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terça-feira, 25 de março de 2014

Sobre la cobardía y la irrelevancia de la ciencia social académica



Anthony DiMaggio · · · · · 

23/03/14

El último libro del economista francés Thomas Piketty está siendo objeto de muchos comentarios: todavía hay esperanzas en la educación superior para los intelectuales serios y los académicos decentes. El libro, Capital in the Twenty-First Century [El capital en el siglo XXI] acaba de salir este mes y plantea graves cuestiones sobre el valor de la ciencia social académica dominante.

Piketty es bien conocido por tenerla tomada con la academia: la acusa de producir montañas de basura de escaso valor práctico para la sociedad y para las políticas públicas. Tras conseguir una sólida posición académica en el MIT a sus tempranos veinte a comienzos de los 90, decidió volver a Francia. Según cuenta él mismo, "no me parecía muy convincente el trabajo de los economistas estadounidenses". Sus colegas "andaban demasiado preocupados por ínfimos problemas matemáticos que sólo les interesaban a ellos". El consejo de Piketty a los académicos futuros: "empezad con cuestiones fundamentales y tratad de dar buena cuenta de ellas". Piketty ha seguido desde luego su propio consejo. Junto con su colega, el economista Emanuel Sáez, ha logrado la celebridad en los últimos años produciendo investigaciones que marcan un hito en el estudio de la desigualdad sin precedentes actualmente existente en los EEUU del incipiente siglo XXI. Analizando datos fiscales del IRS [siglas del Internal Revenue Service, el servicio de estudios de la Hacienda norteamericana; T.], Piketty y Sáez han demostrado que, a mitad de la primera década de este siglo, la desigualdad en los EEUU alcanzó cotas nunca vistas desde el comienzo de la Gran Depresión. El uno por ciento más rico de los norteamericanos –eso mostraban sus datos— se lleva una cuarta parte de todo el ingreso anual anterior a la recaudación fiscal.

Las conclusiones de Piketty y Sáez resultan demoledoras para los numerosos mandarines, columnistas y tertulianos que insisten machaconamente en que la desigualdad no es un problema grave en los EEUU de hoy, y que Norteamérica sigue siendo el "país de las oportunidades" para todos quienes estén "dispuestos a trabajar lo suficientemente duro". En realidad, los EEUU ostentan –sólo sobrepasados en eso por Canadá— la segunda más baja "tasa de fuga" de la pobreza de todos los países ricos, del primer mundo. Los norteamericanos se descubren trabajando más horas por menos salario y entre constantes incrementos generalizados del coste de la vida. La investigación de Piketty y Sáez abre también grandes boquetes en la inveterada conclusión –muy común entre los economistas— de que el neoliberalismo de "libre mercado" produce resultados óptimos para las masas norteamericanas. Si la desigualdad sigue creciendo en una era en la que los trabajadores se ven trabajando más y más horas, eso habla mal del potencial de movilidad económica ascendente.

Volviendo al asunto de la academia, Piketty tiene un arsenal de palabras poco amables para los académicos actuales: "Para decirlo llanamente, la disciplina de la teoría económica tiene todavía que superar su pueril pasión por las matemáticas y por la especulación puramente teórica, a menudo superlativamente ideológica y siempre a expensas de la investigación histórica y de la colaboración con otras ciencias sociales… Ser economista académico en Francia ofrece una gran ventaja: aquí los economistas no son demasiado respetados en el mundo académico e intelectual o entre las elites políticas y financieras. Están obligados a dejar de lado su desdén por otras disciplinas y esa absurda pretensión de mayor legitimidad científica a pesar de no saber casi nada de casi todo. Ese es en cualquier caso el encanto de la disciplina y de las otras ciencias sociales en general: uno empieza desde la casilla uno, de manera que alguna esperanza hay de hacer progresos substanciales… la verdad es que la teoría económica no debería haberse empeñado jamás en divorciarse de las otras ciencias sociales, porque sólo podrá progresar con ellas. Las ciencias sociales, todas ellas, saben demasiado poco como para perder el tiempo en necias rebatiñas sobre fronteras disciplinarias. Si tenemos que hacer progresos en nuestra comprensión de la dinámica histórica de la distribución de la riqueza y la estructura de las clases sociales, es obvio que tenemos que adoptar un enfoque pragmático y hacernos con los métodos de los historiadores, los sociólogos, los politólogos y también los economistas… Las disputas disciplinarias y las guerras de posición por lindes carecen de importancia."

