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| Milhões de sardinhas apareceram mortas hoje no litoral da Califórnia | 
El  Estado federal  central estadounidense está exprimido y este año ya no  puede contribuir más.  Muchos estados federados se encuentran al borde  de la quiebra.
El  Fondo  Monetario Internacional (FMI) y las agencias de calificación  parecen haberse  dado ahora cuenta de que la crisis de deuda es mucho  más grave en los Estados  Unidos que en la Eurozona: para los  presupuestos públicos de 2011-2012 se ha  alzado la marca en un nuevo  endeudamiento que supone más del doble de la media  del de la Unión  Europea. Tanto más vale la pena echar un vistazo a lo que  ocurre en  ultramar: allí hay tantos frenos a la deuda y prohibiciones de  déficit  como pueda desear cualquier corazón conservador. Desde 1917 rige un   tope legal para la deuda federal, cuantificado en números absolutos.  Además,  mediante la ley o mediante algún preceptos constitucional del  estado federado  en cuestión, todos los estados federados (salvo  Vermont) están obligados a  presentar un presupuesto anual equilibrado. Y  sin embargo, los EEUU, como la  mayoría de sus estados federados, que  se hallan más profundamente enterrados en  la deuda que Irlanda o  Grecia.
No  por  casualidad, las agencias de calificación amenazan a los  norteamericanos con una  drástica depreciación de su solvencia. A nivel  interno, se habla de una  depreciación de los bonos estadounidenses por  debajo del nivel de Japón. Por  vez primera se debatirá en el Congreso  de los EEUU la posibilidad de la  bancarrota de algunos de los estados  que forman la Unión, algo que la  constitución estadounidense no  contempla. Un curso de acción semejante es audaz  pero ha de debatirse,  en opinión de Patrick McHenry, el nuevo presidente  republicano del  Comité de control de la Cámara de Representantes. El presidente  del  Banco central, Bernanke, va más lejos, y dibuja nada menos que una   bancarrota del Estado federal central.   
Validez  por 100 años
El  secretario  del tesoro Geithner requirió con estridencia al Congreso  elevar sin demora el  límite de deuda, para poder rebasar el límite de  los actuales 14'3 billones de  dólares. Pero los republicanos se  enrocan. De no llegar a ningún consenso a fines  de marzo, la potencia  mundial estará, de facto, en bancarrota. Algo apenas  concebible:  hasta un parlamento dominado por republicano tendrá que acabar   cediendo y levantado el tope de endeudamiento; evidentemente, sólo a  cambio de  ulteriores y drásticos recortes del gasto.   
La  deuda  federal para el próximo presupuesto anual, que comienza en  junio, se estima en  un total de 14'8 billones de dólares. Con ello, los  Estados Unidos se permite a  escala federal un una deuda del 100%, y  una tasa de déficit (reendeudamiento)  de, de nuevo, el diez por ciento,  como ocurrió en el punto culminante de la  crisis financiera mundial en  el 2009. Con lo que el banco central propio (la  Reserva Federal) se  conviere en el mayor acreedor, seguido muy de cerca por  China, Japón,  algunos Estados del Golfo y la Gran Bretaña. Entretanto, el  tiempo de  vencimiento de los bonos del Estado federal norteamericano ya es, en   promedio, de sólo unos 50 meses, lo que significa que en los próximos 12   debería refinanciarse más del 40% de la deuda federal. No sorprenderá,  así  pues, que se hable ahora de alargar esos plazos de vencimiento,  con bonos a 50,  60 o aun 100 años. Por ahora  Por   ahora, gracias a la política de bajas tasas de interés, la carga de  los  intereses no pesa demasiado en el presupuesto federal, pero eso  podría cambiar.   
