segunda-feira, 1 de dezembro de 2014

Belleza y policía

 
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La muerte de Aura Rosser

 Peter Linebaugh

Aura Rosser, una cuarentona negra, madre de tres hijos, murió a causa de los
disparos de la policía aquí, en Ann Arbor, el 9 de noviembre de 2014.
¿Qué clase de ser humano era? De momento, la respuesta depende de lo que
la policía sugiera (drogadicta) y lo que se refiere que ha dicho su hermana
(artista). No deseo hacer reflexiones biográficas o psicológicas sobre ella, pero
su muerte suscita otras dos preguntas que merecen ser objeto de reflexión.
¿Qué clase de seres humanos somos? ¿En qué vamos a convertirnos?
La policía, llamada para que interviniera en una pelea doméstica, respondió
disparándole en la cara cuando ella se acercó desde la cocina, supuestamente
con un cuchillo de pescado en la mano. Según su hermana, solía cocinar
cuando no se encontraba bien. De hecho, tenía experiencia en el sector
hostelero por haber trabajado en restaurantes de Detroit, Lansing y Okemos.
De acuerdo con lo declarado por su hermana, era “muy artista. Estaba metida a
fondo en pintar al óleo y con acrílico. Era una chica de las cultivadas”,
proseguía su hermana, “era una chica de verdad dulce. Salvaje. Extrovertida.
Elocuente”.


Según las noticias y los relatos de la policía, Aura Rosser se convirtió en adicta
a la cocaína o el “crack”. Verdadero o falso, la información vincula su
fallecimiento a los campos internacionales de la muerte, a la violencia de la
producción en Colombia, la violencia del tráfico en México. Raúl Zibechi y
Gustavo Esteva, ambos comentaristas bien informados, concluyen que los
narcodelincuentes y políticos se han fundido en el narcoEstado. En septiembre,
43 estudiantes y profesores “desaparecieron” en México gracias a una
combinación de autoridad corrupta y terroríficos cárteles de la droga. Estos
estudiantes y profesores del estado de Guerrero eran (¿son?) jóvenes y están
comprometidos con ideales de justicia y subsistencia para todos.


No puedo considerar simplemente “un error” la muerte de Aura Rosser a
manos de la policía. Es esencial que la justicia de la gente se vea bien servida
en el caso de este homicidio por una investigación rigurosa y abierta de los
policías que dispararon. La policía llevará cabo su propia investigación secreta,
pero eso es algo totalmente insuficiente. Un Estado policial no es solo un
Estado de ilegalidad y fuerza, es un Estado secreto. Ese es otro vínculo entre
lo local y lo global. Edward Snowden, revelador de los secretos [de la NSA], ha
acabado en el exilio tras haber mostrado que el gobierno espiaba nuestras
comunicaciones telefónicas y electrónicas. Bien sea a escala municipal, del
condado, del estado, federal o internacional, el secretismo es la máscara del
terror o del delito.


Evidentemente el homicidio de Aura Rosser pertenece a un contexto más
amplio, en el que se incluye la violencia racista contra la gente de color:
Emmett Till, Oscar Grant, Trayvon Martin, Michael Brown. Aura Rosser era de
Detroit; se había graduado en el Instituto Técnico de Cass, en Detroit. Su vida
coincidió con la deliberada destrucción de la vida saludable y prometedora en
Detroit. De un lado, la ciudad de Detroit ha quebrado a causa del robo del
capital que crearon generaciones de trabajadores y la eliminación histórica de
toda la infraestructura (energía, carreteras) y el sistema de fábricas del régimen
de automovilismo del siglo XX. Por consiguiente, se ha vaciado, consumido,
contaminado la ciudad, teniendo un agua potable que se ha privatizado
¡precisamente en la región del planeta que contiene el mayor volumen de agua
dulce!


Puesto que Aura Rosser tenía aspiraciones de artista, esto debería motivarnos
para comprender su homicidio en un contexto, por otro lado, que es lo contrario
dialécticamente de la pauperización de la ciudad, a saber, la lucha por un
futuro digno de vivirse para la gente del común y el ejercicio de la imaginación
a tal fin. Detroit en situación de extrema necesidad tiene un pasado y un
presente de fabulosa creatividad gracias a sus trabajadores y estudiantes, lo
que dio como resultado no sólo los afamados murales de la civilización
automovilística obra del gran artista mexicano, [Diego] Rivera, homenaje al
hermoso movimiento de trabajadores del siglo XX, sino de constantes
innovaciones sociales, políticas y musicales contra el racismo, la opresión y la
explotación creadas por su gente del común, sobre todo por gente negra.
Este vasto tesoro de experiencia humana anticapitalista es bien conocido a lo
largo y ancho de las partes más perspicaces del mundo. Me refiero, por
ejemplo, al movimiento de jardinería urbana, al antiguo poeta laureado del país,
Philip Levine, al sonido Motown, al Centro Grace Lee Boggs, a los perdurables
anarquistas del Fifth Estate, a la perspectiva global de los trabajadores locales
del automóvil, a la Liga de Trabajadores Revolucionarios Negros, DRUM,
ELRUM, &c., y a la tremenda reparación de la dignidad contra la “niggermation”
La muerte de Aura Rosser [sobreexplotación de la clase obrera negra] de las líneas de montaje, que todo el mundo sabe que se deletrea R-E-S-P-E-T-O. Esta creatividad ha dependido
de la colectividad, la imaginación y la heterogeneidad de la gente. Cualquiera
familiarizado con esta historia sabe que es hermosa.