Me puedo sumar a los comentarios de Piketty. Los problemas detectados en la teoría económica son comunes en todas las ciencias sociales. Mi propia disciplina –la ciencia política— esta dominada desde hace tiempo por la sobrespecialización y la oscuridad: plagada de académicos excavando en nichos extremadamente angostos y planteándose una y otra vez cuestiones de utilidad práctica limitada, por decir lo menos. Es un problema muy embarazoso, francamente. Para dar un ejemplo, los congresos profesionales de ciencia política reproducen una y otra vez "investigación" de baja calidad, carente totalmente de relevancia para el norteamericano medio. Un subcampo en auge en la ciencia política es nada menos que la investigación del modo de medir el fenómeno político, sin la menor noción o visión de la vida política o del mundo político propiamente dicho. A esa investigación se la conoce como "metodología política". Un aura de mística rodea a ese subcampo a medida que crece en prominencia. Lo abrazan muchos politólogos envidiosos de la teoría económica. Los politólogos están convencidos de que si buena parte de la investigación cuantitativa producida por la disciplina parece demasiado complicada de entender (buena parte de la misma está escrita en ecuaciones formales y no habla de nada en particular, limitándose a presentar oscuras pruebas estadísticas), entonces debe ser "buena" y un indicio de pensamiento "superior" y gran "pericia" profesional. En realidad, ese trabajo a menudo lo desarrollan aspirantes a matemáticos sin nada que decir sobre una vida política real de la que todavía saben menos. Sus adeptos no gastan su tiempo en observar el proceso político: poco tienen, pues, que ofrecer al conocimiento del mundo real. Toda la pericia estadística del mundo de poco vale, si no sabes nada de tu objeto de estudio. Para demostrar cuán lejos se halla esa investigación de las masas de norteamericanos, reparen ustedes en los títulos de estos trabajos académicos presentados a un congreso nacional venidero de ciencia política:

* "Los ajustes para los sesgos de confusión con tratamiento multivariable: el registro covariado de propensión equilibrada en los regímenes de tratamiento categórico"

* "¿El mejor de los mundos posibles? Puesta a prueba de la robustez en modelos transversales de series temporales con tratamientos ficticios alternativos plausibles"

* "Evaluación de la robustez de los estimadores con la técnica del número de elementos bajo errores métricos aleatorios y no aleatorios"

* "Test empírico del Lapso Espacial-Autoregresivo frente a los Componentes de Error Inobservados Espacialmente Correlacionados"

Sí, sí, han leído ustedes bien. Yo habría sido incapaz de inventarme títulos así. Es triste, pero los trabajos en otros subcampos de la ciencia política (los subcampos supuestamente conectados con la política real) no suelen ser mejores en lo tocante a sus alcances prácticos. La estrecha superespecialización y la capitulación del grueso de los programas de investigación en punto a suministrar herramientas para mejorar la democracia y la transparencia política se traslucen en títulos como estos:

* "The Role of Nominal Level Legislative Careers in Explaining Constituency Service in Parliament under Mixed-Member Electoral Rules: The Hungarian Case" [El papel de las carreras legislativas de nivel nominal en la explicación del servicio al elector en el Parlamento bajo reglas electorales con membrecía mixta: el caso de Hungría]

* "Autocontrol y receptividad al marco afectivo: un test crítico de la Carga Cognitiva y el Agotamiento del Ego

* "¿Los nenes, bien? Evidencia de los efectos heterogéneos de los medios de comunicación que generan empatía a partir de encuestas y experimentos de campo"

* "Carga de trabajo, delegación y la conexión electoral: evidencia a partir de la Ley de Comercio Interestatal de 1887"

* "Evaluación del destino de los nombramientos judiciales interpartidistas bajo el sistema bipartidista de Nueva York para nombrar jueces de distrito federal: 1977-1998"



Es sólo una pequeña fracción de los miles de trabajos presentados cada año en mi disciplina. En Norteamérica se asiste al desarrollo de carreras académicas enteras sin el menor interés por el modo en que podrían reasignarse los recursos con vistas a fortalecer el bien común. Los doctorandos de ciencias sociales raramente son socializados por sus directores de tesis o sus tutores en la comprensión de la importancia de producir investigación que sea de utilidad en el mundo real. Lo más común es tomar como indicio de seriedad y "potencial" académico la producción de todo lo contrario: publicar en revistas académicas esotéricas muy prestigiosas, leídas sólo por un pequeño puñado de científicos sociales dispersos por todo el país. Esos trabajos son totalmente ignorados por los políticos, porque están escritos en un lenguaje arcano y rebosante de jerga, jamás escritos pensando en lectores ajenos al ínfimo club de iniciados en la ciencia política. La disciplina ha enviado un claro mensaje al mundo: cuanto más difícil de entender resulta la investigación y cuanta menos gente la lea, tanto más seria y estimable es la capacidad intelectual de su autor.

