Mostrando postagens com marcador Latifúndio. Mostrar todas as postagens
Mostrando postagens com marcador Latifúndio. Mostrar todas as postagens
quarta-feira, 25 de maio de 2011
Fim do mundo é remarcado para outubro
O fim do mundo ainda está por chegar, só que pouco depois que o previsto, disse na tarde desta segunda-feira a uma emissora de rádio um pregador cristão, cuja previsão, de que o Dia do Juízo Final deveria acontecer no sábado passado, fracassou estrondosamente.
"Não estamos mudando a data em absoluto, só entendemos que temos que ser um pouco mais espirituais com relação a isto", disse Harold Camping, pregador de 89 anos, fundador da rádio evangelizadora Family Radio. Mas em 21 de outubro, o mundo será destruído. Não serão cinco meses de lenta destruição. Acontecerá tudo de uma vez", advertiu o religioso americano.
CP
Nota do Blogue: Camping está enganado. O fim do mundo não acontecerá tudo de uma vez. Começou ontem com a aprovação do novo código florestal, na Câmara dos Deputados.
terça-feira, 21 de dezembro de 2010
AGRICULTURA FAMILIAR X EMPRESARIAL
![]() |
Foto de Sebastião Salgado |
"O MST não estará entre os grandes temas envolvendo o agronegócio. O embate entre agricultura familiar e empresarial, sim".
Denise Nunes
sexta-feira, 9 de julho de 2010
A lei da selva

...
Os ruralistas são campeões do fato consumado. Primeiro, estrategicamente, desobedecem a lei. Depois, trabalham para que ela seja alterada. E ainda se queixam do MST e pedem segurança jurídica. Esse novo Código Florestal, defendido pelo relator do projeto, o parlamentar ruralista Aldo Rebelo, se aprovado, será um extraordinário retrocesso. Tem muito água para rolar antes de isso acontecer: aprovação pelo plenário da Câmara, Senado e sanção do presidente. Por enquanto, é uma manobra eleitoral, politicagem pura e assustadora. A legislação atual precisa ser melhorada? Certamente. A proposta aprovada pela tal Comissão Especial traz melhorias? Pouquíssimas. A malandragem é muito grande.
...
Artigo de Juremir Machado da Silva publicado no Correio do Povo em 09 de julho de 2010.
Leia o texto completo AQUI.
sábado, 22 de agosto de 2009
ALIÁS, NEM SEI DIREITO O QUE ESTAVA FAZENDO LÁ...
quarta-feira, 10 de junho de 2009
Agro y violencia de clase
Foto de Sebastião Salgado:

Por Claudio Scaletta, para Página/12
Desde el sentido común de las clases medias y altas suelen asociarse los comportamientos sociales desaforados a los sectores populares. La imagen tradicional va desde una movilización de de-socupados, a un acto sindical o la salida de la popular de la cancha de fútbol. Es entonces, frente al avance de las hordas, cuando los buenos vecinos cierran las persianas de sus comercios y moradas, y el aluvión zoológico mete, a sus anchas, las patas en la fuente.
Pero desde los inicios de la revuelta campera los representantes de las corporaciones agropecuarias se las ingeniaron para subvertir su propio sentido común de clase. Primero se apropiaron de la metodología de reacción utilizada por los sectores más castigados por las políticas de exclusión de los ‘90: los cortes de ruta. De la desazón de las clases medias urbanas en 2001 tomaron las cacerolas; ahora con teflón y en manos de “la muqui”. De la desesperación de los hijos de desaparecidos por la impunidad arrebataron los escraches.
La banalización de los instrumentos de protesta social requirió un elemento adicional: el doble estándar moral. El titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, fue diáfano cuando demandó que en los piquetes se distinga el color de piel de los unos y los otros. Los medios de comunicación tomaron la posta y sólo se irritan cuando el tránsito lo cortan los morochos. Cuando las camionetas full equipe bloquean rutas y desabastecen ciudades es otra cosa.
