todos los sectores cruciales, de la energía a la  banca o la construcción y sin faltar los acuerdos militares y de  inteligencia. Todo ello bajo el signo del bunga bunga, el rito  erótico de triste fama que, según Berlusconi, le enseñó Gadafi durante  alguno de sus coloristas y frecuentes encuentros.
El suministro de gas libio es vital para Italia, y en menor medida  para España, Alemania y Francia, y la primera alarma ha saltado hoy  porque un grupo de opositores al régimen de Gadafi, llamado 17 de  febrero (la fecha en la que prendió la mecha de los disturbios), ha  colgado en su página web un mensaje que advierte a la Unión Europea, y  "en particular a Italia" lo siguiente: "La gente de Nalut recuerda que  forma parte de un pueblo libio libre, y tras vuestro silencio sobre las  matanzas realizadas por Gadafi, ha decidido que interrumpirá desde la  fuente el flujo de gas libio hacia vuestros países, cerrando el  yacimiento de Al Wafa que lleva el gas hacia Italia y el norte de Europa  pasando por el Mediterráneo".
ENI, la empresa de energía  italiana, ha confirmado hoy que anoche ha cerrado el gasoducto  Greenstream por una "cuestión de procedimiento" ante los disturbios,  pero ha asegurado de que Italia tiene reservas suficientes para afrontar  el final del invierno.
Negocios multimillonarios
Además  del gas, son el petróleo y las gigantescas reservas de petrodólares las  grandes armas que Gadafi ha empleado para seducir a Silvio Berlusconi,  que en los últimos dos años se ha convertido en el principal paladín del  regreso del coronel a la escena internacional.
Ambos países  desarrollan en este momento un gran número de negocios millonarios,  envueltos en un gigantesco conflicto de intereses entre lo público y lo  privado, entre la alta política poscolonial y la diplomacia de los  negocios personales y estatales.
Muchas de las empresas que cotizan en 
la Bolsa de Milán  están resentidas por tan cercana relación. Esta mañana, ese parqué ha  suspendido las cotizaciones aduciendo problemas técnicos. El organismo  regulador del mercado así como los operadores bursátiles han pedido  explicaciones por la supuesta avería. Estos últimos sospechan que la  suspensión ha sido una manera de evitar que las compañías cotizantes con  intereses en Libia siguieran cayendo.
La tarea de legitimación  del otrora "perro libio" (Ronald Reagan) ha sido dura y fatigosa, a  ratos bochornosa. Y hoy se ha convertido en la gran obsesión del  Gobierno italiano, que ha reaccionado a la salvaje represión del régimen  amigo con lentitud, tibieza y ambigüedad juzgadas como "intolerables"  por la oposición, que ayer acusó a Berlusconi de haber humillado la  dignidad italiana al comprometerse con un régimen autoritario y  criminal.
Roma teme que el caos paralice o acabe con los numerosos  acuerdos firmados con el dictador libio. Hay en juego autopistas,  fútbol, helicópteros, radar, trenes, televisiones, bancos, coches,  incluso un hotel de lujo en el centro de Trípoli.
Desde que hace  dos años, el 30 de agosto de 2008, Libia e Italia firmaron en Bengasi el  tratado que cerraba un largo y tenso contencioso colonial, con solemnes  peticiones de perdón de Il Cavaliere al Coronel incluidas, Libia se ha  convertido en uno de los escenarios favoritos de inversión de las  grandes empresas italianas. Y viceversa, Gadafi ha inyectado grandes  cantidades de dinero líquido en empresas italianas siguiendo los  consejos de Berlusconi.
Todo ello, con la inmigración clandestina y  los derechos humanos como sangrante telón de fondo: el acuerdo permitía  a Italia y a la UE a devolver a Libia en masa a los inmigrantes  africanos capturados en sus aguas incumpliendo las leyes internacionales  que protegen a los peticionarios de asilo. Las denuncias de torturas,  extorsiones y malos tratos a los inmigrantes en Libia son continuas.
Negociador pirata
Según  los cables de Wikileaks, la diplomacia estadounidense cree que Gadafi,  al que define como un "negociador pirata", tiene también intereses en el  tráfico de personas y la mafia de la emigración clandestina.