Lleva razón Piketty en su condena de la autocastración de unas ciencias sociales en pos del prestigio y desdeñosas de los descubrimientos prácticos y del compromiso político. Resultar irrelevante para el mundo político no hace a la propia investigación interesante o valiosa: pero este mensaje encuentra oídos sordos en las enquistadas ínsulas en que se han convertido los departamentos de ciencias sociales. Una razón capital del desdén de los académicos por el compromiso político es la cobardía. La gran mayoría de académicos han sido socializados durante toda su vida en la creencia de que tienen que mantener siempre la "objetividad" y de que tomar posición en un asunto resultaría herético. El grueso de los académicos opera con mentalidad de manada: tienen pánico al comportamiento no convencional. Produciendo investigación de interés para el mundo real, uno desafía las reglas sagradas que gobiernan la ciencia social "objetiva" que celebra las agendas de investigación esotéricas. Salir de esa vía trillada pondría en peligro el prestigio de uno y se correría el riesgo de que los colegas te vieran como "poco profesional". Ese tipo de presiones logran que los académicos sean parte del problema, no parte de la solución. Sus vidas están diseñadas para no desafiar el status quo del poder político y económico ni las injusticias que los rodean.

Tal vez algún día los académicos de la corriente principal se verán urgidos a producir investigación interesante y útil para la mejora de la sociedad. Un cambio radical así sólo tendrá lugar merced a la presión exterior del contribuyente norteamericano y de la opinión pública. Los padres (financiadores de esta vergüenza de investigación académica) y los contribuyentes al fisco tendrán que presionar a las universidades y centros de educación superior para que reevalúen sus prioridades y dejen de asignar recursos valiosos a las necias (y estériles) agendas de investigación que campan hoy por sus respetos en la academia norteamericana. Hay demasiado en juego como para permitir que los académicos sigan despeñándose por los derrotaderos de la irrelevancia.

Anthony DiMaggio es doctor en ciencia política por la Universidad de Illinois, Chicago. Entre sus libros: Mass Media, Mass Propaganda (2009), When Media Goes to War (2010), Crashing the Tea Party (2011), así como The Rise of the Tea Party (2011). 

Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella

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http://www.counterpunch.org/2014/03/21/on-the-cowardice-irrelevance-of-social-science-scholars/

Fonte da Imagem:  http://monkeyandlokison.wordpress.com/

quinta-feira, 30 de agosto de 2012

Paraísos fiscais, um porto seguro para multimilionários

 

Seis coisas que devemos saber sobre os 21 trilhões de dólares que as pessoas mais ricas do mundo escondem em paraísos fiscais. Ao mesmo tempo em que os governos cortam o gasto público e demitem os trabalhadores, em prol de uma maior "austeridade" obrigada pela desaceleração da economia, os super-ricos - menos de 10 milhões de pessoas - esconderam longe do alcance do arrecadador de impostos uma quantidade igual às economias japonesa e estadunidense juntas.

Vinte e um trilhões - com “t” - de dólares. Eis o que as pessoas mais ricas do mundo escondem em paraísos fiscais internacionais. Embora a quantidade real possa ser maior, chegando aos 32 trilhões, uma vez que, claro, é quase impossível conhecê-la com exatidão.

Ao mesmo tempo em que os governos cortam o gasto público e demitem os trabalhadores, em prol de uma maior "austeridade" obrigada pela desaceleração da economia, os super-ricos - menos de 10 milhões de pessoas - esconderam longe do alcance do arrecadador de impostos uma quantidade igual às economias japonesa e estadunidense juntas.

Os dados são de um novo relatório da Tax Justice Network (Rede para a justiça tributária) [1] cujas conclusões são impactantes. As receitas fiscais perdidas graças aos refúgios fiscais extraterritoriais – offshore -, afirma o relatório, "são suficientemente grandes como para marcar uma diferença significativa em todas nossas medidas convencionais da desigualdade. Dado que a maior parte da riqueza financeira desaparecida pertence a uma pequena elite, o efeito é assustador”.

