Richard Falk · · · · ·
Los
dobles raseros mediáticos en Occidente sobre la nueva y trágica
escalada de violencia israelí dirigida contra Gaza fueron resumidos en
un titular de una parcialidad absurda en la primera plana del New York Times: "Cohetes atacan Jerusalén; Israel se prepara para invasión de Gaza". (NYT,
15 de noviembre de 2012). Algo descodificado, el mensaje es el
siguiente: Hamás es el agresor, e Israel cuando y si lanza un ataque
por tierra contra Gaza tiene que contar con más ataques de cohetes. Es
una paráfrasis sorprendentemente orwelliana de la realidad.
La
verdadera situación es, por supuesto, todo lo contrario: Es decir que
se puede asumir que la población indefensa de Gaza esté terriblemente
temerosa de un inminente ataque general israelí, aunque también es
verdad, sin minimizar la realidad de una amenaza, que algunos cohetes
lanzados desde Gaza cayeron sin causar daños (aunque hay que admitir
con implicaciones amenazantes) en los alrededores de Jerusalén y Tel
Aviv. Hay una desproporción tan brutal en la capacidad de los dos lados
de infligir daños y sufrimiento debido a la total dominación militar
israelí como para hacer que sea perversa esa inversión de las
preocupaciones por lo que podría ocurrir a la sociedad israelí si el
ataque contra Gaza se intensifica.
La
confianza de Hamás y de las diversas milicias en Gaza en cohetes
indiscriminados, aunque sean totalmente inexactos y generalmente
innocuos, es una violación criminal del derecho humanitario
internacional, pero la baja cantidad de víctimas causadas y el ínfimo
daño causado, tienen que ser evaluados en el contexto general de la
masiva violencia infligida a los palestinos. La generalizada percepción
no occidental del nuevo ciclo de violencia que involucra a Gaza es que
parece ser una repetición de la agresión israelí contra Gaza a fines
de 2008, principios de 2009, que ocurrió de la misma manera entre el
fin de elecciones presidenciales estadounidenses y elecciones
parlamentarias programadas en Israel.
Buscando culpables
Existe
la discusión usual sobre dónde colocar la responsabilidad por el acto
inicial de este nuevo despliegue de violencia. ¿Son algunos disparos
desde Gaza a través de la frontera contra un jeep blindado israelí o
fue el asesinato selectivo por un misil israelí de Ahmed Yabari, líder
del ala militar de Hamás, unos días después? ¿O algún otro acto por un
lado o el otro? ¿O es la continua violencia contra el pueblo de Gaza
originada por el bloqueo que ha sido impuesto desde mediados de 2007?
El
asesinato de Yabari tuvo lugar unos pocos días después de la
negociación gracias a los buenos oficios de Egipto de una tregua
informal, y acordada de modo bastante irónico por ningún otro que
Yabari actuando por cuenta de Hamás. Matarlo tenía el evidente
propósito de realizar una importante provocación, trastornando un
esfuerzo cuidadosamente negociado de evitar otra secuencia de ojo por
ojo - diente por diente de violencia del tipo que ha tenido lugar
periódicamente durante los últimos años.
El
asesinato de un personaje político palestino de tan alto perfil como
Yabari no es un acto espontáneo. Se basa en vigilancia detallada
durante un largo período, y es obviamente planificado con la suficiente
antelación en la esperanza de evitar daño colateral, y por lo tanto
limitar la publicidad desfavorable. Un asesinato extrajudicial
semejante, aunque forma parte integral de la nueva cultura
estadounidense de la guerra de drones, sigue siendo una táctica de
conflicto ilegal, que niega a dirigentes políticos del adversario,
separados del combate, toda oportunidad de defenderse contra
acusaciones, e implica el rechazo de toda disposición de buscar una
solución pacífica de un conflicto político. Equivale a la imposición de
la pena capital sin debido proceso, una negación de los derechos
elementales de enfrentar a un acusador.