La belleza suscita admiración, sobresale por su gracia, deleita al ojo, al oído, al
gusto, al cuerpo y por último a ese órgano descuidado tan a menudo, la mente.
En respuesta a la pregunta “¿En qué clase de seres humanos vamos a
convertirnos?”, la belleza hace sus propuestas de aspiración. No puede
florecer, ni existir siquiera, en condiciones de homicidio, fealdad, privación,
avaricia, enfermedad y sed. Sin embargo, esta es la realidad.


¿Cómo vamos, por tanto, a escapar del dilema entre la fea realidad y la justa
aspiración, si no es gracias a las energías de la juventud que se mueve fuera
de la caja inerte de papeles sociales degradantes, o mediante las visiones de
artistas que puedan avizorar otro mundo posible? Sin embargo, es esto lo que
está siendo destruido por la inhumana organización del narcoEstado; es esto
lo que impide el Estado policial.


La belleza se refiere, dicho de otro modo, no sólo a las facultades emocionales,
espirituales y sensoriales sino también a las intelecctuales y morales. Es
también política. Nuestros antepasados de hace cien años en Chicago la
llamaban, cuando luchaban por una sociedad de igualdad y justicia, “la
hermosa idea”. La condición fundamental de la abolición de la esclavitud que
ha sido cimiento del racismo en los EE.UU. es la noción revolucionaria de “lo
negro es hermoso”: “Black is beautiful.”


La belleza, por supuesto, tiene una dimensión filosófica, la “estética”. La
palabra proviene del griego y se refiere a la percepción de lo sensual material.
“An-estésico” significa sin estética, sin sentimiento. La anestesiología
complementa la cirugía induciendo la incapacidad de sentir dolor. La
drogadicción mata el sentimiento y puede matar el poder de la imaginación,
ese poder de ser hermoso que es lo que el planeta necesita hoy más que
nunca. El Estado policiaco y el narcoEstado están interrelacionados en un
hediondo cenagal de secretismo y violencia.


Mucha gente, la gente joven sobre todo, pero no sólo, desea convertirse en
artista, o encuentra al menos una práctica artística en la comida, la pintura, el
teatro, la cerámica, la madera o el metal, la escultura, la música, la edificación,
la poesía, la escritura. Este deseo guarda relación con el impulso de escapar
de la miseria actual. Es un impulso que exige valor para seguirlo puesto que,
en primer lugar, debe rebasar el constante énfasis en conseguir un trabajo con
el fin estrictamente utilitario de obtener ingresos y lograr una seguridad que
sólo está disponible mientras los beneficios los maximice el Uno %. Hace falta
valor por otra razón, así como debido a que se requiere movilizar ingentes
poderes del espíritu humano para superar los desastres ecológicos a los que
nos enfrentamos.


El Estado policial necesita sus apologistas, por vulgar o refinado que sea el
caso. La activista y periodista canadiense Naomi Klein acaba de publicar un
La muerte de Aura Rosser libro para nuestro época, This Changes Everything: Capitalism vs. the
Climate. [Esto lo cambia todo: el capitalismo contra el clima]. Lo ningunea por
completo con un tufo esnob la escritora Elizabeth Kolbert, del New Yorker. Así
lo desmantela: “En lugar de ‘decrecimiento’ [Naomi Klein] ofrece ‘regeneración’,
un concepto tan jovialmente borroso que no intentaré siquiera explicarlo. La
regeneración, escribe Klein, ‘es activa: nos convertimos en participantes plenos
en el proceso de maximizar la creatividad de la vida”. Esta es una actitud de
clase dominante. Se niega a argumentar mirando en cambio desdeñosamente
desde lo alto. No hay revolución en la historia humana que no empezara con
“borrosa jovialidad”, el no a la esclavitud, digamos, o el fin de semana o el agua
dulce. El artista, el joven y el activista se niegan a aceptar el mundo tal cual es.
Otro mundo es posible. De aquí la importancia de la creatividad, la belleza y la
imaginación y por qué el activista y el artista son aliados.


