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domingo, 17 de março de 2013

A IGREJA CATÓLICA EM XEQUE


"Da minha experiência, pedofilia na verdade é uma doença. Não é uma condição criminosa, é uma doença".

Declaração do cardeal sul-africano Wilfrid Fox Napier, arcebispo de Durban, que ajudou a eleger o papa Francisco esta semana, à BBC. Para ele a pedofilia era um "distúrbio" que necessitava de tratamento.

Fonte da Imagem AQUI.

quarta-feira, 10 de junho de 2009

Una cifra que duele: en el mundo hay 218 millones de niños que trabajan


Alrededor de 218 millones de niños trabajan en todo el mundo, de los cuales unos 126 millones, es decir, uno de cada doce, están expuestos a las peores formas de trabajo infantil, ya sea servidumbre, trabajos forzosos o explotación sexual.

El trabajo infantil afecta a unos 5,7 millones de niños en Latinoamérica, en sectores tan dispares como la agricultura (1,32 millones de menores de entre 5 a 14 años), el servicio doméstico (175.000), la pesca, el sector manufacturero, la explotación sexual o como niños soldado (30.000).

Así lo afirmó el director de la Oficina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en España, Juan Hunt, en una conferencia de prensa en Madrid con motivo de la celebración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemorará el viernes.

La mayoría de los niños que trabajan en América Latina lo hace para sus familias y no percibe ningún sueldo, y las niñas son las más afectadas, ya que, en general, las oportunidades que se les ofrecen en el mercado laboral remunerado son peores que las de los varones.

Hunt indicó que se trata de "un problema gravísimo en todo el mundo" y aseguró que los países más propensos al trabajo infantil "hipotecan su presente y su futuro" y vaticinó que la actual crisis económica global aumentará estas cifras de trabajo infantil. "Estamos claramente en una crisis de empleo. Sin duda alguna, la crisis afecta al trabajo infantil y va a suponer que los números van a incrementarse porque afecta a todo el entorno de la sociedad", añadió.

La OIT celebra el Día Internacional contra el Trabajo Infantil coincidiendo con el 90º aniversario de su nacimiento y el décimo de la puesta en marcha del Convenio 182, referente a las Peores Formas de Trabajo Infantil, ratificado por 169 de los 181 países miembro de esta agencia de la ONU.

Crítica Digital

quarta-feira, 5 de novembro de 2008

“Penalizan la pobreza”


Organizaciones de Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay presentaron ante la CIDH un duro informe sobre niños y niñas judicializados. “Persisten el maltrato y la tortura”, afirman.

Por Carlos Rodríguez, para Página/12

Cuatro coaliciones de ONG de Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay presentaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA un duro informe sobre el funcionamiento del régimen penal juvenil en los países del Mercosur. Más allá de las diferencias en la legislación vigente en los cuatro países, las ONG coincidieron en señalar que en todos los casos “se violan tratados internacionales que tienen más de una década de vigencia”, que “no hay programas socioeducativos” para ayudar a la reinserción de los sectores postergados, que “persisten el maltrato y la tortura” en los lugares de detención para jóvenes y que en el marco de “una democracia que aún es frágil” a los “niños y niñas no se los reconoce como ciudadanos”. Los delegados de las ONG dijeron que “control social, penalización de la pobreza y privación de libertad son políticas públicas que aplican los estados de Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil hacia los niños, niñas y adolescentes que habitan sus territorios”. La presentación se hizo en coincidencia con el debate, en la Argentina, sobre una posible baja en la edad de imputabilidad.

Durante la audiencia, que se hizo a fines de octubre en la ciudad de Washington, sede de la CIDH, el colectivo de ONG del Mercosur actualizó un informe anterior, entregado en marzo de 2007, sobre la situación de los chicos menores de 18 años que están privados de su libertad en la región. En su exposición, Soledad Cáceres, de la Coordinadora de Paraguay, afirmó que hay “una gran brecha en el campo de los derechos humanos, entre el posicionamiento internacional que han tenido nuestros países al momento de firmar y ratificar los tratados internacionales” en la materia “y las realidades que hemos observado en nuestras naciones”.

En el caso de Argentina, que en 1994 incorporó la Convención sobre los Derechos del Niño a su Constitución, la situación planteada fue la siguiente: “La pobreza entre niños, niñas y adolescentes menores de 13 años ascendía al 40 por ciento (...), y al 63 por ciento –en el caso más crítico– en la provincia de Corrientes”. El informe, con datos de 2007, aseguró que hay “más de 20 mil adolescentes privados de libertad, el diez por ciento por causas penales y el resto por situaciones de vulnerabilidad y pobreza”. También se denunciaron “condiciones de detención infrahumanas, muertes en institutos y comisarías, y vulneraciones de derechos”.

“Estamos hablando de cuestiones vinculadas con situaciones de delincuencia, pero entendemos que en realidad el proceso punitivo por parte de los estados excedió ese tema y lo que nosotros vemos” es que “lo que se ejerce es una penalización de la pobreza”, declaró ante la CIDH Nora Pulido, del Colectivo de Infancia de Argentina. Pulido sostuvo que las políticas públicas en materia de infancia y adolescencia “están imbuidas por una lógica de control social” y por eso es necesario “un desarrollo de garantías hacia esa población, frenando de esa manera la discrecionalidad del Estado”.

