quinta-feira, 28 de agosto de 2008
El nivel de vida determina la salud de las personas
La justicia social no es sólo una cuestión ética, sino de vida y muerte, advierte la OMS.- Cuatro de cada cinco ciudadanos carece de seguridad social en el mundo.
No existe ninguna razón biológica para que la esperanza de vida varíe hasta más de 40 años de un país a otro, o para que varíe varias decenas de años en una misma ciudad dependiendo del barrio en el que uno viva. Las condiciones sociales en las que las personas nacen, crecen, trabajan y envejecen determinan su buena o mala salud. Esta es la principal conclusión de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentado hoy en Ginebra tras tres años de trabajo.
"La combinación nefasta de circunstancias económicas injustas y políticas sociales pobres está matando a la gente a gran escala", ha asegurado el presidente de la Comisión de la OMS, Michael Marmot, en la presentación de la investigación, titulada Informe sobre Determinantes Sociales de la Salud. La Comisión de la OMS es una red mundial de instancias normativas, investigadores y organismos de la sociedad civil que la Organización Mundial de la Salud creó en 2005.
El informe pone de manifiesto que la esperanza de vida varía radicalmente entre los países ricos y los más pobres, y dentro de cada país viven menos los más desfavorecidos.
La esperanza de vida al nacer de las mujeres en Japón, de 86 años, duplica a la que tienen las mujeres al nacer en Zambia, que es de sólo 43 años. Si la tasa de mortalidad infantil es de 2 por 1.000 nacidos vivos en Islandia, ésta aumenta hasta más de 120 por 1.000 nacidos vivos en Mozambique. Y si el riesgo de muerte materna durante el parte o poco después de él es de sólo una por cada 17.400 mujeres en Suecia, llega hasta una de cada ocho en Afganistán.
Las diferencias también se aprecian claramente dentro de un mismo país, y así, en Bolivia la tasa de mortalidad infantil de los bebés de madres que no han cursado estudios supera los 100 por 1.000, mientras que la de los bebés de madres que tienen al menos educación secundaria es inferior a 40 por 1.000.
En Australia, la esperanza de vida de los aborígenes es de 59,4 años para los varones y 64,8 para las mujeres, edades muy inferiores a la de los australianos no aborígenes (76,6 y 82 años, respectivamente). En Glasgow (Escocia), la esperanza de vida de los varones en el barrio de Calton es de 54 años, 28 años menos que los de Lenzie, a pocos kilómetros de distancia.
Hacia el objetivo de la equidad sanitaria
Los autores del informe instan a los gobiernos, a la sociedad civil y a la OMS y a otras organizaciones a unirse para adoptar medidas encaminadas a mejorar la vida de los ciudadanos, y plantean el objetivo de lograr la equidad sanitaria "en el lapso de una generación". "Pero si continuamos como hasta ahora, no tenemos ninguna posibilidad de lograrlo", advierten.
"El desarrollo de la primera infancia determina de forma decisiva las oportunidades en la vida de una persona y la posibilidad de gozar de buena salud", indican. Unos 200 millones de niños en el mundo no se desarrollan plenamente, lo que tiene enormes consecuencias para su salud. "Una buena alimentación es fundamental y empieza en el útero materno, lo que exige que la madre se alimente correctamente".
Por otra parte, el lugar donde vive la gente afecta a su salud y a sus posibilidades de tener una vida próspera. Por ello, plantean que "para alcanzar la equidad sanitaria es esencial que haya comunidades y barrios que tengan acceso a bienes básicos, gocen de cohesión social y hayan sido concebidos para promover el bienestar físico y psicológico y protejan el medio ambiente".
En el plano laboral, "las malas condiciones de trabajo pueden hacer que el individuo se vea expuesto a toda una serie de riesgos físicos para la salud, que tienden a concentrarse en los trabajos de nivel inferior".
Los autores consideran que extender la protección social a toda la población en todo el mundo constituye un paso decisivo para alcanzar la equidad sanitaria en una generación. En la actualidad, cuatro de cada cinco personas en el mundo carece de seguridad social. Respecto a la atención sanitaria, consideran que "es un bien común, no un producto comercial", por lo que recomiendan financiar el sistema de salud "mediante impuestos o un seguro universal obligatorio".
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