No estoy convencido de que la policía esté persiguiendo una política de
destrucción deliberada de activistas y artistas, aunque desde luego la policía
está descontrolada. Tienen demasiadas armas, y como vimos el verano
pasado, son armas de guerra, sobrante barato desechado del Pentágono y sus
guerras secretas. La forma de prevenir equivocaciones con las armas consiste
en empezar por no disponer de ellas. Quizás podemos comenzar por
responder a las llamadas que alertan de peleas domésticas sin armas y hacerlo
combinadamente con la eliminación de las causas de esas peleas. Del mismo
modo que puede disminuirse poco a poco el arsenal nuclear o eliminar las
armas químicas, la policía podría reducir igualmente su armamento personal e
institucional. Lógicamente, luego debemos:


Desarmar a la policía


Se dirá que son castillos en el aire. Quizás. Pero consideremos esto. Hubo una
época en Toledo, en el estado de Ohio, en que la policía iba realmente
desarmada. Así sucedió en la época en que (“Golden Rule”, [“Regla de Oro”])
Jones fue alcalde entre 1897 y 1904. Cito del artículo de Robert Bremner
sobre las políticas policiales de Toledo que apareció en el American Journal of
Economics and Society, volumen 14, nº. 4 (julio de 1955).


No estaba en contra de la policía de por sí. Lo primero que hizo Jones fue
introducir la jornada de 8 horas cuando antes los agentes de policía trabajaban
en turnos de 12. Toledo tenía en aquella época un problema de drogas,
alcoholismo, gente sin techo y vagabundos. Perry Knapp, jefe de policía de
Jones, dio instrucciones a sus agentes para que no acosaran a la gente por ser
pobre o no tener hogar. “El objetivo de sus medidas consistía en hacer que la
gente cumpliera los derechos de las clases desprivilegiadas, tan
escrupulosamente como se hacía con los de las clases más opulentas”.
“No obstante, la reforma más característica aplicada por Jones y Knapp en el
cuerpo de policía fue la que motivó la más enérgica desaprobación de parte de
los elementos de ley y orden de la ciudad, la retirada de los garrotes de la
policía. En sí mismo, privar a la policías de sus garrotes era poca cosa. Como
la eliminación de las señales ‘Prohibido pisar la hierba’ de los parques de
Cleveland, derivaba su importancia de que comprometía a la administración
La muerte de Aura Rosser con un nuevo punto de vista”. Su teoría es que la policía debería servir en lugar de reprimir. Ese era el “nuevo punto de vista”.


Brand Whitlock, que le sucedió como alcalde entre 1906 y 1914, fue autor de
un libro humano y generoso titulado On the Enforcement of Law in
Cities [Sobre el cumplimiento de la Ley en las ciudades] (1910). Explicaba: “No
creo que la forma de moralizar a las personas consista en atizarles en la
cabeza con porras de policía: creo que es mucho mejor crear condiciones tales
como para que tengan la oportunidad de crecer fuertes y saludables
físicamente, y después de eso puedes confiar en que sean bastante buenos”.


Concebían la Ley como derecho natural con consentimiento popular. Estos tres
hombres – Samuel “Golden Rule” [“Regla de Oro”] Jones, Perry Knapp, el jefe
de policía, y Brand Whitlock, también alcalde – eran tipos cultos, como Aura
Rosser, esa “chica de las cultivadas”. Les encantaba la poesía. Leían a Ralph
Waldo Emerson, a Walt Whitman y a Paul Lawrence Dunbar.


Jones oficiaba a veces de juez en el tribunal de policía. No creía que la prisión
sirviera de nada. Tomaba decisiones lógicas pero nada convencionales, hasta
extravagantes. Así por ejemplo, “en cierta ocasión en que le trajeron a un
hombre acusado de robar pan de una panadería y éste demostró que no había
podido conseguir trabajo y que su familia necesitaba comida, Jones multó a
todos los presentes en la sala del tribunal con diez céntimos y a sí mismo con
un dólar por vivir en un país en el que la situación social empujaba a un
hombre a robar”.


De modo que si nuestra experiencia histórica puede proporcionarnos alguna
guía para nuestro futuro, parece que la experiencia de Toledo a comienzos del
siglo XX fue que el desarme de la policía como medio de eliminar su función
represiva podía tener éxito si se realizaba en paralelo a la redistribución de la
riqueza. No es más que sensatez.
Sin embargo, no bastan el desarme y la redistribución del dinero. Debe cambiar
el “punto de vista”, toda la disposición mental. Y eso comienza con el principio
de reparación o justicia reparatoria, la esencia de la comunidad. En México se
apela a la “rabia de la dignidad”. Debe ser también la nuestra.


Peter Linebaugh es profesor de Historia en la Universidad de Toledo. The London Hanged y (con Marcus Rediker)

La hidra de la Revolución: la historia oculta del Atlántico revolucionario (trad. castellana: Editorial Crítica, Barcelona, 2005). En Serpientes en el jardín se incluye su ensayo sobre la historia del Día de Mayo. Su último libro es el Manifiesto de la Carta Magna (California Univ. Press, Berkeley, 2009), del que hay buena traducción castellana publicada por la editorial madrileña Traficantes de Sueños.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

sinpermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de subvención
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http://www.counterpunch.org/2014/11/21/beauty-and-police/

quarta-feira, 15 de outubro de 2014

ÉBOLA E A INDÚSTRIA FARMACÊUTICA



 
Obra de Hieronymus Bosch



Epidemia de ébola
 
Joe Krishnan
 
El científico que dirige la respuesta del Reino Unido a la pandemia de ébola ha lanzado un ataque devastador a la gran industria farmacéutica, acusando a los gigantes del sector, entre ellos a las compañías GlaxoSmithKline (GSK), Sanofi, Merck y Pfizer, de no haber fabricado una vacuna, no porque no fuera posible, sino porque “no era negocio”.

