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“El sistema capitalista que tenemos ha causado el cambio climático”.
Entrevista Naomi Klein · · · · ·
¿Podemos detener el
calentamiento global? Sólo si cambiamos de modo radical nuestro sistema
capitalista, sostiene la ensayista Naomi Klein. En una entrevista con el
semanario alemán DER SPIEGEL, realizada por Klaus Brinkbäumer, explica por qué
ha llegado el momento de abandonar los pequeños pasos en favor de un enfoque
radicalmente nuevo, tal como detalla en su libro de reciente aparición en
castellano, Esto lo cambia todo, el capitalismo contra el clima (Paidós,
Barcelona, 2015).
DER SPIEGEL:
Señora Klein, ¿por qué no consigue la gente detener el cambio climático?
Klein: Mala suerte.
Mal momento. Muchas coincidencias lamentables.
SPIEGEL: ¿La
catástrofe equivocada en el momento equivocado?
Klein: El peor
momento posible. La conexión entre gases de invernadero y calentamiento global
viene siendo una cuestión política central para la humanidad desde 1988. Fue
precisamente la época en que cayó el Muro de Berlín y Francis Fukuyama
certificó “el fin de la Historia", la victoria del capitalismo occidental.
Canadá y los EE.UU. firmaron el primer acuerdo de libre comercio, que sirvió de
prototipo para el resto del mundo.
SPIEGEL: ¿De modo que
lo que dice usted es que empezó una nueva era de consumo y energía precisamente
en el momento en que la sostenibilidad y contención habrían sido más adecuadas?
Klein: Exacto. Y fue
precisamente en ese momento cuando nos dijeron que ya no había nada parecido a
la responsabilidad social y la acción colectiva, que deberíamos dejarlo todo al
mercado. Privatizamos nuestros ferrocarriles y la red energética, la OMC y el
FMI se comprometieron con un capitalismo desregulado. Por desgracia, esto
condujo a una explosión de las emisiones.
SPIEGEL: Usted es
activista y lleva culpando al capitalismo de toda clase de cosas a lo largo de
los años. ¿Le echa la culpa ahora también del cambio climático?
Klein: No hay razón
para ser irónicos. Las cifras cuentan cuál es la historia entera. Durante los
años 90, las emisiones se elevaron un 1% anual. Desde el año 200 han ido
subiendo una media del 3.4 %. Se exportó globalmente el sueño americano y se
expandieron rápidamente bienes de consumo que creíamos esenciales para
satisfacer nuestras necesidades. Empezamos a vernos exclusivamente como
consumidores. Cuando el comprar como forma de vida se exporta a todos los
rincones del globo, eso exige energía. Mucha energía.
SPIEGEL: Volvamos a
nuestra primera pregunta: ¿por qué no ha podido la gente detener este cambio?
Klein: Hemos
desechado sistemáticamente las herramientas. Hoy se hace mofa de regulaciones
de toda laya. Los gobiernos ya no aplican reglas severas que pongan límites a
las compañías petrolíferas y demás empresas. Estas crisis se nos ha venido
encima en el peor momento posible. Ya no nos queda tiempo. Estamos en un
momento de ahora o nunca. Si no actuamos como especie, nuestro futuro está en
peligro. Tenemos que reducir emisiones de modo radical.
SPIEGEL: Volvamos a
otra pregunta: ¿No está usted apropiándose indebidamente del cambio climático
para utilizarlo en su crítica del capitalismo?
Klein: No. El
sistema económico que hemos creado ha creado también el cambio climático. No me
lo he inventado. El sistema es inservible, la desigualdad económica es
demasiado grande y la falta de contención por parte de las compañías
energéticas es desastrosa.
SPIEGEL: Su hijo Toma
tiene dos años y medio. ¿En qué clase de mundo vivirá cuando salga del
instituto en 2030?
Klein: Eso es lo que
está decidiéndose ahora mismo. Veo señales de que podría haber un mundo
radicalmente distinto del que tenemos hoy en día, y de que el cambio podría ser
bien bastante positivo o extremadamente negativo. Ya es seguro que al menos en
parte será un mundo peor. Vamos a experimentar el cambio climático y bastantes
más desastres naturales, eso es seguro. Pero tenemos tiempo todavía para
impedir un calentamiento verdaderamente catastrófico. Tenemos tiempo asimismo
de cambiar nuestro sistema económico para que no se vuelva más brutal y
despiadado al enfrentarse al cambio climático.