James S. Henry, ex-economista chefe em McKinsey & Co, autor do livro The Blood Bankers (Os banqueiros ensanguentados) assim como de artigos em publicações como o The Nation e o The New York Times, procurou suas informações no Banco de Compensações Internacionais, no Fundo Monetário Internacional, no Banco Mundial, nas Nações Unidas, nos bancos centrais e analistas do setor privado, e descobriu os contornos da gigantesca reserva de dinheiro que flutua nesse lugar nebuloso conhecido como offshore. (E isso que só se ocupou do dinheiro em espécie: o relatório deixa de lado coisas como bens de raízes, iates, obras de arte e outras formas de riqueza que os super-ricos escondem, livres de impostos, nos paraísos fiscais extraterritoriais.)

Henry se refere a eles como um "buraco negro" na economia mundial e afirma que, "apesar de ter muito cuidado em ser cauteloso, por prudência, os resultados são assustadores."

Há uma grade quantidade de informação para analisar neste relatório, pelo que nos limitamos aqui a seis coisas que devemos saber sobre o dinheiro que os mais ricos do mundo escondem de nós.

1. Apresentamos-lhes o Top 0,001%
"Segundo nossas estimativas, pelo menos um terço de toda a riqueza financeira privada, e quase a metade de toda a riqueza offshore, é agora propriedade das 91.000 pessoas mais ricas do mundo: só 0,001% da população mundial", diz o relatório. Estes 91.000 que formam o vértice da pirâmide têm cerca de 9,8 trilhões de dólares do total estimado neste estudo, e menos de dez milhões de pessoas detém todo o volume de dinheiro em espécie.

Quem são essas pessoas? Sabemos que são os mais ricos, mas o que mais sabemos deles? O relatório menciona "especuladores imobiliários chineses e magnatas do software de Vale do Silício, com idades em torno de trinta anos", e em seguida estão aqueles cuja riqueza provém do petróleo e do tráfico de drogas. Não menciona, mas poderia, os candidatos presidenciais dos Estados Unidos. Por exemplo, Mitt Romney que recebeu fortes críticas por ter dinheiro guardado em uma conta bancária na Suíça e em investimentos nas Ilhas Cayman, segundo o site Politifact [2].

Os narcotraficantes têm necessidade, é claro, de ocultar seus lucros ilícitos, mas muitos dos outros super-ricos pretendem simplesmente evitar o pagamento de impostos, para o qual constroem complicadas redes de empresas e investimentos só para deduzir um pouco mais da fatura fiscal que pagam em seu país de origem. Tudo ajuda.

2. Onde está o dinheiro? É difícil saber
Offshore, segundo Henry, não é já um lugar físico, embora existam vários lugares, como Singapura e Suíça, que ainda se especializam em proporcionar "residências físicas seguras e fiscalmente interessantes" aos ricos do mundo.

Mas nestes tempos que correm, a riqueza offshore é virtual. Henry a descreve como algo nominal, hiperportátil, multijurisdicional, seguidamente lugar temporário de redes de entidades e acordos legais ou quase legais. Uma empresa pode estar situada em uma jurisdição, ser propriedade de um testa de ferro localizado em outro lugar e ser administrada por testas de ferro de um terceiro lugar. "Em última instancia, portanto, o termo offshore se refere a um conjunto de capacidades" e não tanto a um ou vários lugares.

Também é importante, afirma o relatório, distinguir entre os "paraísos intermediários" - lugares nos quais pensam a maioria das pessoas quando se fala de paraísos fiscais, como as Ilhas Cayman de Mitt Romney, as Bermudas ou a Suíça - e os "paraísos de destino", que incluem os EUA, o Reino Unido e inclusive a Alemanha. Estes destinos são desejáveis já que proporcionam "mercados de valores relativamente eficientes e regulados, bancos respaldados por grandes populações de contribuintes, e companhias de seguro. Além de códigos jurídicos desenvolvidos, advogados competentes, poder judicial independente e Estado de direito."