La epidemia de ébola de África Occidental, que hasta ahora se ha cobrado bastante más de 2.000 vidas, podría haberse evitado desde el principio si se hubiera desarrollado una vacuna y se hubiera hecho acopio de una cantidad adecuada de dosis, cosa que según el profesor Adrian Hill, de la Universidad de Oxford, era factible. Un equipo dirigido por el profesor Hill comienza ahora las pruebas con una vacuna experimental contra el ébola, desarrollada deprisa y corriendo en una carrera desesperada por frenar la propagación del virus en Guinea, Sierra Leona y Liberia. Si supera los ensayos de seguridad y eficacia se podrían utilizar 10.000 dosis de la vacuna –desarrollada conjuntamente por la compañía británica GSK y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE UU– para proteger al personal sanitario de África Occidental de aquí a diciembre. No obstante, el profesor Hill ha declarado que el hecho de que no se dispusiera de una vacuna para poner coto a la enfermedad cuando surgió el primer brote en Guinea hace seis meses constituye un “fallo de mercado” del sistema comercial de producción de vacunas, que está dominado por la gran industria farmacéutica.

La dimensión del brote de ébola y la devastación que está causando en pérdidas de vidas humanas y colapso social hizo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ordenara una aceleración sin precedentes de los procesos normales de producción de medicamentos. Los expertos están estudiando diez posibles tratamientos y vacunas del ébola que todavía no están autorizados, entre los que la vacuna de GSK/NIH es una de las más prometedoras. Se ha decidido prescindir de los procedimientos de aprobación, que normalmente duran hasta 15 años, para poner a punto lo antes posible medicamentos y vacunas. Ya se ha utilizado el fármaco experimental ZMapp, desarrollado por Mapp, una pequeña empresa biofarmacéutica de EE UU, para tratar al menos a siete pacientes –cuatro de ellos occidentales–, mostrando resultados prometedores en ensayos con primates. Ahora las existencias se han agotado, pero el gobierno de EE UU ha entregado a Mapp 25 millones de dólares para acelerar la producción.

El viernes, la OMS se reunió en Ginebra para evaluar las opciones, pero concluyó que a pesar de las medidas extraordinarias, “ no se prevé que para antes de finales de 2014 haya disponibles nuevos tratamientos o vacunas suficientes para un uso extendido”. Junto con la vacuna de GSK/NIH, que se ensayará en Oxford con voluntarios sanos dentro de dos semanas, hay una vacuna canadiense que también parece prometedora y se está ensayando en EE UU. El profesor Hill explicó que la vacuna de GSK/NIH, que se basa en una cepa del virus del resfriado de chimpancé llamada ChAd3, se desarrolló inicialmente en EE UU para su uso potencial frente a un atentado bioterrorista y que solo existía gracias a los cuantiosos fondos de financiación otorgados a las vacunas destinadas a la defensa.

A la pregunta de por qué no había una vacuna autorizada, el profesor Hill dijo: “ Bueno, ¿quién fabrica las vacunas? Hoy en día, la producción comercial de vacunas está monopolizada por cuatro o cinco megaempresas –GSK, Sanofi, Merck, Pfizer–, que figuran entre las compañías más grandes del mundo. El problema es que incluso si se descubre una vía para crear una vacuna, si no tiene un gran mercado las grandes empresas consideran que no vale la pena… La vacuna contra el ébola para las personas que más la necesitaban no era negocio debido, en primer lugar, a la naturaleza del brote; en segundo lugar, al número de personas que probablemente se verían afectadas, que hasta entonces se consideraba que sería reducido; y en tercer lugar, al hecho de que la gente afectada se halla en algunos de los países más pobres del mundo y no pueden pagar una nueva vacuna. Es un fallo del mercado. ”

Dijo que la creación de una vacuna contra el ébola era “técnicamente más factible” que otras vacunas contra enfermedades graves y más extendidas como la tuberculosis, el sida y la malaria, que reciben más fondos de financiación. “Esto nos enseña algo”, añadió, “ y es que si se hubiera invertido en la búsqueda de una vacuna contra el ébola y esta estuviera disponible al aparecer el brote, la epidemia se podría haber cortado de raíz, al tener la posibilidad de vacunar a la región en que todo comenzó. Lo que ocurrió en Guinea es que se descontroló y se propagó. Si se invierte en la producción de una cantidad relativamente pequeña de vacunas que estén disponibles en el lugar preciso, tan pronto como ocurre algo se pueden ahorrar enormes cantidades de dinero, aparte, claro, de preservar muchas vidas .”