SPIEGEL: ¿Qué puede
hacerse para mejorar la situación?
Klein: Tenemos hoy
que tomar algunas decisiones acerca de qué valores son importantes para
nosotros y cómo queremos de verdad vivir. Y, por supuesto, hay una diferencia
entre que la temperatura se eleve solo 2 grados o lo haga 4 o 5 o más. Todavía
nos es posible a los seres humanos tomar las decisiones correctas.
SPIEGEL: Han pasado 26
años desde que se fundó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
(IPCC - Intergovernmental Panel on Climate Change) en 1988. Sabemos como mínimo
desde entonces que las emisiones de CO2 causadas por quemar petróleo y carbón
son responsables del cambio climático. Pero poco se ha hecho por encarar el
problema. ¿No hemos fracasado ya?
Klein: Yo veo la
situación de modo diferente, dado el enorme precio que tendremos que pagar.
Mientras tengamos la menor oportunidad de éxito o de minimizar el daño, tenemos
que seguir luchando.
SPIEGEL: Hace varios
años, la comunidad internacional estableció un objetivo para limitar el
calentamiento global a dos grados centígrados. ¿Lo considera todavía
alcanzable?
Klein: Bueno,
todavía es una posibilidad física. Tendríamos que reducir inmediatamente las
emisiones globales en un 6% anual. Los países más ricos tendrían que
sobrellevar un peso mayor, lo que significa que los EE.UU. y Europa tendrían
que recortar emisiones entre un 8% y un 10% anual. Inmediatamente. No es
imposible, solo que es profundamente irreal políticamente con nuestro actual
sistema.
SPIEGEL: ¿Está usted
diciendo que nuestras sociedades no son capaces de hacerlo?
Klein: Sí.
Necesitamos un cambio espectacular, tanto en la política como en la ideología,
porque hay una diferencia fundamental entre lo que los científicos nos dicen
que tenemos que hacer y nuestra actual realidad política. No podemos cambiar la
realidad física, así que tenemos que cambiar la realidad política.
SPIEGEL: ¿Puede una
sociedad que se centra en el crecimiento combatir de verdad con éxito el cambio
climático?
Klein: No. Un modelo
económico basado en un crecimiento indiscriminado lleva inevitablemente a un
mayor consumo y a mayores emisiones de CO2. Puede y debe haber crecimiento en
el futuro en muchos sectores bajos en carbón de la economía: en tecnologías
verdes, en transporte público, en todas las profesiones que proporcionan
cuidados, en las artes y, por supuesto, en educación. Ahora mismo, el núcleo de
nuestro producto interior bruto comprende solo el consumo, las importaciones y
exportaciones. Ahí tiene que haber recortes. Cualquier otra cosa sería
engañarse.
SPIEGEL: El Fondo
Monetario Internacional afirma lo contrario. Dice que el crecimiento económico
y la protección del clima no se excluyen mutuamente.
Klein: No analizan
las mismas cifras que yo. El primer problema es que en todas estas conferencias
sobre el clima todo el mundo actúa como si fuéramos a llegar a nuestra meta por
medio de un compromiso propio y de obligaciones voluntariamente aceptadas.
Nadie le dice a las empresas petrolíferas que van a tener que ceder. El segundo
problema es que estas empresas van a luchar como fieras para proteger lo que no
quieren perder.
SPIEGEL: ¿En serio
quiere eliminar el libre mercado con el fin de salvar el clima?
Klein: No hablo de
eliminar mercados, pero nos hace falta mucha más estrategia, dirección y
planificación, y un equilibrio muy diferente. El sistema en el que vivimos está
abiertamente obsesionado con el crecimiento, considera bueno todo crecimiento.
Pero hay formas de crecimiento que está claro que no son buenas. Está para mí
claro que mi posición entra en conflicto directo con el neoliberalismo. ¿Es
verdad que en Alemania, aunque han acelerado ustedes el cambio a las
renovables, el consumo de carbón está en realidad aumentando?
SPIEGEL: Eso era
cierto entre 2009 y 2013.
Klein: Para mí eso
es expresión de su renuencia a tomar decisiones sobre lo que hace falta llevar
a cabo. Alemania tampoco va a cumplir su objetivo de emisiones en años
venideros.