Dejando
de lado las sutilezas legales, la dirigencia israelí sabía exactamente
lo que estaba haciendo cuando rompió la tregua y asesinó a un
dirigente tan destacado de Hamás, alguien del que se pensaba
generalmente que era superado solo por el primer ministro de Gaza,
Ismail Haniya. Ha habido rumores, y amenazas disimuladas durante meses
de que el gobierno de Netanyahu planifica un importante ataque contra
Gaza, y la oportunidad de los actuales ataques parece coincidir con la
dinámica de la política interna israelí, especialmente la práctica
tradicional israelí de reforzar la imagen dura de la dirigencia
existente en Tel Aviv como medio para inducir a los ciudadanos israelíes
a sentirse temerosos, pero protegidos, antes de depositar sus votos.
Sitiados
Por
debajo de la horrible violencia, que pone al descubierto la extrema
vulnerabilidad de todos los que viven como cautivos en Gaza, una de las
comunidades más abarrotadas y empobrecidas del planeta, está una
horrenda estructura de abuso humano a la que la comunidad internacional
sigue volviendo la espalda, mientras predica en otros sitios la
adherencia a la norma de "responsabilidad de proteger" cada vez que le
conviene a la OTAN. Más de la mitad de los 1,6 millones de habitantes
de Gaza son refugiados que viven en un área total de solo el doble del
tamaño de la ciudad de Washington, DC. La población ha sufrido un
bloqueo punitivo desde mediados de 2007, que hace intolerable la vida
diaria, y Gaza ha sido duramente ocupada desde 1967.
Israel
ha tratado de engañar al mundo presentando su narrativa de retirada de
buena fe de Gaza en 2005, que fue explotada por militantes palestinos
en aquel entonces como una oportunidad de lanzar mortíferos ataques con
cohetes. La contra-narrativa, aceptada por la mayoría de los
observadores independientes, es que la retirada israelí de tropas y
colonias fue poco más que un simple redespliegue a las fronteras de
Gaza, con absoluto control sobre lo que entra y lo que sale,
manteniendo una temporada de caza para matar a su gusto, sin tener que
rendir cuentas y sin consecuencias adversas, respaldada sin
cuestionamiento por el gobierno de EE.UU.
Desde
el punto de vista del derecho internacional, la supuesta "desconexión"
de Gaza de Israel no puso fin a su responsabilidad como Potencia
Ocupante según las Convenciones de Ginebra, y por lo tanto su plan
maestro de someter a toda la población de Gaza a severas formas de
castigo colectivo corresponde a un continuo crimen contra la humanidad,
así como a una flagrante violación del Artículo 33 de Ginebra IV. No
es sorprendente que tantos que han observado de cerca el sufrimiento de
Gaza la hayan descrito como "la mayor prisión al aire libre del
mundo".
El
gobierno de Netanyahu mantiene una política que se comprende mejor
desde la perspectiva del colonialismo mediante asentamientos. Lo que
distingue el colonialismo de asentamientos de otras formas de
colonialismo es la decisión de los colonialistas de no solo explotar y
dominar, sino de apropiarse de las tierras y superponer su propia
cultura sobre la de la población indígena. Al respecto, Israel se
aprovecha de la división entre Hamás y Fatah, y trata de inducir a los
palestinos oprimidos a renunciar a su identidad junto con su lucha de
resistencia llegando incluso a exigir a los palestinos en Israel que
juren lealtad a Israel como "Estado judío".
En
realidad, a diferencia de Cisjordania y Jerusalén Este, Israel no
tiene ambiciones territoriales a largo de plazo en Gaza. La solución
israelí a corto plazo para su así llamado "problema demográfico" (es
decir, sus preocupaciones por el aumento de la población de palestinos
en relación con los judíos) podría ser considerablemente facilitada si
Egipto absorbiera Gaza, o si Gaza se convirtiera en una entidad
permanentemente separada, siempre que pudiera ser desmilitarizada de un
modo fiable. Lo que hace que Gaza sea actualmente útil para los
israelíes es su capacidad de manejar el nivel de violencia, tanto como
distracción de otras preocupaciones (por ejemplo ceder en relación con
Irán; la expansión acelerada de las colonias) y como un medio de
convencer a su propio pueblo de que siguen existiendo enemigos
peligrosos y que deben ser encarados con el puño de hierro del
militarismo israelí.