Una vez se ha desencadenado la epidemia, las autoridades públicas han de colaborar ahora con la industria farmacéutica para impulsar el desarrollo de vacunas contra “enfermedades epidémicas” como la del ébola, además del sars (síndrome respiratorio agudo y grave), el Marburg y el Chikungunya, dijo el profesor Hill, con el objetivo de crear reservas en países vulnerables. En un ensayo con 16 primates infectados por el virus ébola, una única dosis de ChAd3 bastó para proteger a los 16 animales. En las pruebas con humanos participan 140 personas sanas, 60 británicas y 80 residentes en Mali y Gambia. GSK ya está impulsando a marchas forzadas el desarrollo de la vacuna y espera tener 10.000 dosis disponibles a finales de año. Si se demuestra que es segura y eficaz, la vacuna se administrará al personal sanitario de los países afectados por el ébola. Cientos de trabajadores y trabajadoras han muerto a raíz de la epidemia actual y muchos se niegan a acudir al trabajo.

Un portavoz de la Asociación de la Industria Farmacéutica Británica ha declarado que las empresas del sector “ están comprometidas desde hace tiempo en la lucha continua contra las enfermedades infecciosas. La epidemia del ébola es un problema global y requiere una respuesta multilateral que ha de incluir la cuestión del control de la infección. La cooperación con las autoridades y los medios académicos competentes de todo el mundo sigue siendo un aspecto consustancial al enfoque del sector .”

Confinamiento de la población

Sierra Leona anunció ayer un confinamiento de cuatro días a escala nacional, en un intento desesperado de detener la propagación del ébola. La epidemia ya ha segado la vida de más de 2.100 personas en África Occidental desde el mes de marzo, y las cifras publicadas por las Naciones Unidas muestran que hasta el pasado viernes Sierra Leona había registrado 491 muertes. En un intento de frenar el avance de la infección y permitir al personal sanitario aislar los casos recientes de la enfermedad, se prohíbe a la población salir de sus casas entre el 18 y el 21 de septiembre. Más de 21.000 personas vigilarán el confinamiento. Ibrahim Ben Kargbo, asesor del grupo de trabajo nacional sobre el ébola, dijo que esta dura iniciativa era “ necesaria para hacer frente de una vez por todas a la propagación del ébola”. Médicos sin Fronteras ha declarado que la medida comporta el riesgo de que las víctimas pasen a la “clandestinidad” y aumente el riesgo de propagación del virus. La lucha contra el ébola ya se ha visto dificultada por la desinformación y la desconfianza del personal sanitario.



The Independent
Traducción de Viento Sur
http://www.vientosur.info/spip.php?article9465