SPIEGEL: ¿Es la
presidencia de Obama lo peor que podía haberle pasado al clima?
Klein: En cierto
modo. No porque Obama sea peor que un republicano, que no lo es, sino porque
estos ocho años fueron la mayor oportunidad desperdiciada de nuestras vidas. Se
daban los factores justos para una convergencia realmente histórica:
consciencia, apremio, ánimo, su mayoría política, el fracaso de los Tres
Grandes fabricantes de automóviles norteamericanos y hasta la posibilidad de
encarar a la vez el cambio climático y el fallido mundo financiero sin regular.
Pero cuando accedió al cargo no tuvo el valor de acometerlo. No venceremos en
esta batalla a menos que estemos dispuestos a hablar de por qué Obama consideró
que el hecho de tener control sobre bancos y compañías de automóviles era más
una carga que como una oportunidad. Estaba prisionero del sistema. No quiso
cambiarlo.
SPIEGEL: Los EE.UU. y
China llegaron finalmente a un acuerdo inicial sobre el clima en 2014.
Klein: Lo cual, por
supuesto, es algo bueno. Pero todo lo que puede resultar penoso en el acuerdo
no entrará en vigor hasta que Obama concluya su cargo. Con todo, lo que ha
cambiado es que Obama dijo: "Nuestros ciudadanos se están manifestando, no
podemos ignorarlo". Los movimientos de masas son importantes, tienen
repercusiones. Pero para empujar a nuestros líderes hasta donde tienen que
llegar, los movimientos tienen que hacerse aún más fuertes.
SPIEGEL: ¿Cuál debería
ser su meta?
Klein: En los últimos
20 años, la extrema derecha, la absoluta libertad de las empresas petrolíferas
y la libertad del 1% de los superricos de la sociedad se han convertido en
norma política. Tenemos que desplazar de nuevo el centro político
norteamericano de la franja derechista a su lugar natural, el verdadero centro.
SPIEGEL: Señora Klein,
eso no tiene sentido, porque es una ilusión. Piensa usted en abarcar demasiado.
Si quiere usted eliminar el capitalismo antes de pergeñar un plan para salvar
el clima, sabe usted que esto no va a suceder.
Klein: Mire, si
quiere usted deprimirse, hay muchas razones para ello. Pero seguirá usted
equivocándose, porque el hecho es que centrarse en cambios graduales
supuestamente conseguibles, como el comercio de emisiones y el cambio de
bombillas, ha fracasado miserablemente. En parte eso se debe a que en la
mayoría de los países, el movimiento ambiental ha seguido elitista,
tecnocrático y supuestamente neutral en lo político durante dos décadas y
media. Ya vemos hoy cuáles son los resultados: nos ha llevado por el camino
equivocado. Las emisiones están aumentando y aquí está el cambio climático. En
segundo lugar, en los EE.UU. todas las transformaciones importantes legales y
sociales de los últimos 150 años han sido resultado de movimientos sociales
masivos, ya estuviesen a favor de las mujeres, contra la esclavitud o en
pro de los derechos civiles. Necesitamos de nuevo esta fortaleza, y bien
rápido, porque la causa del cambio climático es el sistema político y económico
mismo. Su enfoque es demasiado tecnocrático y estrecho.
SPIEGEL: Si intenta
usted solucionar un problema específico dándole la vuelta a todo el orden
social, no lo va a resolver. Eso es una fantasía utópica.
Klein: Si el orden
social es la raíz del problema, no. Visto desde otra perspectiva, nadamos
literalmente en ejemplos de pequeñas soluciones: hay tecnologías verdes, leyes
locales, tratados bilaterales e impuestos al CO2. ¿Por qué no tenemos todo eso
a escala global?
SPIEGEL: ¿Está usted
diciendo que todos esos pequeños pasos – tecnologías verdes e impuestos al CO2
y un comportamiento ecológico individual – no tienen sentido?
Klein: No. Todos
deberíamos hacer lo que podamos, por supuesto. Pero no podemos engañarnos con
que eso sea suficiente. Lo que digo es que esos pequeños pasos seguirán siendo
demasiado pequeños si no se convierten en un movimiento de masas. Necesitamos
una transformación económica y política, que se base en comunidades más
fuertes, empleos sostenibles, mayor regulación y un alejamiento de esta
obsesión del crecimiento. Esas son las buenas noticias. Tenemos de verdad la
oportunidad de resolver muchos problemas de inmediato.
