quarta-feira, 10 de agosto de 2011

Saqueos en casa del gato Larry

 

Alfredo Abián, para La Vanguardia

EL Reino Unido es tan fantástico que hasta el número 10 de Downing Street, residencia oficial del primer ministro, cuenta con un cazarratones oficial. Dicen que la costumbre se remonta a la noche de los tiempos. Obviamente, el servicial criado es un gato que no está en nómina. El felino de compañía que mantiene limpia de roedores la casa de David Cameron atiende por Larry. Cuentan las crónicas que tardó dos meses en capturar a su primera presa, cuyo cuerpo depositó en la zona de secretaría ante un grupo de atemorizadas funcionarias. El líder conservador tiene ahora problemas de más envergadura. Por eso ordenó que más de 15.000 policías patrullaran anoche la megaurbe londinense, en un intento desesperado de acabar con saqueos, incendios y todo tipo de delincuencia que han convertido grandes zonas de la capital olímpica del 2012 en un vertedero de escombros, cuyas imágenes rememoran las ruinas de los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Algún alma caritativa dirá que es una exageración. Y que, en todo caso, la ira popular está justificada: de una parte, la muerte a balazos de un taxista negro detenido por la policía; de otra, la crisis que sacude la conurbación de la capital, que se ceba especialmente en los más jóvenes. A la espera del dictado de los próceres, estamos ante un estallido social de dimensiones colosales. Aunque todo acabe siendo fuego de cuatro días, se han saqueado comercios al grito de todo es gratis; se han incendiado edificios y grandes centros empresariales como un almacén de Sony, y se ha robado lo que no está escrito: desde vaqueros hasta televisores, pasando por guitarras eléctricas, pañales o papel higiénico. Ha habido delincuencia común al por mayor, pero probablemente algo más. Como casi siempre.

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