Assim, pois, os mesmos que escapam do pagamento de impostos distribuindo seu dinheiro por diferentes lugares, se aproveitam dos serviços financiados pelos contribuintes para fazê-lo. E nos EUA, alguns estados começaram, desde a década de 1990, a oferecer entidades jurídicas a baixo custo "cujos níveis de confidencialidade, proteção frente aos credores e vantagens fiscais rivalizam com os dos tradicionais paraísos fiscais secretos do mundo." Adicione a isso a porcentagem cada vez menor dos impostos que os ricos e as empresas estadunidenses pagam e verão que estamos começando a ter um aspecto muito atrativo para aqueles que tratam de camuflar seu dinheiro.

3. Grandes bancos resgatados dirigem este negócio
Mas quem facilita este processo? Alguns nomes familiares saem rapidamente à superfície quando se vasculha os dados: Goldman Sachs, UBS e Credit Suisse são os três primeiros, e o Bank of America, Wells Fargo e JP Morgan Chase estão no Top 10. Segundo afirma o relatório, "Agora podemos acrescentar algo a mais a sua lista de distinções: são os atores principais dos refúgios fiscais de todo o mundo e ferramentas chave do injusto sistema tributário global”.

No final de 2010, os maiores 50 bancos privados administravam cerca de 12,1 trilhões de dólares em "ativos trans fronteiriços" investidos por seus clientes. É mais do que o dobro da cifra de 2005, e representa uma taxa média de crescimento anual superior a 16%.

"Desde bancos a empresas contábeis e advogados corporativos, algumas das maiores empresas do mundo são parte da trama de evasão fiscal global", escreve no The Guardian a investigadora financeira (e ex-trader de Goldman Sachs) Lydia Prieg. "Estas empresas não são pessoas jurídicas as quais possamos chamar a atenção para que paguem sua parte justa; sua razão de ser consiste em maximizar seus lucros e os de seus clientes."

"Até finais da década de 2000", afirma Henry, "a sabedoria convencional entre os capitalistas evasores era: 'O que existe de mais seguro que os bancos suíços, estadunidenses ou britânicos etiquetados como grandes demais para falir? '” Sem os resgates que acompanharam a crise financeira de 2008 – acrescenta - muitos dos bancos que estão escondendo dinheiro em espécie para os ultra ricos já não existiriam. "Dar por certo o apoio dos governos é precisamente a razão principal pela qual os super-ricos fazem seus negócios com os bancos de maior tamanho."

4. A desigualdade é pior do que acreditamos
Com toda esta riqueza oculta em todo o mundo, impossível de contar e de tributar – afirma a Tax Justice Network -, não resta dúvida de que estamos subestimando a desigualdade de ingressos e riqueza realmente existente. Stewart Lansley, autor de The Cost of Inequality (O custo da desigualdade), assegurou a Heather Stewart, do The Guardian: "Não há absolutamente nenhuma dúvida de que as estatísticas sobre a renda e a riqueza dos de cima diminuem a magnitude do problema".

Ao calcular o coeficiente Gini, que mede a desigualdade em uma sociedade, disse, "Não se recolhem os dados dos multimilionários, e inclusive quando se faz, não é adequadamente".

Este é um assunto tão importante que a Tax Justice Network incluiu um segundo relatório, ao mesmo tempo em que o de Henry, titulado "Inequality: You don't know the half of it" [3] (Desigualdade: você não conhece nem a metade). O estudo detalha todos os problemas da forma em que agora calculamos a desigualdade; seguidamente parecem ser, em essência, que não temos uma medida exata da verdadeira riqueza dos super-ricos. Os dados sobre ingressos fiscais estão disponíveis, mas se na realidade há trilhões escondidos por todo o mundo nos paraísos fiscais, como calcular os ingressos reais dos mais ricos do mundo?

A desigualdade disparou em todo o mundo, segundo os cálculos frequentemente utilizados. Se o 1% superior da população dos EUA não só é dono de 35,6% da riqueza, por exemplo, mas que também tem um volume de dinheiro muito maior escondido em algum lugar, que significado tem isto para nós?

Não esqueçamos, afirma o relatório, que "a desigualdade é uma opção política. Ou seja, nós decidimos o quê fazer como sociedade baseando-nos no montante de desigualdade que consideramos tolerável ou justo. Se esse montante é muito maior do que pensamos, de que forma desvaloriza nossas prioridades? Muitos estadunidenses já estão mal informados acerca de seu nível de desigualdade, mas este estudo confirma que inclusive os supostos especialistas estão subestimando em muito o problema”.