Ninguna paz
En
el trasfondo, pero no muy lejos del entendimiento de los observadores,
existen dos eventos estrechamente relacionados. El primero es el grado
en el cual la continua expansión de las colonias israelíes ha hecho
poco realista suponer que un Estado palestino viable llegue a emerger
de negociaciones directas. El segundo, subrayado por la reciente fusión
de las Fuerzas de Netanyahu y Lieberman, es la medida en la cual el
proceso de gobierno israelí ha adoptado indirecta e irreversiblemente
la visión de un Gran Israel que incluya todo Jerusalén y la mayor parte
de Cisjordania.
El
hecho de que los dirigentes mundiales en Occidente sigan repitiendo el
mantra de la paz mediante negociaciones directas es una expresión de
la más burda incompetencia o de total mala fe. Por lo menos, Washington
y los otros que piden la reanudación de negociaciones directas nos
deben a todos una explicación de cómo será posible establecer un Estado
palestino dentro de las fronteras de 1967, cuando significa el
desplazamiento de la mayoría de los 600.000 colonos armados que
actualmente son defendidos por el ejército israelíes y presentes en toda
Palestina ocupada. Una explicación semejante también tendría qué
mostrar por qué se permite que Israel legalice silenciosamente las
cerca de 100 colonias "avanzadas" esparcidas por Cisjordania que
previamente habían sido ilegales, incluso según la ley israelí.
Semejantes acciones hacia la legalización merecen la urgente atención
de todos los que siguen proclamando su fe en una solución de dos
Estados, pero son ignorados.
Lo
que nos hace volver a Gaza y Hamás. Los máximos dirigentes de Hamás
han dejado muy claro una y otra vez que están abiertos a una paz
permanente con Israel si se realiza una retirada total a las fronteras
de 1967 (22% de Palestina histórica) y este acuerdo es apoyado por un
referendo de todos los palestinos que viven bajo la ocupación.
Israel,
con el respaldo de Washington, adopta la posición de que Hamás es "una
organización terrorista" que debe ser permanentemente excluida de los
procedimientos diplomáticos, excepto, por supuesto, cuando la
negociación sirve los propósitos de Israel. Lo hizo en 2011 cuando
negoció el intercambio de prisioneros en el cual varios cientos de
palestinos fueron liberados de las prisiones israelíes a cambio del
soldado israelí cautivo, Gilad Shalit, o cuando parece conveniente
aprovechar la mediación egipcia para obtener altos del fuego
temporarios.
Como
nos recuerda el celebrado activista israelí por la paz, y ex miembro
de la Knéset, Uri Avnery, un alto el fuego en la cultura árabe, hudna
en árabe, es considerado como santificado por Alá, ha tendido a ser
utilizado y fielmente observado desde el tiempo de las Cruzadas. Avnery
también informa que hasta que fue asesinado, Yabari estuvo en contacto
con Gershon Baskin de Israel, tratando de explorar posibilidades de un
alto el fuego a largo plazo, lo que fue informado a los dirigentes
israelíes que, como era de esperar no mostraron ningún interés.
Esperando justicia
Hay
otro hecho en esta renovación del conflicto que involucra ataques
contra Gaza. Israel insiste a veces en que ya que no es, según sus
afirmaciones, un poder ocupante, se encuentra en un estado de guerra
con Gaza gobernada por Hamás. Pero si esto fuera considerado como la
descripción legal adecuada de la relación entre los dos países, Gaza
tendría los derechos de un combatiente, incluida la opción de utilizar
la fuerza proporcionada contra objetivos militares israelíes. Como
argumentara anteriormente, una descripción legal semejante de la
relación entre Israel y Gaza es inaceptable. Gaza sigue siendo ocupada y
esencialmente indefensa, e Israel como ocupante no tiene derecho legal
o ético de ir a la guerra contra el pueblo y el gobierno de Gaza, que
incidentalmente fue elegido en elecciones libres, bajo control
internacional, a principios de 2006.
Al
contrario, su obligación decisiva como Ocupante es proteger a la
población civil de Gaza. Incluso si la cantidad de víctimas en la
actual violencia es hasta ahora baja en comparación con la Operación
Plomo Fundido, la intensidad de los ataques aéreos y marítimos contra
el indefenso pueblo de Gaza, provoca terror en los corazones y las
mentes de cada persona que vive en la Franja, una forma de violencia
indiscriminada contra el espíritu y la salud mental de todo un pueblo
que no puede ser medida en sangre y carne, sino refiriéndose al miedo
traumatizante que ha sido generado.