SPIEGEL: No parece
contar con la razón colectiva de políticos y empresarios.
Klein: Porque el
sistema no puede pensar. El sistema recompensa la ganancia a corto plazo, lo
que quiere decir beneficios rápidos. Fíjese en Michael Bloomberg, por
ejemplo...
SPIEGEL: …empresario y
antiguo alcalde de la ciudad de Nueva York…
Klein: …que entiende
la gravedad de la crisis del clima como político. Como empresario, prefiere
invertir en un fondo que se especializa en activos de petróleo y gas. Si una
persona como Bloomberg no puede resistirse a la tentación, se puede
asumir en ese caso que no es tan grande la capacidad de autoconservación del
sistema.
SPIEGEL: Un capítulo
especialmente inquietante de su libro es el de Richard Branson, presidente del
Grupo Virgin.
Klein: Sí, no me lo
habría esperado.
SPIEGEL: Branson ha
tratado de presentarse como un hombre que quiere salvar el clima. Todo empezó
en un encuentro con Al Gore.
Klein: Y en 2006 se
comprometió en un acto que acogía la Clinton Global Initiative a que invertiría
3.000 millones de dólares en investigación en tecnologías verdes. En aquella
época yo pensaba que sería una aportación realmente fantástica. Lo que no se me
ocurrió pensar es “qué cabrón tan cínico eres”.
SPIEGEL: Pero Branson
no estaba más que simulando y solo invirtió una parte de ese dinero.
Klein: Puede que
fuera sincero en ese momento, pero sí, se invirtió una parte.
SPIEGEL: Desde 2006,
Branson ha añadido 160 nuevos aviones a sus numerosas líneas aéreas y ha
incrementado sus emisiones en un 40%.
Klein: Sí.
SPIEGEL: ¿Qué
se puede aprender de esta historia?
Klein: Que tenemos
que poner en tela de juicio el simbolismo y los gestos que hacen las estrellas
de Hollywood y los superricos. No podemos confundirlos con un plan
científicamente serio para reducir emisiones.
SPIEGEL: En
Norteamérica y Australia, se gasta mucho dinero intentando negar el cambio
climático. ¿Por qué?
Klein: Es distinto
de Europa. Se trata de una indignación semejante a la de quienes se oponen al
aborto y el control de armas. No se trata sólo de que estén protegiendo un modo
de vida que no quieren cambiar. Es que han entendido que el cambio climático
pone en solfa el núcleo de su sistema de creencias contrario al gobierno y en
pro del libre mercado. De modo que tienen que negarlo para proteger su propia
identidad. Por eso por lo que existe esta diferencia de intensidad: los
liberales quieren actuar un poquito en la protección del clima. Pero al mismo
tiempo, estos liberales tienen una serie de cuestiones aparte que figuran de
modo más destacada en su agenda. Pero tenemos que entender que los más duros de
quienes niegan el cambio climático entre los conservadores harán todo lo que
esté en su mano para impedir que se actúe.
SPIEGEL: ¿Con estudios
pseudocientíficos y desinformación?
Klein: Con todo eso,
por supuesto.
SPIEGEL: ¿Explica eso
por qué relaciona todas esas cuestiones – cuestiones de medio ambiente,
igualdad, salud pública y trabajo – que son populares entre la izquierda? ¿Por
razones puramente estratégicas?
Klein: Esas
cuestiones guardan relación y nos hace falta asimismo relacionarlas en el
debate. Sólo hay un modo de vencer en una batalla contra un pequeño grupo de
personas que se te enfrentan porque tienen mucho que perder: hay que iniciar un
movimiento masivo que abarque a toda aquella gente que tiene mucho que ganar. A
quienes lo niegan solo se les puede derrotar si te muestras igual de apasionado
que ellos, pero también cuando eres superior en número. Porque la verdad es que
son realmente muy pocos.
SPIEGEL: ¿Por qué no
cree usted que la tecnología tenga potencial para salvarnos?
