quinta-feira, 30 de julho de 2009
El sexo es peor que Marx
Hablar de sexo espanta a monseñor
Página/12
Un manual elaborado por expertos de los ministerios de Educación y Salud de la Nación dio pie a un exaltado “mensaje” del arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, quien puso si no el grito al menos el texto en el cielo, ante lo que consideró de “inspiración neomarxista”. Aún más: el Material de Formación de Formadores en Educación Sexual y Prevención del VIH/sida –que fue avalado por organismos internacionales– resulta “reduccionista” y “constructivista” para monseñor. Consultado por este diario, el flamante ministro de Educación nacional, Alberto Sileoni, advirtió que no era su intención polemizar: “El que critica Aguer es un documento que se desprende de una ley, la 26.150, de Salud Sexual Integral. Y para este ministerio la ley no es una opinión, sino una disposición normativa que da la sociedad y hay que cumplir”.
“Reduccionista”, porque la idea de la sexualidad no contempla el bien integral de la persona ni menciona el amor. “Constructivista”, porque no reconoce la existencia de una naturaleza de la persona, ni la de sus actos. Finalmente, “neomarxista”, porque interpreta la sexualidad según la dialéctica del poder. Esas son las principales falencias que Aguer achacó al Material en un comunicado dado a conocer el mismo día en que asumían las nuevas autoridades del Ministerio de Educación, comenzando por su titular, Alberto Sileoni, aun cuando la piedra (o quizá habría que decir el cuadernillo) del escándalo date de 2007, haya tenido circulación restringida en una zona del país y tuviera como destinatarios, pura y exclusivamente, a adultos formadores de otros adultos.
Aguer también encontró que la recopilación de materiales, en la cual “la ideología de género se expresa (...) con el máximo rigor”, tiene un “designio profundo”: la “‘desconstrucción’ (sic) de una concepción de la sexualidad de acuerdo con el orden natural y con la tradición cristiana”. Se trata, en suma, de un texto ateo, con espíritu coercitivo, que atropella la libertad de conciencia, la de enseñar y también la de aprender. “Resulta una especie de religión secular, ajena a la tradición nacional y a los sentimientos cristianos de la mayoría de nuestro pueblo.”
“La de monseñor es una posición conocida en ese sentido”, señaló el ministro Sileoni a este diario. “Sin ánimo de polemizar –continuó–, simplemente decimos que no creemos que sea neomarxista y ateo. No es un material que alienta la genitalidad exclusivamente. Nosotros somos el Ministerio de Educación y sostenemos la enseñanza de valores. Entre los valores que para nosotros son muy importantes está el amor, el respeto al otro, el respeto a la interioridad de las personas, a sus ideas. Y lo reitero: el ministerio se limita a cumplir con una ley nacional.”
Originalmente, el Material (en rigor, un compendio de materiales de orígenes diversos, desde instituciones internacionales hasta especialistas de Argentina y el extranjero, pasando por documentos emitidos por la OMS y organismos estatales) tenía como destino auxiliar y facilitar herramientas a formadores de docentes del Noroeste del país. Fue producido y enviado en 2007, y cumple con los lineamientos curriculares que el propio Ministerio de Educación emitió tras la construcción de consensos del Consejo Federal de Educación. “¿Por qué hacemos esto?”, se preguntó Sileoni en diálogo con Página/12 al referirse a la participación que la Ley de Educación Sexual asignó al Ministerio de Educación, y explicó: “En primer lugar, para trabajar en la prevención de enfermedades de transmisión sexual. En segundo, para tratar de trabajar, desde la escuela, en contra del embarazo temprano, que en la zona a la que fueron destinados los materiales en 2007 es del 25 por ciento. Y tercero, porque la información también disminuye la incidencia del abuso infantil. Esas son nuestras peleas, y por eso no queremos entrar en otras discusiones que distraen”.
Por su parte, la capacitadora, docente y asesora de instituciones educativas Marta Weiss, quien trabajó en la compilación del Material, señaló que “es preciso tomar distancia y no caer en la misma trampa”. “En realidad –agregó–, reduccionista es el comunicado, porque la ley nacional instala tres ejes alrededor de los cuales se nuclea todo lo demás: la integralidad de la sexualidad humana, la perspectiva de derechos humanos y el cuidado de la salud. De todas maneras, la reacción de Aguer me sorprende, porque yo misma he sido llamada por escuelas católicas, a través del ministerio, para que explicara los alcances y la implementación de la Ley de Educación Sexual, en su momento. Claro que la Iglesia no es una institución monolítica, y Aguer representa sólo uno de sus sectores.” Algo de sorpresa, reconoció Mirta Marina, coordinadora del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, despertó el exabrupto de monseñor: “Sabemos que hacer cumplir la ley es un desafío y sigue habiendo resistencias, pero esperábamos discutir por lo que estamos haciendo hoy, no por un material del que no renegamos pero que pertenece a otra etapa.”
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