DANIEL PAZ & RUDY:
Por Fernando Cibeira
Desde Pittsburgh, para Página/12
El G-20 se convirtió desde ayer en el organismo que se ocupará de la situación económica mundial, desplazando a otras “G”, como el G-8 o el G-14. En su primera definición como foro permanente, entonces, el G-20 se pronunció por políticas que resguarden el empleo decente, promovió regulaciones a los bancos de inversión y paraísos fiscales y avanzó en la reformulación del FMI y el Banco Mundial. “Hay que dar vuelta la página a una era de irresponsabilidad y adoptar una serie de políticas, regulaciones y reformas para hacer frente a las necesidades de la economía global del siglo XXI”, sostuvieron los presidentes en el primer punto del documento final. La reunión de ayer en Pittsburgh quedó marcada por la influencia de Obama y el creciente poder chino y de los países en vías de desarrollo en general, que van logrando colar sus puntos de vista.
La decisión de convertir este grupo como la G principal fue anunciado por Obama en la cena de apertura del jueves a la noche, todo un dato frente a los países –principalmente los europeos– que preferían un más manejable G-14, con lo que Argentina quedaba afuera. Incluso, a nadie le pasó por alto el gesto que apenas hecho el anuncio comenzó dándole la palabra a los presidentes de Corea y de Australia, otros dos que hubieran sido desplazados. La Casa Blanca sacó un comunicado calificando el acuerdo alcanzado como “histórico”.
“Trae a la mesa a los países necesarios para construir una economía global más fuerte y equilibrada, reformar el sistema financiero y mejorar la vida de los más pobres”, se congratuló la oficina de Obama.
Cristina Kirchner ayer le agradeció al presidente norteamericano. “Sé que su posición fue muy importante para que el G-20 continúe”, le dijo cuando se cruzaron al momento de las fotos. “Usted déjelo en mis manos que yo lo hago”, le respondió el norteamericano. La broma provocó las risas de la imagen en la que se ve a ambos abrazados.
El G-20 nació a fines de los noventa para dar respuesta a las consecuencias generadas por las crisis rusa y de Asia. Argentina, como poco después pudo verificarse, había sido una de las economías más afectadas. Al grupo lo conforman los ocho países más industrializados, diez emergentes, Australia y la Unión Europea. España hasta ahora participó como invitado y tiene asegurada su inclusión para los encuentros del año que viene porque presidirá la UE. Fueron fijadas una cumbre para junio del año que viene en Canadá y otra en noviembre en Corea. Además, adelantaron un encuentro en 2011 en Francia. Los presidentes reunidos aquí ayer definieron al grupo como “el principal foro para la cooperación económica internacional”.
Yes, we can
Los presidentes se encontraron desde la mañana en el Centro de Convenciones David Lawrence, de Pittsburgh, una moderna y enorme edificación a orillas del río Allegheny, que cruza el centro de la ciudad. El “¿Por qué Pittsburgh?” es una pregunta que figuraba en varios folletos que se repartieron en la cumbre. La ciudad, ubicada en el estado de Pensilvania, es conocida como “la ciudad del acero”. En los setenta tenía altos índices de contaminación y para peor sufrió duro la crisis internacional de ese momento. Pero con el tiempo se reconvirtió de una manera espectacular, congeniando la instalación de muchas empresas, varias de ellas tecnológicas, con el mantenimiento de altos estándares de “energía verde”. Incluso, en los alrededores se replantaron miles de árboles que habían sido devastados por la explotación. La combinación fascinó a Obama, que ya en su campaña puso a la ciudad como ejemplo de desarrollo y ahora la designó sede de esta cumbre, obligando a los presidentes a recorrer los 600 kilómetros que la separan de Nueva York, a donde habían viajado para participar de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En la previa, la Cumbre del G-20 llegaba con el telón de un supuesto tironeo entre los países que sostenían que ya había que frenar las medidas de estímulo porque lo peor de la crisis había pasado y quienes consideraban que había que continuar inyectando fondos porque se corría el riesgo de perder lo avanzado. También acerca de la necesidad de establecer regulaciones a los bancos y a los famosos bonus que cobran los banqueros. Sin embargo, en la reunión, esas diferencias no se notaron. Todos coincidieron en mantener las políticas para establecer “un crecimiento mundial más equilibrado”. “Queremos crecimiento sin ciclos extremos y mercados que fomenten la responsabilidad, no la temeridad”, sostuvieron.
En la conferencia de prensa de cierre, Obama aseguró que el G-20 adoptó “duras” regulaciones financieras para garantizar que la crisis no pueda repetirse y garantizar el desarrollo a largo plazo.
El trabajoso documento final que fue negociado por los representantes de los presidentes en varios encuentros y terminado de pulir en estos dos días de cumbre tiene varios puntos referidos al Fondo Monetario. El más sustancioso modifica la cuota de poder dentro del organismo: los países más desarrollados se comprometen a ceder el 5 por ciento de sus votos a los países en vías de desarrollo. Respecto del Banco Mundial, la cesión será del 3 por ciento. “Es una victoria espectacular”, celebró el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
En la comitiva argentina, y pese a que era un reclamo que habían levantado en las reuniones previas, no se festejó tanto porque no significa ningún cambio en la representación. Es que la constitución del FMI se basó en los Productos Brutos de los países luego de la Segunda Guerra Mundial y en aquel entonces Argentina tenía un mayor porcentaje del PBI mundial que ahora. El beneficio aprobado ayer será principalmente para los integrantes del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), en ascendente poder mundial.
Por otro lado, el FMI fue confirmado como el organismo que debe encargarse de monitorear y ayudar a los países miembro del G-20 respecto de su situación económica. Alérgicos a cualquier inspección del Fondo, los funcionarios argentinos aseguraban que esta iniciativa no modifica la actual situación, porque se había sacado el párrafo donde se consideraba que esas modificaciones eran obligatorias.
Una intervención final de la canciller alemana Angela Merkel terminó levantando un extenso párrafo en el que dejaba en claro que los países desarrollados solventarían el recambio energético en los países más pobres para ayudar a resolver el cambio climático. Merkel cuestionó el texto y Obama concedió que era una cuestión compleja. Quedaron que en una próxima reunión de los ministros de Economía, que se hará en noviembre, se resolvería sobre esta cuestión.
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