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G. Buster · Carlos Girbau · · · ·
La misma semana que moría a los 102 años Benzion Netanhayu, padre del primer ministro de Israel, Benjamin Netanhayu, el concejal del ayuntamiento de Jerusalén y co-fundador del Comité Israelí contra la Demolición de Casas (ICAHD), Meir Margalit, fue llamado a declarar al ministerio de interior para responder por su actuación en la reconstrucción de casas palestinas en los Territorios Ocupados y Jerusalén Oriental.
Aparentemente nada une estos dos hechos. Sin embargo, tanto los elogios fúnebres pronunciados ante la tumba de Benzion Netanhayu como el interrogatorio al que fue sometido Meir Margalit son un testimonio de la profunda crisis política y moral en la que se encuentra Israel cuando termina uno de los períodos de gobierno más estables y largos liderados por el Likud, el partido de la derecha sionista.
Algo podría unir aun más a Benzion Netanhayu y a Meir Margalit. Ambos tienen sus orígenes políticos en el revisionismo sionista de Zeev Jabotinsky que, a pesar de su pasado de extrema derecha fascista, ha llegado a convertirse, con la crisis terminal del Partido Laborista, en una especie de "sentido común" del sionismo.
Jabotinsky fue uno de los primeros articuladores de la política del miedo, en un conflicto entre árabes y judíos que consideraba "natural" e innegociable: "… los asentamientos solo pueden desarrollarse bajo la protección de una fuerza independiente de la población local, detrás de un muro de hierro, que no puedan romper… es imposible un acuerdo voluntario. Mientras los árabes conserven una chispa de esperanza de librarse de nosotros, nada en el mundo les hará abandonarla, precisamente porque no son una ruina sino un pueblo viviente." (Ha´aretz 1923)
Pero el miedo al futuro solo es sostenible cuando se arrastra desde el pasado. Benzion Netanhayu, el último secretario de Jabotinsky, quiso demostrar que era infinito y universal porque hundía sus raíces en el odio racial a los judíos. Para ello escribió su tesis Los orígenes de la Inquisición en la España del Siglo XV, convirtiendo en argumento histórico la estrategia política del revisionismo sionista. Hasta el final de su larga vida fue un fanático defensor de la política del miedo, que su hijo ha sido capaz de llevar más allá, hasta la amenaza mesiánica de la destrucción de Israel por la bomba nuclear iraní. Es decir, el miedo se puede sentir y se puede infligir.
Meir Margalit fue militante de Betar, la organización juvenil del revisionismo sionista, participó en la creación del asentamiento de Netzarim en Gaza y vivió e infligió ese miedo en la guerra de Yom Kippur de 1973, en la que fue herido. Pero la política del miedo fracasó cuando tenía 21 años y, como para otras muchas personas, dejó de tener sentido. Meir Margalit ha dedicado el resto de su vida a teorizar y a practicar una política de la solidaridad. Comenzó como historiador, con su tesis sobre La emigración judía a Palestina durante el mandato británico (1920-1948), buscando las razones de quienes fracasaron en el proyecto colonizador y abandonaron el empeño sionista. Pero, sobre todo, se ha convertido en el intérprete y cronista de la política del miedo aplicada a la ciudad de Jerusalén con Descrimination in the Heart of the Holy City (IPCC, 2006), No Place Like Home: House Demolitions in East Jerusalem (ICAHD, 2007) y Seizing Control of Space in East Jerusalem (SAG, 2010).
El interés de quienes interrogaron a Meir Margalit en el ministerio de interior israelí no es meramente intelectual. Querían saber si había ayudado desde el ICAHD a reconstruir cerca de 1.000 viviendas palestinas en los Territorios Ocupados, incluyendo unas 200 en Jerusalén Oriental. Margalit reconoció que, efectivamente, algo había ayudado, pero que en cualquier caso no se trataba de una violación de la legislación israelí, porque de acuerdo con el derecho internacional esta no puede aplicarse a unos territorios ocupados militarmente.
El objetivo del ministerio de interior es ante todo pedagógico: quiere reinstaurar la política del miedo como una conducta refleja condicionada, tanto en la población palestina ocupada como en la judía ocupante. Nada más eficaz que las demoliciones de casas, porque ¿cómo negociar la paz entre iguales con quien te ha tirado abajo tu casa? Es una herramienta perfecta para instaurar el miedo en ambos sentidos.
No es la primera vez que el ministerio de interior emprende una operación pedagógica en este sentido, para inculcar el miedo en los ciudadanos israelíes que no lo tienen o lo han superado. Meir Margalit ha sido ya interrogado y amenazado en otras ocasiones y el co-fundador de ICAHD, Jeff Harper, fue condenado en su día a seis meses de "trabajos comunitarios" por obstruir una demolición. Pero Meir Margalit es además concejal y responsable de la zona oriental en el Ayuntamiento de Jerusalén. No solo es un obstáculo militante, es además un obstáculo institucional.
Desde hace algunos años, más de un centenar de jóvenes brigadistas del Reino de España se han sumado a los campamentos de verano del ICAHD para reconstruir casas palestinas demolidas por las autoridades israelíes. Han vivido de cerca la contradicción "natural" e "innegociable" entre la política del miedo y la política de la solidaridad; han pasado miedo y han sido solidarios, superando y negando el miedo. Meir Margalit ha sido uno de sus principales maestros y guías en esta experiencia.
La situación política en la zona no puede ser peor. El gobierno Netanhayu, coalición de la derecha extrema y de los remanentes agónicos del laborismo, ha conseguido, a golpe de construcción de asentamientos ilegales, bloquear y llevar el proceso de paz a un callejón sin salida. Como la resistencia nacional palestina no es ya suficiente amenaza para sostener su política del miedo, dado que la injustificada brutalidad del Estado israelí está cada vez más cuestionada y la idea de un estado palestino avanza, eso sí, a durísimas penas en la arena internacional, el enemigo exterior ocupa cada vez más espacio en el discurso del miedo. Irán y el peligro de un ataque nuclear en un futuro sin determinar son hoy el eje del mismo. Como el miedo exterior es poco consistente, es importante reforzarlo internamente y "reeducar" sin contemplaciones a lo que queda del movimiento por la paz y la solidaridad con Palestina en Israel. Las amenazas e intimidaciones se multiplican a ambos lados del muro de hierro de Jabotinsky.
A pesar de los esfuerzos de los constructores de muros de hierro, la política del miedo, sin embargo, fracasa una y otra vez. Conduce a un circulo vicioso, sin salida que, como ha señalado Ilan Pappé, solo puede superarse con el reconocimiento del carácter colonizador del proyecto sionista y de su actual hijo, el Estado de Israel. No es posible un proceso de paz basado en la política del miedo, cuyo principal objetivo es negar el derecho de autodeterminación del pueblo palestino.
Se nos olvidaba: Meir Margalit es además miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso y nuestro compañero y amigo. Con otros muchos, hemos comenzado una campaña de solidaridad con él, que se inicia con una recogida de firmas en http://www.change.org/petitions/israeli-minister-of-internal-affairs-support-human-rights-defender-meir-margalit
Por favor, únete.
Referencias:
-La disidencia en Israel: entrevista con Meir Margalit, coordinador del Comité Israelí Contra la Demolición de Casas www.nodo50.org/averac/La%20disidencia%20en%20Israel.doc
-Entrevista con Meir Margalit en el Ateneu Roig de Gracia http://www.youtube.com/watch?v=LrOYvjhoK5Y&feature=related)
Gustavo Buster es miembro del comité de redacción de Sin Permiso, Carlos Girbau es coordinador del Foro Social de Madrid
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