segunda-feira, 18 de agosto de 2014

Argentina: Soberanía y deuda externa




Adolfo Pérez Esquivel · · · · · 


Desde la época de la dictadura militar y la política económica impuesta por Martínez de Hoz, el país quedó amarrado hasta el día de hoy a los tribunales de EEUU y otros poderes y al modelo de desarrollo consolidado bajo la fuerza extorsiva del endeudamiento.
Ningún gobierno cuestionó la legitimidad o legalidad de la deuda generada durante la dictadura – con excepción del intento frustrado del Presidente Alfonsín y su primer Ministro de Economía – pese a que afecta grave y continuamente al pueblo y a la soberanía nacional.
Todos los gobiernos que precedieron al actual actuaron de la misma forma: ocultaron la verdadera situación del país y asumieron la deuda sin separar lo legítimo de lo ilegítimo. Firmaron tratados de libre comercio y de “protección a las inversiones”, ejecutaron las políticas de ajuste y privatización impuestas, y así llegamos al 2001 con todas sus consecuencias.
Tanto los gobiernos de Néstor como de Cristina Kirchner continuaron con la misma política, negándose a bajar el cuadro de la Deuda de la pared y manteniendo el sometimiento del país a tribunales extranjeros, cediendo la soberanía nacional. En otros términos, consolidaron la transformación del país en una colonia de las grandes potencias y empresas, que imponen las condiciones de financiamiento, inversión y comercio y la jurisdicción de tribunales o foros arbitrales, como Nueva York o el CIADI, que siempre los van a beneficiar.
Muchas organizaciones intentaron acercarse al gobierno para tratar la situación de la deuda externa y proponer alternativas ciertas, como la realización de una auditoria participativa e integral y la nulidad de las renuncias soberanas. Lamentablemente sin resultado, pese al antecedente valioso de Ecuador, ya que hasta ahora tanto el gobierno como el Parlamento, se niegan a investigar para determinar si realmente hay deuda legítima pendiente de pago.
Es preocupante que casi todos – el gobierno más la gran mayoría de la oposición – parecen desconocer el juicio sobre la deuda externa iniciado por el patriota Alejandro Olmos en el año 1982 y concluido en el 2000. El Poder judicial no ha declarado aún las nulidades respectivas ni seguido con ahínco las causas pendientes. El Poder ejecutivo tampoco ha impulsado los juicios y acciones complementarias correspondientes en función de las más de 470 ilicitudes comprobadas por el juez Ballestero en su decisión en la causa Olmos. Y el Parlamento ha omitido actuar sobre la misma para determinar las responsabilidades políticas de una deuda que continúa provocando graves daños al país.
En varias oportunidades fuimos al Congreso, con Alejandro Olmos y otros, tratando de reunirnos y a conversar con diputados y senadores. Pero siempre fue casi imposible. Si lográbamos reunir uno o dos, eran muchos; la indiferencia y falta de conocimiento de la situación y consecuencias de la deuda externa para el país, por parte de los legisladores, era casi total.
Hasta el día de hoy, han pasado otros 14 años y los diputados y senadores no han mostrado todavía la sabiduría y compromiso necesarios para cumplir con uno de sus mandatos constitucionales, indelegables: el de “arreglar” la deuda. Por eso las consecuencias de la misma siguen agravándose, provocando situaciones como la actual con la transferencia permanente de capitales a la especulación y la usura internacional y el juicio en los EEUU con sus fallos tan predecibles a favor de los “fondos buitre” que compran por nada y quieren llevar todo. Las consecuencias para el pueblo son siempre las mismas: mayor empobrecimiento, falta de recursos para el desarrollo del país, la salud, educación y la necesidad siempre pendiente de privilegiar la deuda interna con los derechos del pueblo y de la naturaleza.
Lo ocurrido con el embargo a la Fragata Libertad en Ghana fue grave y afectó la soberanía nacional, como ahora pasa con las amenazas de posibles embargos y bloqueos de fondos del país. El comportamiento de la justicia estadounidense – no sólo el juez Griesa sino además, la Cámara de Apelaciones y la propia Corte Suprema de EE.UU. – muestra con todo su peso que no toda ley es justa, ni tampoco ciego el Poder judicial.
Pero son conclusiones absolutamente previsibles y seguirán corriendo, y mal, a nuestro país, si no se encare a fondo el raíz del problema que no son los buitres precisamente, sino la entrega de nuestra soberanía a toda calaña de buitres que anda volando, tanto por aquí como por allá, y la negativa a asumir la ya comprobada ilicitud e ilegitimidad de la deuda. No sólo es repudiable la deuda hoy en garras de los buitres reconocidos sino toda la deuda pública, acumulada desde tiempos de la dictadura sobre la base de la represión, el fraude y la complicidad, la nacionalización de las deudas de las grandes empresas privadas, la fuga de capitales y otros crímenes más.
El gobierno debiera repensar la política a seguir y no caer en el “masoquismo político”, sabiendo los resultados que le espera, pero insistiendo en la misma receta. Es necesario recuperar la soberanía y fortalecer la capacidad de nuestro pueblo e instituciones para defendernos. Pero en vez de avanzar por ese camino, el gobierno con total impunidad e irresponsabilidad continúa sometiendo al país a tribunales extranjeros y ocultando al pueblo las cláusulas secretas, como en los acuerdos con Chevrón.
Hemos denunciado en reiteradas oportunidades que Chevrón es una empresa que escapó del Ecuador, siendo condenada por la justicia de ese país a pagar 9 mil millones de dólares por los daños ambientales, como a las comunidades indígenas, que rechazó reparar. Chevrón se niega a pagar, y la justicia ecuatoriana logra embargar sus inversiones en Argentina por los daños causados. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de la Argentina levanta el embargo a Chevrón, a fin de acordar con el gobierno nacional la explotación con el sistema del fracking en Vaca Muerta, en la provincia del Neuquén.
Una empresa con esos antecedentes actúa con total impunidad; hay que estar atentos a la situación y la explotación de los recursos energéticos, como el petróleo y el gas en la Provincia del Neuquén, en un país que ha renunciado a su soberanía y quedado a la merced de quienes pretenden ser sus acreedores.
El otro antecedente preocupante a tener en cuenta es el acuerdo reciente con China, ya que reitera el gobierno la misma política de renunciar a la soberanía nacional, sometiéndose incluso a los tribunales de Gran Bretaña.
¿Pueden explicar por qué el gobierno se niega a actuar sobre las investigaciones y decisiones de la justicia argentina, o de realizar una Auditoria para separar la deuda legítima de la ilegítima e investigar los daños causados por la deuda externa e ilegítima al país? ¿Cuáles son los motivos para que el Parlamento y el Poder Judicial omiten impulsar las acciones que les competen al respecto?
Hoy el país sufre las consecuencias de la incapacidad y falta de voluntad política de parte de sus diversas autoridades, situación que genera mayor empobrecimiento, marginalidad y pérdida de los bienes comunes, que son patrimonio del pueblo y de la naturaleza y no del gobierno de turno.
Organizaciones sociales, de derechos humanos, sindicatos, movimientos populares y religiosos están movilizados reclamando a los tres poderes estatales argentinos –el Poder Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial-, que asumen sus responsabilidades de acuerdo a la Constitución Nacional y los derechos humanos.
Y que abran instancias de dialogo con todos los sectores sociales, sindicales y políticos, que deben ser escuchados en el ejercicio democrático para buscar salidas superadoras de los errores cometidos.-
Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nobel de la Paz


Fontes: 
Texto: http://www.sinpermiso.info/
Imagem: http://bodyart.batanga.com/

terça-feira, 25 de março de 2014

Sobre la cobardía y la irrelevancia de la ciencia social académica



Anthony DiMaggio · · · · · 

23/03/14

El último libro del economista francés Thomas Piketty está siendo objeto de muchos comentarios: todavía hay esperanzas en la educación superior para los intelectuales serios y los académicos decentes. El libro, Capital in the Twenty-First Century [El capital en el siglo XXI] acaba de salir este mes y plantea graves cuestiones sobre el valor de la ciencia social académica dominante.