No  sólo el Estado  central, sino también la mayor parte de los estados  federados anuncian grandes  agujeros en sus presupuestos: 125 mil  millones de dólares para los presupuestos  de 2011-2012, mientras en el  presupuesto del año en curso superan los 130 mil  millones de dólares.  Si se aprueban y despliegan estos presupuestos, la tasa de  déficit en  Nevada para el 2010-2011 alcanzará un 45'2%; en Illinois, un 44'9%;  en  la pequeña Nueva Jersey, un 37'4%; en la gran Texas, un 31'5%; y en   California, un 29'3%. Todos los estados federados juntos registran, de  media,  un déficit del 20%. A medida que arrecie la crisis inmobiliaria y  laboral a  escala regional, mayor será el déficit. La crisis económica  más dura desde la  década de los treinta se ha abierto paso hasta  alcanzar dramáticamente los  ingresos fiscales, que actualmente se  encuentran entre un 12% y un 15% por  debajo del nivel anterior a la  crisis. Sin la ayuda financiera de la Unión  –unos buenos 140 mil  millones de dólares desde comienzos de 2009–, que ha  cubierto entre un  30% y un 40% del déficit, muchos estados se encontrarían  desde hace ya  tiempo en la bancarrota. Sin un nuevo endeudamiento federal, sin  un  flujo monetario desde Washington, el déficit de los estados federados  nunca  podría haber sido financiado. 
Situación  de emergencia financiera en California
Pero  ahora se  ha cerrado la espita monetaria, de modo que ha estallado el  puro pánico  financiero, y todos los gobernadores de los estados  federados se van dejando  llevar por la deseperación. Jerry Brown  proclamó en enero, en su toma posesión  del cargo, la situación de  emergencia financiera en California. Así que los  reclusos son liberados  antes de tiempo; las vacaciones escolares, prolongadas;  escuelas y  universidades, bibliotecas y museos, cerrados (o privatizados); los   salarios, espectacularmente recortados; la oferta de plazas públicas,   paralizada; y cientos de miles de funcionarios, enviados a unas  vacaciones  forzadas o prejubilados. Así se amañaron las cuentas tanto  como se pudo y  dejaron de pagarse facturas multimillonarias acumuladas  durante años, con  previsibles consecuencias desastrosas para las  economías regionales, que fiadas  a la demanda pública del estado.  Impuestos y gravámenes se han visto  drásticamente incrementados en 30  estados federados. Y habrá que subvenir a  ulteriores obligaciones.
     Las  ciudades,  municipios y estados federados norteamericanos están por  ahora endeudados por  un monto rayano en los tres billones de dólares.  Como ya quedó dicho, funcionarán  durante algún tiempo todavía gracias a  la ayuda financiera federal. En 2011  expiró el programa Build America  Bonds, con el cual la Unión asumió un tercio  de los intereses. El  mercado irrumpirá inmediatamente, porque, a diferencia de  Europa, tanto  las ciudades como los estados federados están descapitalizados y   atraviesan por grandes dificultades a la hora de tratar de colocar  nuevas emisiones  de bonos (Nueva Jersey acaba de fracasar en la  operación). Los intereses, igual  que los costes de las permutas de  incumplimiento crediticio (credit default  swaps) para los bonos  municipales, se disparan al alza. Las cosas se  pondrán verdaderamente  feas, cuando los ciclópeos déficits de los fondos de  pensiones entren  en el campo visual. Las pérdidas milmillonarias que  experimentaron en  la crisis financiera estos depósitos de profesores y  funcionarios no  pueden ser cubiertas por los estados federados, como tanpoco  pueden  éstos echarse a laas espaldas los costes de la retardada reforma   sanitaria. La verdad es que no se adivina en el horizonte de los EEUU el  fin de  la crisis financiera.
     Michael R. Krätke, miembro del Consejo  Editorial de SINPERMISO,   es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad  de  Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de  Historia Social  de esa misma ciudad y catedrático de economía política y  director del Instituto  de Estudios Superiores de la Universidad de  Lancaster en el Reino Unido.
    
 
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