Klein: Se ha
producido un progreso tremendo en el almacenamiento de energías renovables, por
ejemplo, y en la eficiencia solar. Pero ¿en el cambio climático? Yo, en
cualquier caso, no tengo bastante fe como para decir: "Como ya nos
inventaremos algo en un momento dado, dejemos de lado todos los demás
esfuerzos". Eso sería una insensatez.
SPIEGEL: Gente como
Bill Gates ve las cosas de modo diferente.
Klein: Y yo
encuentro ingenuo su fetichismo tecnológico. En años recientes hemos sido
testigos de ciertos fracasos verdaderamente resonantes en los que algunos de
los tíos más listos metieron la pata hasta el fondo a una escala grandiosa, ya
fuera con los derivados que desencadenaron la crisis o la catástrofe
petrolífera de la costa de Nueva Orleans. En una gran mayoría, la gente,
nosotros, destrozamos las cosas y no sabemos luego cómo arreglarlas. Y ahora
mismo, lo que estamos destrozando es nuestro planeta.
SPIEGEL: Oyéndola, se
podría tener la impresión de que la crisis del clima es una cuestión de género.
Klein: ¿Por qué dice
usted eso?
SPIEGEL: Bill
Gates dice que tenemos que avanzar e idear nuevas invenciones para poner bajo
control el problema y, en última instancia, esta Tierra nuestra tan complicada.
Por otro lado, dice usted: parad, no, tenemos que adaptarnos a este planeta y
volvernos más livianos. Las compañías petrolíferas norteamericanas están
dirigidas por hombres. Y a usted, una mujer crítica, la describen como una
histérica. No resulta absurdo pensarlo, ¿verdad?
Klein: No. La
industrialización en su conjunto estaba emparentada con el poder, con ver si
sería el hombre o la naturaleza la que dominara la Tierra. A algunos hombres
les resulta difícil reconocer que no lo tenemos todo bajo control; que hemos
acumulado todo este CO2 a lo largo de los siglos y que la Tierra hoy nos dice:
mira, no eres más que un invitado en mi casa.
SPIEGEL: ¿Invitado de
la Madre Tierra?
Klein: Eso suena
demasiado cursi. Pero, con todo, tiene usted razón. La industria petrolífera es
un mundo dominado por los hombres, muy semejante en eso a las altas finanzas.
Es algo muy de machos. La idea norteamericana y australiana de
"descubrir" un país infinito y de que se puedan extraer inacabables
recursos entraña un relato de dominación, que representa tradicionalmente a la
naturaleza como una mujer débil y torpe. Y la idea de estar en relación de
interdependencia con el resto del mundo natural se considera una debilidad. Por
eso es por lo que les resulta doblemente difícil a los machos alfa reconocer que
se han equivocado.
SPIEGEL: Hay
en su libro una cuestión de la que parece querer desviarse. Aunque denigra
usted a las empresas, no dice usted nunca que sus lectores, que son clientes de
estas empresas, son asimismo culpables. Tampoco dice usted nada del precio que
tendrá que pagar cada uno de sus lectores por la protección del clima.
Klein: Oh, yo creo
que la mayoría de la gente estaría encantada de pagar por ello. Saben
que la protección del clima exige un comportamiento razonable: conducir
menos, volar menos y consumir menos. Estarían encantados de utilizar energías
renovables si se les ofreciera.
SPIEGEL: Pero la idea
no es lo bastante grande, ¿verdad?
Klein: (ríe) Exacto.
El movimiento verde pasó décadas instruyendo a la gente para que utilizara su
basura como abono, para que reciclara y montase en bicicleta. Pero fíjese en lo
que ha sucedido con el clima durante estas décadas.
SPIEGEL: ¿Es su manera
de vivir beneficiosa para el clima?
Klein: No lo
bastante. Voy en bicicleta, utilizo el transporte público, trato de dar charlas
por Skype, comparto un coche híbrido y he recortado mis vuelos hasta una décima
parte de lo que eran antes de empezar este proyecto. Mi pecado está en tomar
taxis y, desde que salió el libro, en volar demasiado. Pero no creo tampoco que
tenga que ser la gente perfectamente verde y que vive sin emitir CO2 la única
que deba hablar sobre esta cuestión. Si así fuera, entonces nadie podría decir
una palabra en absoluto.
SPIEGEL: Señora Klein,
gracias por esta entrevista.
Naomi Klein es autora, entre otros libros, de La
doctrina del shock y No Logo.
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