También expuso Darío Abdala, de la Asociación de Abogados y Abogadas del Noroeste Argentino en DD.HH. y Estudios Sociales (Andhes). Dijo que “la privación de libertad es la principal respuesta que hoy tienen nuestros estados a la hora de enfocar la problemática” juvenil. Precisó que los datos estadísticos dicen que “los niños, niñas y adolescentes privados de libertad representan el 57 por ciento, en el caso de Uruguay, del total de personas que entran al sistema penal, y el 29 por ciento en el caso de la Argentina”. El representante del Comité por los Derechos del Niño de Uruguay, Luis Pedernera, advirtió que “la excepción se convierte en regla”, en relación con la privación de libertad de los jóvenes.

La CIDH está preparando un informe sobre régimen penal, en la infancia y en general, que será dado a conocer antes del 5 de diciembre próximo.

quarta-feira, 27 de agosto de 2008

Un niño de 3 años sabe muchas cosas


Que el sol es de fuego, que la Luna queda lejos. Todavía no distingue a quién quiere embaucarlo. Pero denle tiempo, porque el niño sabe.

Por Josefina Licitra.

Sabe que hay animales que comen plantas y otros que comen carne, y que los elefantes –aunque no comen carne– son peligrosos porque pueden pisotearte sin querer: una forma de enterarte de que los buenos también son capaces de hacer daño.

Sabe que su color preferido es el rojo, que preferido es igual que favorito, y que favorito es lo que más les gusta a las personas sobre la faz de la tierra. Le enseñaron que vive en el planeta Tierra, en el país Argentina, en la calle Ramón Falcón.

Que las calles se cruzan cuando enciende el color verde y que adentro de los autos hay que usar el cinturón. Cuando pasa por su esquina, un niño de tres años es capaz de distinguir a un policía de una puta: la puta tiene tetas grandes y sonríe cuando el niño la saluda. El policía, bueno, el policía sólo hace caritas en las propagandas sobre el tránsito: sabe entonces un niño, a los tres años, que lo que dice la tele puede no ser cierto y que mirar la tele es, en última instancia, un ejercicio de fe. Uno elige en qué creer y entonces él confía en la existencia de Pucca, Kung Fu Panda, los Backyardigans y Marcelo Tinelli.

Después de confiar, pide productos. Y entiende, o al menos va entendiendo, que el precio de tener algún juguete suele ser perversamente alto: los juguetes se compran con dinero, el dinero se compra con trabajo de sus padres y el trabajo significa que ese niño, durante varias horas, a lo largo de muchos días, está sin sus papás. Así aprende el niño que la felicidad se paga. Pero aprende, antes que nada, que a veces es buen negocio pagarla.

Un niño de tres años percibe que las personas y los animales mueren. No queda claro cómo es que lo advierte porque los padres se empeñan en mentirle, pero él un día se tira al piso y grita “me morí”, y con sólo gritarlo está diciendo que él sabe, o presiente, que hay cosas que los padres le ocultan.

Sabe que el sol es de fuego, que la Luna queda lejos y que hay lugares a los que nunca se llega.

A los tres años, un niño tiene claro que no quiere ser viejito. Quiere ser grande pero no viejito, porque los viejitos se ven –el niño se encorva– así. Y nadie, ni siquiera un niño –sobre todo un niño– quiere verse así.

También sabe que hay otros niños que mueren. Una vez, por descuido, vio la imagen de una criatura ensangrentada por las bombas y sus padres apagaron la pantalla, pero ya era tarde: la imagen para siempre, en la pupila del niño.

–El nene estaba dormido –mintió la madre.
–No. Estaba muerto –dijo el niño.

Un niño a los tres años sabe decir “está muerto” aunque no sepa qué es la muerte. Como los adultos, como todos los que estamos vivos.

Hay, por otro lado, cosas que un niño, a los tres años, no sabe. No sabe decir “creo en Dios” porque ni siquiera sabe decir “Dios”.

No le contaron que en las reuniones sociales hay que deslizar que se leyó a Houellebecq. No tiene idea de cómo se hacen los bebés –y menos de por qué–, y tampoco sospecha que su mamá lloró en la ducha el día de su tercer cumpleaños: un llanto de felicidad, que no es otra cosa que la cara más amable de la desesperación.

No sabe fingir, un niño de tres años. No le sale la impostura y las mentiras se le vuelven carteles en los ojos.

Tampoco intuye que la mayor parte de las propagandas, las revistas, los programas infantiles y los espectáculos de las vacaciones de invierno lo trataron y lo tratan como si él fuera eso: un exhibidor de carteles, alguien que no sabe. Una criatura que sólo tiene cabeza para elegir –como muestra Territorio Kids: el primer blog creado por el marketing para saber qué colocarle a qué niño– si son mejores las Barbies o las Bratz, o si es preferible el batido Chocolek con gusto a vainilla o con gusto a galleta.

El niño todavía no sabe distinguir quiénes quieren embaucarlo y quiénes no.

Pero denle tiempo, porque el niño sabe mucho.

Sabe, por ejemplo, que se llama Joaquín. Y saber su nombre, a esta altura, es más importante que saberlo todo.

NOTA DO OMAR: Enbaucar: Trapacear, tapear, enganar, iludir.