Escuchamos
muchas afirmaciones en Occidente en cuanto a una supuesta disminución
en la guerra internacional desde el colapso de la Unión Soviética hace
veinte años. Semejantes afirmaciones son en cierta medida bienvenidas,
pero la gente en Medio Oriente aún no se ha beneficiado de esta
tendencia, menos que nada el pueblo de Palestina Ocupada, y
especialmente el pueblo de Gaza que sufre del modo más agudo. Este
espectáculo de una guerra unilateral en la cual Israel decide cuánta
violencia desencadenar, y Gaza espera a ser atacada, disparando salvas
de cohetes insignificantes desde el punto de vista militar como gesto de
resistencia, representa una violación vergonzosa de los valores de la
civilización. Esos cohetes propagan el miedo y causan trauma entre
civiles israelíes incluso cuando no alcanzan objetivos, y representan
una táctica inaceptable. Pero esa inaceptabilidad tiene que ser vista
en el contexto de las tácticas inaceptables de un Israel que tiene todo
en su mano en el conflicto.
Es
verdaderamente alarmante que ahora incluso la más sagrada de las
ciudades, sea amenazada por ataques, pero la continuación de las
condiciones opresivas para el pueblo de Gaza, lleva inevitablemente a
crecientes niveles de frustración, en efecto, gritos pidiendo ayuda que
el mundo ha ignorado por su cuenta y riesgo durante décadas. ¡Son
gritos pidiendo ayuda! ¡Darse cuenta no es exagerar! Para obtener una
perspectiva basta con leer un reciente Informe de la ONU que concluye
que el deterioro de los servicios y las condiciones hará que Gaza sea
inhabitable en el año 2020.
Totalmente
aparte de los méritos de los motivos de queja de los dos lados, un
lado es omnipotente en lo militar y el otro se agazapa atemorizado sin
posibilidad de defensa. Una realidad tan grotesca pasa desapercibida
por la conciencia del mundo debido al escudo geopolítico detrás del
cual Israel recibe luz verde para hacer lo que le dé la gana. Una
circunstancia semejante es moralmente insoportable, y debiera ser
políticamente inaceptable. Toda persona, gobierno, e institución de
buena voluntad tiene que oponerse activamente en todo el globo.
Traducido para www.rebelión.org: Germán Leyen
Primeras impresiones, esperanzadas, tras el alto el fuego
Richard Falk
Si el alto el fuego se mantiene, podría significar el fin del bloqueo israelí de la Franja de Gaza, que ha durado ya cinco años, tras la toma del poder por Hamas, después de ganar unas elecciones democráticas (AFP).
El alto el fuego de Gaza, a diferencia del alto el fuego alcanzado después de la Operación Plomo Fundido, hace cuatro años, es un evento que tiene probablemente un significado que va mucho más allá de poner fin a la violencia después de ocho días de ataques asesinos. Es muy posible que se pueda interpretar en el futuro como un punto de inflexión en la larga lucha entre Israel y Palestina.
Muchos han hablado sobre "la niebla de la guerra", pero es mucho menos densa que la "niebla de la negociación de treguas", y en nuestro enrarecido ambiente mediático, los resultados son interpretados de todas las maneras posibles. Los partidarios de cada bando dan su toque personal, permitiendo a todo el mundo proclamar la "victoria". Pero como en las fases violentas del conflicto, conviene distinguir las interpretaciones más persuasivas de las que son menos convincentes. Lo que sigue es un intento de este tipo de aclaración.
Sigue siendo demasiado pronto para decir si el alto el fuego se mantendrá durante mucho tiempo, y si lo hace, si sus disposiciones esenciales se llevarán a cabo de buena fe. En este momento, al principio, las perspectivas no son alentadoras. Israel ya ha recurrido a una violencia excesiva para dispersar a los palestinos que se congregaron en su lado de la frontera de Gaza para celebrar lo que creían que era su nueva libertad para aventurarse cerca de la frontera. Las fuerzas de seguridad israelíes, después de efectuar disparos de advertencia, mataron a un civil palestino e hirieron a otras 20 personas con munición real. La explicación israelí fue que se habían hecho advertencias, y que como no había habido ningún acuerdo de aplicación del alto el fuego, el viejo protocolo de control seguía vigente. Es de destacar que Hamas protestó, pero no hizo ningún movimiento para denunciar el alto el fuego o tomar represalias violentas. Pero la situación sigue siendo tensa y frágil.
