DANIEL PAZ & RUDY:
Por Daniel Miguez, para Página/12
Desde San Carlos de Bariloche
Las bases están. Y no hay vuelta atrás. Eso quedó en claro en las palabras del presidente de Colombia, Alvaro Uribe, por lo que los esfuerzos para mantener en pie la Unasur se concentraron, finalmente con éxito, en consensuar un documento que señaló que “la presencia de fuerzas militares extranjeras no pueden amenazar la soberanía de cualquier país sudamericano” y habilitó al Consejo de Defensa del organismo a inspeccionar la actividad de las tropas estadounidenses y sus radares, aviones y armamentos en las bases militares colombianas. Lo mínimo pero suficiente como para poder mostrar que Unasur, aún con dificultad, sigue respirando. Fue al cabo de una tensa reunión de más de siete horas sin recesos, y bastante desvirtuada por la televisión en directo, a la que se opuso sin éxito el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
La tensión precedió al comienzo formal de la cumbre. Quedó en evidencia cuando la presidenta Cristina Kirchner recibió a los presidentes en la puerta del Hotel Llao Llao, bajo una lluvia que no cesó en todo el día. No estaban Uribe, Lula, ni el venezolano Hugo Chávez, tres de los actores principales. Lula y Chávez mantenían en ese momento una bilateral para acercar posiciones y Uribe, cuando ya Cristina hablaba en la apertura de la cumbre, fue a la sala de prensa a denunciar que habría censura porque el debate no sería televisado en directo. Fue una forma de presionar, porque ése fue el primer punto que tuvieron que decidir los presidentes: finalmente aceptaron la televisación en directo. Lula no dijo nada, pero cuando le tocó hablar se quejó porque la modalidad hacía que los presidentes hablaran para sus electorados y no lo hacían con franqueza.
Cristina comenzó pidiendo abordar “con mucha responsabilidad histórica” la reunión, cuyo final estaba previsto para las 13.30 y terminó cuatro horas después. “No puede haber peor fotografía que aquella de Quito (la cumbre del 10 de agosto) donde no había estado el presidente de Colombia y hubo algunas expresiones altisonantes”. Era un llamado a evitar el fracaso de la cumbre. Cuando a las 19 salió a hablar con la prensa, la Presidenta consideró que se logró el objetivo. Unasur seguía vivo.
Hubo dos etapas en la maratón de discursos. Las primeras cuatro horas fueron más o menos tranquilas. “Veo avances y frutos concretos en la integración de los países de la Unasur. Veo también signos de esperanza, como esta reunión, donde estamos procesando dudas e incertidumbres en forma diplomática y fraterna”, dijo Correa al hablar después de Cristina como presidente pro témpore del organismo.
Luego, Correa invitó a los presidentes a exponer sus posiciones. El silencio indicaba que nadie quería ser el primero. “Si nadie quiere hablar levantamos la sesión”, bromeó. Tomó el reto Uribe, para afirmar que la ayuda militar estadounidense es “práctica y eficaz” y que “esa eficacia es lo que estamos dispuestos a examinar con ustedes en esta reunión de hoy de Unasur”. “El acceso de los Estados Unidos para ayudar a Colombia en la lucha contra el narcoterrorismo es un acceso sin renuncia de Colombia a la soberanía sobre un milímetro del territorio”, aseguró Uribe, mientras un Lula molesto golpeaba los nudillos de su mano derecha contra la mesa.
Después pidió que Unasur considere a las FARC como un grupo terrorista. “Nos preocupa muchísimo que a estos grupos se les encuentren armas provenientes de otros países. Pedimos que se responsabilicen y se investiguen esos casos”, completó, con un dardo que apuntaba a Chávez.
Uribe terminó su exposición sin petardos y lo siguió en el uso de la palabra el uruguayo Tabaré Vázquez, quien dijo que “Uruguay aboga por la soberanía, por eso rechazamos la instalación de bases extranjeras” y recordó que recientemente su país rechazó que un avión británico cargara combustible en su viaje a las Islas Malvinas.
“Qué bien que estemos todos”, exclamó Chávez cuando arrancó. En tono moderado dijo que “sería necesario tener el texto del convenio” de Colombia con Estados Unidos para saber de qué se estaba hablando “ya que el tema central es la instalación de siete bases militares norteamericanas en Colombia”. Después leyó párrafos del “Libro Blanco” del Comando de Movilidad Aérea del Comando Sur de Estados Unidos donde, según interpretó, se detalla la estrategia estadounidense para la región, a la que consideró claramente amenazante.