5. Os países "endividados" não devem, na realidade, nada
O relatório de Henry destaca um subgrupo de 139 países, de ingressos baixos ou médios, e destaca que segundo a maioria dos cálculos, os ditos 139 países tinham, em conjunto, uma dívida superior a quatro trilhões de dólares no final de 2010. Mas ao se tomar em conta todo o dinheiro que se acumula offshore, os países, na verdade, teriam uma dívida negativa de 10 trilhões de dólares, ou como Henry escreve:

"Uma vez tomados em consideração estes ativos ocultos e os ingressos que geram, muitos antigos países "devedores" seriam, de fato, países ricos. Mas o problema é que sua riqueza está depositada offshore, em mãos de suas próprias elites e seus banqueiros privados”.

Henry afirma também que os países em desenvolvimento em seu conjunto terminam sendo credores do mundo desenvolvido, em lugar de devedores, e o foram durante mais de uma década. "Isto significa que se trata realmente de um problema de justiça tributária, não simplesmente de ‘dívida’”.

Mas essas dívidas, como afirmamos, recaem nos ombros dos trabalhadores desses países, que não podem desfrutar das vantagens dos sofisticados paraísos fiscais.

E isto, é claro, não é só um problema do mundo em desenvolvimento. Hoje em dia, afirma Henry, o mundo desenvolvido tem sua própria crise da dívida (vejam-se os problemas atuais da zona do euro). O economista francês Thomas Piketty afirma, "a riqueza depositada em paraísos fiscais é provavelmente de um montante suficiente para converter a Europa em um credor muito grande com respeito ao resto do mundo”.

6. Quanto estamos perdendo?
Aqui está o centro da questão, não? É impossível saber a exatamente, é claro, devido a que as cifras são só estimativas, mas Henry calcula que se estes 21 trilhões de dólares não declarados obtivessem uma taxa de rendimento de 3% e os ingressos se gravaram em 30%, por si só gerariam receitas fiscais de cerca de 190 bilhões de dólares. Se a quantidade total de dinheiro colocada em paraísos fiscais fosse próxima a estimativa mais alta, ou seja, 32 trilhões de dólares, se obteriam cerca de 280 bilhões, o que é aproximadamente o dobro do montante que os países da OCDE gastam em ajuda ao desenvolvimento. Em outras palavras, uma enorme quantidade de dinheiro. E isso levando em conta que um rendimento de 3% é um cálculo muito prudente.

Estamos falando unicamente de impostos sobre a renda: os impostos sobre os lucros, impostos à herança e outros renderiam ainda mais.

Por isso Henry afirma que, no final das contas, poderíamos tomar este assunto como uma boa notícia. "O mundo acaba de localizar uma quantidade enorme de riqueza financeira que poderia ser utilizada para contribuir à solução dos problemas mundiais mais urgentes". "Temos a oportunidade de pensar não só acerca de como prevenir alguns dos abusos que conduziram a esta situação, mas também de pensar na melhor maneira de fazer uso dos ingressos atualmente não tributáveis que gera."

NOTAS
[1] James S. Henry, The Price of Offshore Revisited , 2012

[2] http://www.politifact.com/truth-ou-meter/statements/2012/jul/17/barack-obama/obama-ad-says-romney-stashed-money-caymam-islands/

[3] http://taxjustice.blogspot.be/2012/07/inequality-you-dont-know-half-of-it.html

(*) Publicado originalmente em Alternet. Tradução de Libório Júnior a partir da versão em espanhol publicada em Bitácora (Uruguai). Sarah Jaffe é jornalista.

Fonte da imagem AQUI.

terça-feira, 17 de fevereiro de 2009

Terra pode estar abrigando vida 'alienígena', diz cientista

Sátiro:

A Terra pode estar abrigando várias formas de vida alienígenas, completamente dissociadas dos seres vivos já conhecidos, segundo um cientista da Universidade do Arizona, nos Estados Unidos.

Em uma apresentação durante a conferência anual da Associação Americana para o Avanço da Ciência (AAAS, na sigla em inglês), em Chicago, o físico Paul Davies disse ainda que essas "vidas paralelas" podem estar escondidas em locais inóspitos, como desertos, lagos de sal, fontes hidrotermais e áreas com altas temperaturas e radiação solar.

Davies afirmou ainda que várias desses "seres estranhos" podem estar vivendo entre nós, em formas que ainda não são conhecidas.

Mais AQUI.