Para las corporaciones agropecuarias y la dirigencia política que pugna por su representación, ir hasta los hogares de quienes piensan distinto a insultar y golpear, agredir físicamente a los candidatos del partido contrario, irrumpir con improperios en actos políticos o tratar de “pelotudo” a un ex presidente, son actos que pueden merecer reprobación formal, pero también comprensión. Todo vale cuando el objetivo supremo es pagar menos impuestos.
Mientras las “autoconvocadas” hordas camperas pegan, escupen, huevean, patotean e insultan a los que no piensan como ellos, su ala intelectual construye un relato de democracias, instituciones y repúblicas acosadas. Si el Gobierno defiende su modelo desde el atril, confronta y se crispa, si no acepta las imposiciones de las corporaciones, rechaza el diálogo y el consenso. Si establece un mecanismo tributario para compensar precios internos y redistribuir ganancias extraordinarias, atenta contra la propiedad privada y la seguridad jurídica. La derecha siglo XXI se renueva poco; las manifestaciones populares continúan siendo acarreos de ganado en aras del choripán. La culpa, dicen, es de la incultura y por eso pide más educación, pero arancelada.
Mientras tanto, en seis años, la actual administración nunca apeló al ejercicio de la violencia legítima desde el aparato represivo del Estado. No lo hace para contener la protesta social por los pendientes del modelo y, sin doble estándar, tampoco para responder a la creciente violencia corporativa de los empresarios del campo.
jaius@yahoo.com

Por Claudio Scaletta, para Página/12
Desde el sentido común de las clases medias y altas suelen asociarse los comportamientos sociales desaforados a los sectores populares. La imagen tradicional va desde una movilización de de-socupados, a un acto sindical o la salida de la popular de la cancha de fútbol. Es entonces, frente al avance de las hordas, cuando los buenos vecinos cierran las persianas de sus comercios y moradas, y el aluvión zoológico mete, a sus anchas, las patas en la fuente.
Pero desde los inicios de la revuelta campera los representantes de las corporaciones agropecuarias se las ingeniaron para subvertir su propio sentido común de clase. Primero se apropiaron de la metodología de reacción utilizada por los sectores más castigados por las políticas de exclusión de los ‘90: los cortes de ruta. De la desazón de las clases medias urbanas en 2001 tomaron las cacerolas; ahora con teflón y en manos de “la muqui”. De la desesperación de los hijos de desaparecidos por la impunidad arrebataron los escraches.
La banalización de los instrumentos de protesta social requirió un elemento adicional: el doble estándar moral. El titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, fue diáfano cuando demandó que en los piquetes se distinga el color de piel de los unos y los otros. Los medios de comunicación tomaron la posta y sólo se irritan cuando el tránsito lo cortan los morochos. Cuando las camionetas full equipe bloquean rutas y desabastecen ciudades es otra cosa.
Para las corporaciones agropecuarias y la dirigencia política que pugna por su representación, ir hasta los hogares de quienes piensan distinto a insultar y golpear, agredir físicamente a los candidatos del partido contrario, irrumpir con improperios en actos políticos o tratar de “pelotudo” a un ex presidente, son actos que pueden merecer reprobación formal, pero también comprensión. Todo vale cuando el objetivo supremo es pagar menos impuestos.
Mientras las “autoconvocadas” hordas camperas pegan, escupen, huevean, patotean e insultan a los que no piensan como ellos, su ala intelectual construye un relato de democracias, instituciones y repúblicas acosadas. Si el Gobierno defiende su modelo desde el atril, confronta y se crispa, si no acepta las imposiciones de las corporaciones, rechaza el diálogo y el consenso. Si establece un mecanismo tributario para compensar precios internos y redistribuir ganancias extraordinarias, atenta contra la propiedad privada y la seguridad jurídica. La derecha siglo XXI se renueva poco; las manifestaciones populares continúan siendo acarreos de ganado en aras del choripán. La culpa, dicen, es de la incultura y por eso pide más educación, pero arancelada.