Piketty es bien conocido por tenerla tomada con la academia: la acusa de producir montañas de basura de escaso valor práctico para la sociedad y para las políticas públicas. Tras conseguir una sólida posición académica en el MIT a sus tempranos veinte a comienzos de los 90, decidió volver a Francia. Según cuenta él mismo, "no me parecía muy convincente el trabajo de los economistas estadounidenses". Sus colegas "andaban demasiado preocupados por ínfimos problemas matemáticos que sólo les interesaban a ellos". El consejo de Piketty a los académicos futuros: "empezad con cuestiones fundamentales y tratad de dar buena cuenta de ellas". Piketty ha seguido desde luego su propio consejo. Junto con su colega, el economista Emanuel Sáez, ha logrado la celebridad en los últimos años produciendo investigaciones que marcan un hito en el estudio de la desigualdad sin precedentes actualmente existente en los EEUU del incipiente siglo XXI. Analizando datos fiscales del IRS [siglas del Internal Revenue Service, el servicio de estudios de la Hacienda norteamericana; T.], Piketty y Sáez han demostrado que, a mitad de la primera década de este siglo, la desigualdad en los EEUU alcanzó cotas nunca vistas desde el comienzo de la Gran Depresión. El uno por ciento más rico de los norteamericanos –eso mostraban sus datos— se lleva una cuarta parte de todo el ingreso anual anterior a la recaudación fiscal.

Las conclusiones de Piketty y Sáez resultan demoledoras para los numerosos mandarines, columnistas y tertulianos que insisten machaconamente en que la desigualdad no es un problema grave en los EEUU de hoy, y que Norteamérica sigue siendo el "país de las oportunidades" para todos quienes estén "dispuestos a trabajar lo suficientemente duro". En realidad, los EEUU ostentan –sólo sobrepasados en eso por Canadá— la segunda más baja "tasa de fuga" de la pobreza de todos los países ricos, del primer mundo. Los norteamericanos se descubren trabajando más horas por menos salario y entre constantes incrementos generalizados del coste de la vida. La investigación de Piketty y Sáez abre también grandes boquetes en la inveterada conclusión –muy común entre los economistas— de que el neoliberalismo de "libre mercado" produce resultados óptimos para las masas norteamericanas. Si la desigualdad sigue creciendo en una era en la que los trabajadores se ven trabajando más y más horas, eso habla mal del potencial de movilidad económica ascendente.

Volviendo al asunto de la academia, Piketty tiene un arsenal de palabras poco amables para los académicos actuales: "Para decirlo llanamente, la disciplina de la teoría económica tiene todavía que superar su pueril pasión por las matemáticas y por la especulación puramente teórica, a menudo superlativamente ideológica y siempre a expensas de la investigación histórica y de la colaboración con otras ciencias sociales… Ser economista académico en Francia ofrece una gran ventaja: aquí los economistas no son demasiado respetados en el mundo académico e intelectual o entre las elites políticas y financieras. Están obligados a dejar de lado su desdén por otras disciplinas y esa absurda pretensión de mayor legitimidad científica a pesar de no saber casi nada de casi todo. Ese es en cualquier caso el encanto de la disciplina y de las otras ciencias sociales en general: uno empieza desde la casilla uno, de manera que alguna esperanza hay de hacer progresos substanciales… la verdad es que la teoría económica no debería haberse empeñado jamás en divorciarse de las otras ciencias sociales, porque sólo podrá progresar con ellas. Las ciencias sociales, todas ellas, saben demasiado poco como para perder el tiempo en necias rebatiñas sobre fronteras disciplinarias. Si tenemos que hacer progresos en nuestra comprensión de la dinámica histórica de la distribución de la riqueza y la estructura de las clases sociales, es obvio que tenemos que adoptar un enfoque pragmático y hacernos con los métodos de los historiadores, los sociólogos, los politólogos y también los economistas… Las disputas disciplinarias y las guerras de posición por lindes carecen de importancia."