Luego hablaron el peruano Alan García y el boliviano Evo Morales, que tuvo palabras duras hacia Uribe y Estados Unidos. Les siguió la chilena Michelle Bachelet para solicitar “moderación y vocación integracionista”, para poder lograr “acuerdos que se cumplan y no que si a alguien no le gusta lo que se decide se va”. “El futuro de Unasur depende de nuestra voluntad política, y espero que podamos avanzar y superar el ánimo de crispación que hemos visto en los últimos días”, señaló.
Lula se reservó para cerrar la ronda. “Muchas veces nos pedimos mucho a nosotros mismos y eso no permite que veamos la calidad de los avances políticos que ya conseguimos en Sudamérica”, comenzó y en la misma línea recordó que “hasta hace poco la doctrina establecida en Sudamérica era la que nosotros éramos enemigos los uno con los otros y que nuestros aliados estaban en Estados Unidos o en Europa”. “Yo no quería que se televise el debate porque estamos hablando para nuestro público y no aparecen las diferencias profundas. Yo no quería aparecer antidemocrático con la prensa, y ahora estoy aquí buscando las palabras más adecuadas”, se quejó.
Después subió un escalón en sus críticas a Estados Unidos y se dirigió a Uribe. “El compañero Uribe intenta mostrar que las bases estadounidenses ya existen en Colombia desde 1952, yo le quiero decir de manera muy cariñosa, que si todavía no solucionaron el problema (la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico) debemos repensar qué otras cosas podemos hacer en Unasur para solucionar el problema”.
“Los grandes consumidores de droga no están en nuestro continente. Sería bueno que en vez de combatir el narcotráfico dentro de nuestras fronteras que lo hagan dentro de sus fronteras, pero los consumidores son electores”, siguió punzante Lula. Finalmente advirtió sobre el peligro del aumento de presencia estadounidense en Colombia: “Tendríamos que tener las garantías de que es algo específico del territorio colombiano”. También repitió su propuesta de pedirle a Obama una reunión para que aclare las intenciones de Estados Unidos hacia la región, algo que no pudo ser consensuado y no quedó asentado en el documento final.
Lula cerró llamando otra vez a la moderación al decir que “la única manera para evitar conflictos entre nosotros es que nos contengamos en nuestra palabras, en política la palabra tiene un poder impresionante”.
Pareció una advertencia sobre lo que iba a venir. Porque cuando parecía que todo había acabado, pidió la palabra Correa y, apoyado en un Power Point, hizo lo contrario de lo que había pedido Lula. Con tono muy duro negó las acusaciones de que Ecuador protege a las FARC y a los narcotraficantes. “Ecuador es víctima porque el Estado colombiano no hace nada para solucionar el problema dentro de su territorio”. Después lanzó frases como “Colombia es el principal productor de droga en la región”; “hay plantaciones de coca al lado de la frontera con Ecuador y alrededor de una base militar”; “estos grupos (FARC y narcos) extorsionan a quinteros ecuatorianos”.
El clima volvía a ponerse espeso y se caía de maduro una respuesta fuerte de Uribe. El colombiano empezó contestándole a Lula: “No nos parece que tengamos que llamar a pedirle cuentas al presidente Obama”. Después defendió las bases militares, al decir que sólo habrá 800 militares estadounidenses y que actuarán exclusivamente en territorio colombiano. También dijo que estaba dispuesto a que el convenio con Estados Unidos sea “analizado” por el Consejo de Defensa de Unasur, pero “sin prescindir de la OEA”, donde Estados Unidos lleva la voz cantante. En el medio mostraba fotos de cadáveres, víctimas de las FARC y los narcos. A esa altura, el almuerzo había sido suspendido y cada presidente comía en su asiento como podía. Llegaba el turno de Chávez que se salía de la vaina. Quizás también lo notó Cristina Kirchner, que le pidió una interrupción. Y lo usó para ponerles hielo a las palabras que se venían de la boca de Chávez.
Dijo que había que reencauzar la charla, habló de la necesidad de recomponer la confianza entre algunos presidentes y concluyó pidiendo que se firme un documento. Entonces Chávez, en un cambio evidente, sólo dijo que estaba dispuesto a firmar el documento si se respeta “un principio general en que las fuerzas extra regionales no afecten la soberanía de otros países”. La Unasur por ahora sigue a salvo.
Como diria Obama: Lula é o cara!
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