domingo, 8 de fevereiro de 2009
COMO AGEM HOJE OS GRANDES DEFENSORES DA GLOBALIZAÇÃO E DO NEOLIBERALISMO
La cláusula ´compre americano´ da alas al patriotismo económico
La presión sindical y del lobby del acero impulsa la limitación de las importaciones de Estados Unidos | El principio de la preferencia nacional reaparece en Europa bajo el empuje de la espiral de desempleo
J. Ramón González Cabezas, para La Vanguardia
La bandera del patriotismo económico izada en el Capitolio con la cláusula Buy american (compre norteamericano) ha dado alas al fantasma del proteccionismo que ronda las grandes economías golpeadas por la recesión. El fenómeno prende también en Europa y otras zonas del mundo, desde la industria al comercio, el ámbito laboral y las finanzas. "El proteccionismo ya no es un fantasma sino un riesgo real, un peligroso reguero de pólvora", afirma Fernando Ballabriga, director del departamento de Economía de Esade.
Bajo la doble presión del lobby siderúrgico y el poderoso conglomerado sindical AFL-CIO, el Senado estadounidense ha ratificado la polémica cláusula que pone coto a las importaciones de acero y hierro en el programa de obras públicas del plan de reactivación. Ante la alarma desatada en el resto de las potencias industriales y la Organización Mundial de Comercio (OMC), el propio Obama promovió un añadido que suaviza la cláusula al garantizar el respeto de los pactos internacionales. "El riesgo directo es limitado, pero la señal es fuerte y negativa", señala el economista Jean Pisani-Ferry, director del instituto Bruegel de Bruselas. "La crisis es global, y todos los países deben contribuir a la reactivación participando en el esfuerzo común, más que orientando el relanzamiento hacia los productos nacionales", añade. El director del influyente think tank europeo advierte que "la obstaculización del comercio internacional por la contracción del crédito ya es un vector de la aceleración de la crisis, y realmente no es cosa de añadir más problemas".
Alemania, primera potencia exportadora del globo (cerca de un billón de euros al año, el 40% del PIB) y sede de uno de los colosos de la siderurgia (ThyssenKrupp, 16. º grupo global), reaccionó de inmediato a través de la propia ÁngelaMerkel, quien advirtió a Obama que el retorno del proteccionismo, de efectos devastadores en la Gran Depresión entre 1929 y 1933, sería "una respuesta totalmente inapropiada a la crisis". Con casi 3,5 millones de parados (8,3%) y una poderosa economía en recesión, la dependencia de Alemania de las exportaciones la expone especialmente a los estragos de un rebrote proteccionista.
"Sería un error comenzar con un mensaje de que sólo nos preocupamos de nosotros mismos", admitió Obama en la cadena Fox al anticipar la enmienda del Senado a la cláusula introducida por la Cámara de Representantes en el plan de reactivación. En todo caso, el plan mantiene la exigencia de acero y hierro de fabricación nacional en las obras financiadas con fondos públicos, salvo por falta de disponibilidad suficiente o por encarecimiento superior al 25%. La partida de infraestructuras suma 90.000 millones de dólares (70.000 millones de euros) sobre el total de 800.000 millones (620.000 millones de euros) del plan aprobado por el Congreso. "Un programa de infraestructuras beneficia principalmente a las empresas nacionales, y nadie discute al Gobierno de EE. UU. el derecho a favorecer este tipo de inversiones, pero pretender, además, que cada viga de acero o cada cada gramo de cemento sean de origen estadounidense es a la vez absurdo y peligroso", dice Jean Pisani.
La cláusula compre norteamericano se inscribe sin embargo en el contexto de la ola de nacionalismo económico que asoma en las economías más castigadas por el paro. "La mayoría de los países europeos ya coquetea con el proteccionismo, empezando por el propio Gobierno español con el mensaje del ministro Miguel Sebastián para consumir productos españoles; es un ejercicio peligroso", advierte el profesor Ballabriga.
Francia también participa del amago de fiebre proteccionista al supeditar las ayudas al automóvil al compromiso de invertir únicamente en el país y comprar sólo a proveedores nacionales. La comisaria europea de la Competencia, Neelie Kroes, ha advertido que esta práctica puede desatar una espiral proteccionista en la propia UE, donde proliferan manifestaciones del mismo síntoma.
El mercado laboral es ya teatro de operaciones del virus de la preferencia nacional, como se vio en el áspero conflicto en la refinería de Total en Lindsey (Inglaterra) contra la contratación de extranjeros. "Es una señal de alerta y un riesgo", dice Jean Pisani. "Es muy chocante que los países que eran más abiertos - junto con España-sean los primeros en reaccionar. En estos países - añade-,la inmigración ha alimentado la burbuja, y ahora el reflujo amenaza con profundizar la caída". El director del instituto Bruegel cree, sin embargo, que "algunas disposiciones de la legislación europea sobre turnos de trabajo deben revisarse para aclarar los derechos de los trabajadores de empresas extranjeras". La crisis, en efecto, ha reavivado la pugna entre el interés nacional y la economía global.
Gran Bretaña es, también, escenario de otra versión del proteccionismo. "La devaluación de la libra esterlina está dando al Reino Unido una ventaja de competitividad sobre sus socios del mercado único que no pueden recurrir a la devaluación al estar sujetos al euro", advierte el profesor Ballabriga, quien también cita al sector financiero como escenario de fenómenos proteccionistas por las ayudas públicas a los bancos. "La mayor preocupación ahora es la evolución del sistema bancario", coincide Jean Pisani al considerar otras manifestaciones proteccionistas que podrían empeorar la crisis. "Los bancos han vuelto a descubrir que necesitan adosar a un Estado con capacidad para reflotarlos en caso de necesidad", declara. "Como contrapartida, los estados que ayudan a los bancos exigen que se comprometan a conceder créditos a las empresas y familias nacionales, y los bancos que se acogen a ello sacan las consecuencias prestando menos a los no residentes", explica el director del instituto Bruegel.
El Buy american ha servido en todo caso para abrir definitivamente el debate sobre el nacionalismo económico. "Es hora para los defensores del patriotismo económico de levantarse por su país". La soflama pertenece a Leo W. Gerard, líder del sindicato United Steel Workers y aliado de circunstancias del lobby empresarial del acero de EE. UU. En realidad, el país mantiene desde 1982 el principio de la preferencia nacional en la compra de acero para las obras con fondos públicos, pero los fabricantes dicen que no se aplica. Se cita el caso de la enorme verja de 1.250 kilómetros que surca la frontera con México, fabricada en su mayoría con acero chino, primer productor mundial.
Estados Unidos importa del 20% al 30% de su consumo de acero, y su producción propia ha caído a los niveles más bajos desde los ochenta. El crac inmobiliario y el desplome de la industria automovilística explican el violento parón. La World Steel Association ha certificado la caída de una quinta parte (24,3%) del acero producido en todo el planeta, donde sólo la colosal máquina siderúrgica china continúa creciendo aún al pasar del 36,4% al 36,8% de la producción mundial. Asia genera hasta el 58%.
En Estados Unidos la caída fue del 8,1%, y la UE, sede del mayor conglomerado siderúrgico del globo (ArcelorMittal) retrocedió el 5,3%. Pese al efectismo de la cláusula Buy american,algunos analistas relativizan sus efectos reales sobre el empleo en Estados Unidos, donde sólo salvaría un millar de empleos al aumentar la producción sólo 500.000 toneladas, según un estudio del Peterson Institute for International Economics.
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