quarta-feira, 24 de setembro de 2008
Efecto jazz que ya es un candombe
En su discurso en la Asamblea General de la ONU, la Presidenta defendió la intervención del Estado en la economía y repasó las consecuencias de la crisis. Reclamó a Irán por los acusados del atentado a la AMIA y al Reino Unido por Malvinas.
Por Daniel Miguez, para Página/12.
Desde Nueva York
En su primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la presidenta Cristina Kirchner defendió la intervención del Estado en la economía y tituló “efecto jazz” las consecuencias de la crisis financiera mundial generada en Estados Unidos, confrontándola con otras crisis del mismo origen pero con epicentro en países del Tercer Mundo. Fue uno de los cuatro ejes dominantes en su discurso de 15 minutos que, como es habitual, no leyó. Los otros ítems importantes que abordó fueron el pedido a Irán para que acceda a que los acusados de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA sean juzgados en la Argentina, el reclamo a que los países que aún no firmaron el tratado contra la desaparición forzada de personas, lo hagan y, paralelamente, que se cree un banco de datos genéticos para identificar a las víctimas de ese delito, y renovó el reclamo al Reino Unido para que reconozca la soberanía argentina sobre las islas Malvinas.
La Presidenta comenzó hablando de derechos humanos ante un auditorio que ocupaba un 60 por ciento de los asientos disponibles y lamentó que sólo cuatro países (Argentina, Albania, México y Honduras) hayan firmado hasta el momento el tratado sobre desaparición forzada de personas de la ONU, impulsado justamente por Argentina. Inmediatamente instó a crear bancos de identidad genética “para dar cuenta de las violaciones a los derechos humanos y poder identificar a las víctimas”. En ese marco elogió la labor de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Al vincular la cuestión de los derechos humanos con el atentado a la AMIA, a través de “la lucha contra la impunidad”, pidió a Irán “acceda a que la Justicia argentina pueda juzgar en juicios públicos, transparentes y con las garantías que da un sistema democrático, a aquellos ciudadanos que han sido acusados”.
“En mi país esos ciudadanos tendrán un juicio justo, público y oral con todas las garantías y también el contralor de la comunidad internacional, inevitable y muy bueno además por la gravedad de los hechos”, completó.
Respecto de este punto cuando la Presidenta terminó su discurso fue saludada por familiares de las víctimas del atentado a la AMIA. Luego, en diálogo con Páginai12, Sergio Burstein, Luis Czyzewski y Daniel Komarovsky, así como el vicepresidente de la DAIA, Angel Schindel, se mostraron satisfechos por el discurso, pero reclamaron que Argentina suspenda el intercambio comercial con Irán y trabaje para que los países de la región apoyen el reclamo argentino.
Tal como lo había manifestado el lunes en el Council on Foreign Relations, la Presidenta insistió en la ONU con la necesidad de “volver a reconstruir una multilateralidad que se ha perdido y que ha tornado al mundo mucho más inseguro” y pidió una reformulación de las Naciones Unidas “para poderle dar funcionalidad, operatividad y esencialmente resultados a las intervenciones que realice este organismo”. Y a modo de ejemplo de lo que debería hacerse, recordó las intervenciones de la OEA y la Unasur ante el conflicto entre Colombia y Ecuador y la inestabilidad en Bolivia, respectivamente.
En tren de pedir cambios en los organismos internacionales también extendió las críticas a los centros de financiamiento como el FMI o el Banco Mundial que centraron “en la economía de ficción y en el mundo de las finanzas el centro de la generación de riqueza”.
“Hoy ya no pueden hablar del efecto caipirinha o del efecto tequila, del efecto arroz, o del efecto que siempre denotaba que la crisis venía de los países emergentes hacia el centro. Hoy, si tuviéramos que ponerle un nombre, deberíamos decir tal vez el efecto jazz, el efecto que va desde el centro de la primera economía del mundo y se expande hacia todo el mundo”, señaló.
Quizá respondiendo a las críticas que recibió en la Argentina por sus últimas referencias a la crisis financiera mundial, afirmó: “No nos pone contentos ni alegres esta situación, por el contrario, la consideramos también una oportunidad histórica para poder revisar comportamientos y políticas”. Fue en ese tramo del discurso cuando sostuvo que “se nos dijo a los países de la región de la América del Sur que el mercado todo lo solucionaba, que el Estado no era necesario, que el intervencionismo estatal era nostalgia de grupos que no habían comprendido cómo había evolucionado la economía. Sin embargo, se produce la intervención estatal más formidable de la que se tenga memoria precisamente desde el lugar donde nos habían dicho que el Estado no era necesario, en el marco además de un fenomenal déficit fiscal y comercial”. Después se explayó en los pasos dados por su gobierno y el de Néstor Kirchner para desendeudar la país.
Finalmente, como es de rigor en cualquier foro internacional, la Presidenta reclamó los derechos soberanos sobre las Islas Malvinas. Dijo que el Reino Unido, “una de las principales naciones del mundo en la defensa de la libertad, de los derechos humanos y de la democracia, debe dar testimonio concreto de que no solamente es un discurso sino que está convencido de que es necesario terminar con esta vergüenza que significa, en pleno siglo XXI, un enclave colonial”.
La Presidenta tuvo un buen escenario para su discurso porque habló poco después de que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el de Francia, Nicolas Sarkozy. Tuvo el turno número 10 en la lista de oradores.
De regreso en el hotel, almorzó y se abocó a las otras dos actividades que la esperaban: la inauguración en la ONU de la muestra Madres de Plaza de Mayo: 30 años (ver aparte) y una reunión con el presidente de Austria, Heinz Fischer.
Se juntaron en el hotel Four Seasons, donde ambos se alojan. Al término del encuentro el canciller Jorge Taiana informó que “si bien el domingo habrá elecciones en Austria, Fischer nos aseguró que cualquiera sea el resultado de los comicios la relación con la Argentina va a seguir siendo muy buena”. Fischer también felicitó a la Presidenta por la decisión de cancelar la deuda con el Club de París, del cual Austria forma parte, y le dijo que eso era una muestra de “la recuperación de la Argentina”, contó Taiana.
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