Simón Bolivar:
Robert Mur, para La Vanguardia
En la entrada de los baños de El Pobre Diablo, popular bar de Quito, hay una paródica réplica del salón Amarillo del palacio presidencial de Carondelet, donde ayer Rafael Correa recibió a la prensa extranjera. En ambos salones están todas las imágenes de los presidentes de Ecuador. Además de la premeditada ubicación urinaria, la diferencia estriba en que al pie de cada cuadro de la estancia original sólo figura el periodo en años de mandato de cada presidente, mientras que en el falso salón se detallan hasta los días, para evidenciar que muchos de sus inquilinos permanecieron apenas días en el cargo. Por cierto, en el bar falta el retrato del nuevo líder de la oposición a Correa, el ex militar Lucio Gutiérrez. "Alguien no soportó ver a Lucio, está en recuperación", reza un cartel donde debería estar la foto.
Los periodistas que frecuentan el bar ahora están en el salón original, frente a un Correa exultante y de buen humor, que explica una anécdota ocurrida por la mañana y que refleja que en Ecuador no hay tregua. La inquina que la revolución ciudadana desata en las clases más altas la vivió el propio presidente cuando su coche se paró junto otro en un barrio residencial de Quito. "¡Te vas a caer!", le dijo desde el auto una "pelucona", término que los correístas han popularizado para referirse a los millonarios. "¡Al día siguiente de ganar las elecciones!", exclama Correa ante la prensa.
Antes de llegar al amarillo salón, el presidente ha pasado por uno de los patios de palacio para ver cómo los funcionarios le dan la bienvenida en su primer día como mandatario reelecto. Cuando aparece Correa, los empleados públicos sueltan decenas de globos verde eléctrico, color corporativo de Alianza País, el movimiento oficialista.
Y después del contacto con los periodistas, el mandatario sale al balcón del palacio para presenciar el tradicional cambio de guardia de los lunes. La plaza de la Independencia, también conocida como plaza Grande, está repleta y la gente se entremezcla con los llamativos y azulados granaderos de Tarqui, que conforman la guardia presidencial.
Tras la ceremonia, Correa es aplaudido por el público y especialmente jaleado por un grupo de seguidores que portan banderas eléctricas y cantan lemas socialistas. "¡Pelucón, pelucón, ya vas a ver ahora que los pobres ratificamos el poder!", cantan como si hubieran escuchado la anécdota de Correa. "¡Alerta, alerta, alerta y camina, la espada de Bolívar por América Latina!", repiten. "¡Una sola vuelta!", claman para recordar la histórica victoria de su líder. "¡Viva la revolución ciudadana!", gritan ya sin el presidente en el balcón y antes de pasar a frases relativas a tempestades más duras, recogiendo los vientos sembrados por Correa. "¡Abajo la prensa corrupta!", "¡Abajo el Canal 4!", clama el grupo mientras paradójicamente algunos de ellos ofrecen declaraciones a los periodistas.
Ecuador acelera su revolución, su nueva era. La última pregunta de los corresponsales la había hecho, en inglés, una periodista estadounidense que buscaba confirmar si el presidente aumentará el gasto público. Ante la obviedad, Correa respondió también en inglés: "That´s the new age in Ecuador".
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