Factores del alto el fuego
Dejando a un lado la precariedad de la situación actual y las incertidumbres que la acompañan, todavía puede ser útil analizar el proceso por el que se ha llegado al alto el fuego, ver que luz arroja sobre la cambiante dinámica del conflicto, incluidos los cambios subyacentes en los equilibrios miliares regionales y globales.
En primer lugar, el papel y la actitud de los gobiernos árabes fue mucho más pro activa que en los últimos interludios de la intensificación de la violencia entre Israel / Palestina. Durante los ataques que acaban de concluir, varios importantes ministros de asuntos exteriores de la región visitaron Gaza y fueron recibidos por las autoridades de la Administración de Hamas, socavando así el viejo esfuerzo israelí de aislar a Hamas y excluirlo de los ámbitos diplomáticos. Egipto desempeñó el papel decisivo en la negociación del acuerdo, a pesar de la pertenencia a los Hermanos Musulmanes de sus líderes. Mohamed Morsi, el presidente egipcio, emerge como la figura diplomática clave , ampliamente elogiado por Occidente por su "pragmatismo", lo que puede entenderse como su capacidad para abordar las preocupaciones de ambas partes sin verde influido por su propia posición pro-palestina. De hecho, la negociación de este acuerdo invierte lo que los estadounidenses han puesto sobre la mesa en negociaciones anteriores, una pretensión de equilibrio, un realismo de las partes.
En segundo lugar, el texto del acuerdo, reconoció implícitamente a Hamás como la autoridad gobernante en Gaza, y por lo tanto le da, al menos temporalmente, un estatus mucho mayor entre los palestinos, regional e internacionalmente. Su pretensión de ser el representante legítimo del pueblo palestino se ha convertido en verosímil, lo que hace a Hamas un actor político al que se saca del gélido limbo terrorista. Aunque Hamas sigue siendo formalmente una "organización terrorista" para Israel, Estados Unidos y Europa. Durante todo este reciente esfuerzo febril para llegar a un alto el fuego en el conflicto, Hamas ha sido tratado como "un actor político" con autoridad soberana para hablar en nombre de los habitantes de Gaza. Ello implica un cambio potencial en función de si se hace un esfuerzo para aprovechar el impulso logrado o se vuelve a la fútil política de Israel / EE UU de excluir a Hamas de la vía diplomática, insistiendo en que solo se le puede tratar como una organización terrorista. Paralelamente, la Autoridad Palestina, y su líder, Mahmud Abbas, han sido marginados torpemente, puenteados, y se les hace aparecer como algo irrelevante en esta última ordalía del pueblo palestino.
En tercer lugar, Israel aceptó como condiciones integrales del alto el fuego dos cláusulas de obligaciones con el pueblo de Gaza que nunca hubiera aceptado antes de lanzar su operación "Pilar defensivo": (1) No lanzar "incursiones y ataques contra personas" y (2) reunirse para organizar la "apertura de los pasos fronterizos y facilitar el movimiento de personas, la circulación de bienes, y abstenerse de restringir el libre movimiento de los residentes, y atacar a residentes en las zonas fronterizas". Si Israel lo aplica, significa el fin de los asesinatos selectivos y el levantamiento del bloqueo que ha atormentado a Gaza durante más de cinco años. Estas son las principales concesiones políticas israelíes. La aceptación política por parte de Tel Aviv de la prohibición de asesinatos selectivos, si se respeta, supone renunciar a una táctica favorita de los gobiernos israelíes desde hace muchos años que, a pesar de considerase ilegal en general, Israel sigue practicando con impunidad. De hecho, el evento desencadenante más dramático de la actual crisis fue el asesinato de el 14 de noviembre Ahmed Jabari, un líder político-militar de Hamas, que estaba negociando en ese momento una tregua de la violencia transfronteriza.