Mientras tanto, en seis años, la actual administración nunca apeló al ejercicio de la violencia legítima desde el aparato represivo del Estado. No lo hace para contener la protesta social por los pendientes del modelo y, sin doble estándar, tampoco para responder a la creciente violencia corporativa de los empresarios del campo.
jaius@yahoo.com
sexta-feira, 18 de abril de 2008
“A Argentina é um laboratório a céu aberto”

CARTA MAIOR:
Segundo Marie-Monique Robin, depois do “paro” agrário argentino, promovido fundamentalmente pelos grandes produtores de soja do país, o latifúndio sojeiro deveria ser a principal questão de debate para a sociedade. A Argentina está ameaçada pela soja, disse a jornalista e documentarista à Carta Maior.
Clarissa Pont
RESISTÊNCIA, Argentina – Marie-Monique esteve esta semana na cidade argentina de Corrientes para apresentar o documentário de 2004, "Os esquadrões da morte - a escola francesa" e participar dos processos contra militares locais que atuaram durante a ditadura militar. No entanto, em Resistência, a jornalista francesa falou sobre o “paro” agrário, a produção de soja transgênica em países da América Latina e sobre seu novo documentário, fruto de três anos de investigação, “Le monde selon Monsanto” (O Mundo segundo a Monsanto). O documentário e o livro homônimo contam o avanço do plantio de soja pelo mundo e as perigosas ligações da indústria com governos, cientistas e jornalistas.
O Rio Paraná divide as duas capitais de províncias argentinas, de um lado está Corrientes e do outro, Resistência, no Chaco. Marie-Monique percorreu os poucos minutos que separam as cidades para apresentar trechos de ambos documentários no Museu de Imprensa de Resistência. Na ocasião, falou à Carta Maior. “A soja transgênica chegou ao país por uma debilidade, para não dizer outra palavra, do Governo Menem. A Monsanto entrou no país sem nenhuma lei que regulamentasse o plantio, sem estudos, sem nada. No Paraguai, é a mesma situação”, explica.
Hoje, mais da metade da área agricultável da Argentina está coberta pelas sementes transgênicas da Monsanto, regularmente pulverizadas desde aviões por Roundup. “Muitos campesinos estão deixando o campo porque seus cultivos são fumigados, as frutas que comemos aqui estão contaminadas pelo veneno da Monsanto. É terrível, e o governo ainda não entendeu o risco”. Marie-Monique contou que entrevistou o presidente da Federação Agrária em 2006 para a realização do documentário.
“É lamentável o que os grandes produtores estão fazendo aqui. A eles não interessa o futuro da terra. O fato de Eduardo Buzzi ter apoiado o paro assusta um pouco, porque quando eu o entrevistei ele estava preocupado com a situação do país”. Os últimos dados que constam nas documentações de Marie-Monique confirmam que a produção de arroz e de legumes baixou de modo significativo nas terras argentinas.
“Le monde selon Monsanto”, lançado junto a um livro de mesmo nome, ainda não tem previsão de chegar ao Brasil. Segundo a autora, uma editora nacional estaria começando a traduzir a publicação apenas. “Através das patentes da Monsanto, o que se pretende é tomar as sementes do mundo. Por desgraça, a Argentina é, nesse momento, um laboratório a céu aberto”. O documentário ainda cataloga ações da Monsanto para divulgar estudos científicos duvidosos que apóiam suas pesquisas e produtos. Segundo dados da jornalista, em 2007, havia mais de 100 milhões de hectares plantados com sementes geneticamente modificadas, metade nos EUA e o restante em países emergentes como a Argentina, a China e o Brasil.
O documentário anterior de Marie-Monique mostra entrevistas realizadas por ela onde militares argentinos reconhecem ter aplicado técnicas de tortura e de desaparecimento importadas da França durante a Ditadura no país. Com entrevistas, imagens de arquivo e documentos, “Os esquadrões da morte” relata como os franceses ensinaram aos militares da América Latina métodos de tortura desenvolvidos na Argélia e na Indochina. Os depoimentos dos generais argentinos Ramón Díaz Bessone, Reynaldo Bignone e Albano Harguindeguy são impactantes e têm ajudado na incriminação de diversos algozes da Ditadura Argentina.
Quando perguntada como conseguiu que os generais lhe concedessem tais entrevistas, Marie-Monique não deixa sombra de dúvida. “Eu enganei esses senhores”, responde. O documentário é resultado de dois anos de trabalho.
Assinar:
Postagens (Atom)