La  relación entre Gadafi y Berlusconi ha merecido hasta ocho visitas del  jefe de Gobierno italiano a Libia, y cuatro devoluciones de la cortesía  por parte del Rais libio. En la primera de ellas, julio de 2009,  Berlusconi tuvo un repentino dolor de espalda que le impedía moverse.  Gadafi advirtió desde su avión que si Berlusconi no le iba a recibir al  aeropuerto no aterrizaba. Según los cables secretos, Berlusconi se tuvo  que inyectar dos calmantes para poder acudir, y en el aeropuerto estuvo a  punto de desmayarse.
Pero quizá el momento más comprometedor fue  cuando Berlusconi besó la mano del Coronel durante una exhibición  ecuestre celebrada en el cuartel de carabineros de Roma, en 2010.  Aquella vez, el líder libio amenazó a la Unión Europea con no bloquear  los desembarcos de emigrantes africanos desde sus costas si Bruselas no  sufragaba los gastos. "Libia, con el apoyo de Italia, exige a Europa al  menos 5.000 millones de euros anuales", dijo Gadafi. "Es en interés de  Europa, porque si no, mañana, el avance de inmigrantes podría  convertirla en África, en un nuevo continente negro".
Esa visita,  que conmemoraba el aniversario del Tratado, indignó también a los  católicos y las mujeres italianas porque Gadafi ofreció dos prédicas del  Islam a 500 azafatas pagadas. "Con el tratado de amistad hemos cerrado  una herida del pasado", replicó a las críticas el primer ministro  italiano, "y todo el mundo debería alegrarse de esta visita. El que no  lo haga", añadió Berlusconi, "pertenece al pasado".
Cine con Ben Ammar, banca con la Liga del Norte
El  artífice de la reconciliación entre Trípoli y Roma fue, curiosamente,  un empresario franco-tunecino: el magnate y financiero Tarak ben Ammar,  productor de cine y televisión, amigo de Berlusconi y de Gadafi, y socio  de ambos en la productora y distribuidora Quinta Communications,  fundada en 1990 por Ben Ammar.
La compañía libia Lafitrade tiene  el 10% de Quinta Communications, mientras la principal sociedad  financiera de Il Cavaliere, Fininvest, posee, tras un aumento de capital  realizado en 2009, cerca del 22%. Hace dos años, Quinta Communications y  Mediaset adquirieron cada una el 25% de la nueva televisión tunecina  Nessma TV.
Los intercambios entre Italia y Libia se han disparado  en los últimos meses. En junio, Gadafi prometió prioridad a las empresas  italianas sobre las de los demás países. Y esa prioridad parece mutua:  el dictador libio es el primer accionista, con el 7,5%, de Unicredit, el  mayor banco italiano, después de que la Libian Investment Authority  adquiriera el 2,59% del capital en septiembre pasado (el restante  porcentaje estaba en manos del Banco Central libio).
La escalada  libia sobre Unicredit coincidió con la dimisión del consejero delegado  Alessandro Profumo, y creó gran inquietud entre los analistas porque  superaba la cuota legal del 5%. La operación se interpretó como una  cesión de Berlusconi a Gadafi y, paradójicamente, como un favor a la  xenófoba Liga del Norte, su socio en el Gobierno, que con la anuencia  del capital libio aumentó su poder de decisión en el banco. Mediobanca,  en cuyo consejo se sienta Marina Berlusconi, hija del primer ministro  italiano, controla el 5,14% de Unicredit.
Los intereses más  importantes llevan el sello de ENI, el gigante energético italiano, que  realizará inversiones los próximos 20 años en Libia por valor de 18.200  millones de euros. Las dos mayores constructoras italianas, Astaldi e  Impregilo, firmaron además contratos por 5.000 millones de euros para  construir la autopista que unirá Trípoli con Egipto, un viejo sueño del  panarabista Gadafi. La sociedad estatal aeroespacial Finmeccanica se  hizo con un millonario contrato para desplegar radares en el desierto  libio que ayuden a controlar la inmigración. Libia ha adquirido  recientemente el 2% de Finmeccanica. Además, el dictador libio es dueño  hace años del 7,5% de la Juventus, el equipo de la FIAT.
Curiosamente,  Berlusconi y Gadafi han seguido cerrando tratos hasta la última semana,  cuando Roma permitió a Gazprom acceder al negocio del crudo libio, con  la venta de ENI a su homóloga rusa de una cuota del 33% en el importante  pozo petrolífero Elephant, situado 800 kilómetros al sur de Trípoli.
La  preocupación no es poca. Berlusconi ha anunciado esta mañana que  intentará llamar a Gadafi en el transcurso del día para decirle que "ya  basta de tanta sangre". La incógnita es si habrá alguien al otro lado de  la línea que le responda.