En cuarto lugar, el papel de los Estados Unidos, aunque sigue siendo importante, se ha reducido considerablemente por estos factores, especialmente la necesidad de permitir a Egipto desempeñar el papel de árbitro principal. Lo que sugiere una regionalización de la diplomacia que disminuye la importancia y erosiona gravemente la legitimidad de la intervención extrarregional. Es una mala noticia para los israelíes. Turquía, que también se cuenta ahora entre los crítico más duros de Israel, ha desempeñado como Egipto un papel importante en la desactivación de la escalada de la crisis. Existe una diferencia reveladora entre la insistencia de EE UU a lo largo de todo el conflicto de que el uso de la fuerza por parte de Israel estaba plenamente justificada, porque cada país tiene derecho a defenderse, y el texto del alto el fuego que establece limites para ambas partes a la violencia en el futuro. Después del alto el fuego, los Estados Unidos deben escoger de una vez por todas: o continuar con su papel como facilitador incondicional de Israel o adoptar un enfoque más "pragmático" en el conflicto a la Morsi. Si sigue siendo ante todo un facilitador, su papel diplomático es probable que disminuya rápidamente, pero si adopta un enfoque equilibrado, todavía puede recuperar la iniciativa para un verdadero proceso de paz que tenga en cuenta los derechos de ambas partes a la luz del derecho internacional . Para que sea creíble esta nueva orientación, el presidente Obama tendría que hacer un importante discurso al pueblo estadounidense en el que explicase por qué es necesario elegir entre el partidismo y la diplomacia en la remodelación de su futura relación con el conflicto. Dicho cambio, lleno de sensatez, sería esencial no solo para la política exterior de Estados Unidos, sino también para la estabilidad de la región, pero es muy poco probable que tenga lugar. No hay nada en el curriculum vitae de Obama que sugiera una voluntad de dirigirse directamente al pueblo para puentear la disfuncional perspectiva del Congreso de los EE UU.
En quinto lugar, Naciones Unidas ha aparecido como algo casi irrelevante, a pesar de la presencia en la región del Secretario General en la última fase de la negociación diplomática. Ban Ki Moon no ayudó a mejorar las cosas haciéndose eco de las preocupaciones de Washington, llamando la atención casi exclusivamente sobre el derecho de autodefensa israelí. La ONU podría proporcionar un ambiente más neutrales para l negociaciones futuras si se distanciase de la geopolítica occidental. Para ello sería necesario que se retirarse del Cuarteto, y se comprometiera con una paz justa y sostenible para ambos pueblos. Al igual que Estados Unidos, es muy poco probable que la ONU adopte esta orientación, al menos no sin permiso de Washington. Al igual que Obama, no hay nada en el historial de Ban Ki Moon como Secretario General que sugiera la voluntad y la capacidad de actuar con independencia cuando los riesgos son altos.
En sexto lugar, la consecuencia inmediatamente del cese el fuego fue un llamamiento popular en Gaza a la unidad palestina, simbolizada por la presencia de las banderas de la Autoridad Palestina, Hamas, la Jihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, izadas en armoniosa convivencia. Como el New York Times comentó "un arco iris que no se había presenciado en años". Si la unidad palestina se mantiene, y se convierte en una realidad práctica, incluidas elecciones en toda la Palestina ocupada, puede resultar que el alto el fuego sea más que una tensa tregua temporal, un nuevo comienzo en la larga marcha por que se haga justicia a Palestina.
Derrota para Israel
Con todo, el resultado de la Operación Pilar defensivo fue una derrota rotunda para Israel en al menos tres aspectos: a pesar de los bombardeos contra Gaza durante ocho días y la amenaza de una invasión por tierra, Hamas no cedió a las demandas israelíes de alto el fuego unilateral, la capacidad militar de los cohetes de Gaza ha sido mucho mayor a la hora de producir daños en todo Israel, incluyendo Tel Aviv y Jerusalén, lo que sugiere que su capacidad destructiva será aun mayor en caso de nuevo conflicto, y la política de Israel de promover a la Autoridad Palestina como el único representante legítimo del pueblo palestino, mientras se niega a negociar con Hamas, ha sufrido un duro golpe, tal vez fatal.
Las autoridades israelíes han dado a este ataque contra Gaza un frío sesgo. Descaradamente se describe como "un juego de guerra", diseñado para ensayar un ataque inminente contra Irán. En palabras del embajador de Israel en Estados Unidos, Michael Oren, "Israel no se enfrentaba a Gaza, sino a Irán". Teniendo en cuenta que por lo menos 160 habitantes de Gaza resultaron muertos, 1.000 heridos, y muchos más traumatizados, es un sorprendente reconocimiento de la intención de cometer crímenes contra la humanidad. Hay que pedir al menos al Consejo de Derechos Humanos el nombramiento de una misión de investigación para evaluar las denuncias de delitos cometidos durante el ataque militar. La situación exige un informe Goldstone 2, pero esta vez con voluntad política de seguir adelante, cuando se conozcan sus conclusiones incriminatorias.
Estos avances se verán afectados por la incertidumbre generalizada que hace que el alto el fuego sea probablemente una breve tregua en lugar de un giro definitivo de la violencia a la diplomacia. ¿Respetarán las partes el alto el fuego? Israel a menudo ha asumido compromisos internacionales que fueron completamente abandonados más tarde, como fue el caso del desmantelamiento de los numerosos "puestos de avanzada" (es decir, "asentamientos" ilegales incluso para la ley israelí) o en relación con el compromiso de resolver en cinco años el "estatuto final" de numerosos temas recogido en los Acuerdos de Oslo.
No es nada alentador que las autoridades israelíes ya estén cínicamente diciendo a los medios de comunicación que nada han acordado "más allá del cese inmediato de las hostilidades". Los compromisos del texto se minimiza así, tratándolos como "temas de conversación" en lugar de compromisos acordados a los que solo falta mecanismos de implementación. Si Israel se niega a terminar con los asesinatos selectivos y no pone de buena fe fin al bloqueo, no será sorprendente que los cohetes vuelen de nuevo.
Hacia un Estado palestino
La Autoridad Palestina se dispone a recuperar parte del terreno perdido con la búsqueda del reconocimiento de la Asamblea General de la ONU de su estatus como "estado no miembro" el próximo 29 de noviembre de 2013, una maniobra diplomática a la que se oponen con todas sus fuerzas Tel Aviv y Washington. Probablemente sea demasiado esperar que esa oposición se ablande. Cualquier reclamación de un Estado palestino, aunque sólo sea simbólica, parece amenazar profundamente la postura de Israel de solo aceptar la creación negociada de un Estado palestino en abstracto mientras hace todo lo posible para frustrar los esfuerzos palestinos.
Tales especulaciones debe estar condicionada por la comprensión de que, mientras el reloj sigue avanzando, la solución de consenso internacional del conflicto, una Palestina independiente soberano, se escapa de la esfera de lo posible. La situación de ocupación prolongada ha alterado la demografía y las expectativas de los israelíes. Con nada menos que 600.000 colonos ilegales en Cisjordania y Jerusalén, ningún gobierno israelí sobreviviría previsiblemente si aceptase la menor exigencia de que un pequeño porcentaje de colonos vuelva a Israel. Del lado palestino, ningún arreglo sería sostenible sin que se revierta este proceso de colonización. Mientras campe a sus anchas este gigantesco gorila, lograr una paz genuina basada en el consenso internacional de dos estados para dos pueblos parece un ejercicio de optimismo sin sentido.
Al mismo tiempo, la historia nos ha demostrado una y otra vez que lo "imposible" pasa, "imposible" en el sentido de que observadores informados lo rechazaron como "posible". Sucedió cuando el colonialismo europeo fue derrotado, y de nuevo cuando el imperio soviético de pronto se desintegró interna y externamente, y luego, cuando el régimen del apartheid fue eliminado. El destino de los palestinos parece seguir atrapado por este desahucio imaginario y, sin embargo, hemos aprendido de la historia que las luchas de los pueblos oprimidos en ocasiones pueden lograr lo imposible de prever. Es quizás posible que esta última exhibición de firmeza palestina frente a la operación israelí, junto con una mayor democratización ciudadana en los países vecinos de Israel, de lugar a una secuencia de eventos que cambie el equilibrio de poderes regional y mundial lo suficiente como para dar por fin una oportunidad a la paz.
Traducción para www.sinpermiso.info: Gustavo Buster
Richard Falk es profesor emérito de derecho
Internacional de la Universidad de Princeton. Desde 2009 es el Relator
Especial de Naciones Unidas sobre los derechos humanos palestinos,
aunque el gobierno israelí no le ha permitido entrar en los territorios
Ocupados.
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