Me puedo sumar a los comentarios de Piketty. Los problemas detectados en la teoría económica son comunes en todas las ciencias sociales. Mi propia disciplina –la ciencia política— esta dominada desde hace tiempo por la sobrespecialización y la oscuridad: plagada de académicos excavando en nichos extremadamente angostos y planteándose una y otra vez cuestiones de utilidad práctica limitada, por decir lo menos. Es un problema muy embarazoso, francamente. Para dar un ejemplo, los congresos profesionales de ciencia política reproducen una y otra vez "investigación" de baja calidad, carente totalmente de relevancia para el norteamericano medio. Un subcampo en auge en la ciencia política es nada menos que la investigación del modo de medir el fenómeno político, sin la menor noción o visión de la vida política o del mundo político propiamente dicho. A esa investigación se la conoce como "metodología política". Un aura de mística rodea a ese subcampo a medida que crece en prominencia. Lo abrazan muchos politólogos envidiosos de la teoría económica. Los politólogos están convencidos de que si buena parte de la investigación cuantitativa producida por la disciplina parece demasiado complicada de entender (buena parte de la misma está escrita en ecuaciones formales y no habla de nada en particular, limitándose a presentar oscuras pruebas estadísticas), entonces debe ser "buena" y un indicio de pensamiento "superior" y gran "pericia" profesional. En realidad, ese trabajo a menudo lo desarrollan aspirantes a matemáticos sin nada que decir sobre una vida política real de la que todavía saben menos. Sus adeptos no gastan su tiempo en observar el proceso político: poco tienen, pues, que ofrecer al conocimiento del mundo real. Toda la pericia estadística del mundo de poco vale, si no sabes nada de tu objeto de estudio. Para demostrar cuán lejos se halla esa investigación de las masas de norteamericanos, reparen ustedes en los títulos de estos trabajos académicos presentados a un congreso nacional venidero de ciencia política:

* "Los ajustes para los sesgos de confusión con tratamiento multivariable: el registro covariado de propensión equilibrada en los regímenes de tratamiento categórico"

* "¿El mejor de los mundos posibles? Puesta a prueba de la robustez en modelos transversales de series temporales con tratamientos ficticios alternativos plausibles"

* "Evaluación de la robustez de los estimadores con la técnica del número de elementos bajo errores métricos aleatorios y no aleatorios"

* "Test empírico del Lapso Espacial-Autoregresivo frente a los Componentes de Error Inobservados Espacialmente Correlacionados"

Sí, sí, han leído ustedes bien. Yo habría sido incapaz de inventarme títulos así. Es triste, pero los trabajos en otros subcampos de la ciencia política (los subcampos supuestamente conectados con la política real) no suelen ser mejores en lo tocante a sus alcances prácticos. La estrecha superespecialización y la capitulación del grueso de los programas de investigación en punto a suministrar herramientas para mejorar la democracia y la transparencia política se traslucen en títulos como estos:

* "The Role of Nominal Level Legislative Careers in Explaining Constituency Service in Parliament under Mixed-Member Electoral Rules: The Hungarian Case" [El papel de las carreras legislativas de nivel nominal en la explicación del servicio al elector en el Parlamento bajo reglas electorales con membrecía mixta: el caso de Hungría]

* "Autocontrol y receptividad al marco afectivo: un test crítico de la Carga Cognitiva y el Agotamiento del Ego

* "¿Los nenes, bien? Evidencia de los efectos heterogéneos de los medios de comunicación que generan empatía a partir de encuestas y experimentos de campo"

* "Carga de trabajo, delegación y la conexión electoral: evidencia a partir de la Ley de Comercio Interestatal de 1887"

* "Evaluación del destino de los nombramientos judiciales interpartidistas bajo el sistema bipartidista de Nueva York para nombrar jueces de distrito federal: 1977-1998"



Es sólo una pequeña fracción de los miles de trabajos presentados cada año en mi disciplina. En Norteamérica se asiste al desarrollo de carreras académicas enteras sin el menor interés por el modo en que podrían reasignarse los recursos con vistas a fortalecer el bien común. Los doctorandos de ciencias sociales raramente son socializados por sus directores de tesis o sus tutores en la comprensión de la importancia de producir investigación que sea de utilidad en el mundo real. Lo más común es tomar como indicio de seriedad y "potencial" académico la producción de todo lo contrario: publicar en revistas académicas esotéricas muy prestigiosas, leídas sólo por un pequeño puñado de científicos sociales dispersos por todo el país. Esos trabajos son totalmente ignorados por los políticos, porque están escritos en un lenguaje arcano y rebosante de jerga, jamás escritos pensando en lectores ajenos al ínfimo club de iniciados en la ciencia política. La disciplina ha enviado un claro mensaje al mundo: cuanto más difícil de entender resulta la investigación y cuanta menos gente la lea, tanto más seria y estimable es la capacidad intelectual de su autor.

Lleva razón Piketty en su condena de la autocastración de unas ciencias sociales en pos del prestigio y desdeñosas de los descubrimientos prácticos y del compromiso político. Resultar irrelevante para el mundo político no hace a la propia investigación interesante o valiosa: pero este mensaje encuentra oídos sordos en las enquistadas ínsulas en que se han convertido los departamentos de ciencias sociales. Una razón capital del desdén de los académicos por el compromiso político es la cobardía. La gran mayoría de académicos han sido socializados durante toda su vida en la creencia de que tienen que mantener siempre la "objetividad" y de que tomar posición en un asunto resultaría herético. El grueso de los académicos opera con mentalidad de manada: tienen pánico al comportamiento no convencional. Produciendo investigación de interés para el mundo real, uno desafía las reglas sagradas que gobiernan la ciencia social "objetiva" que celebra las agendas de investigación esotéricas. Salir de esa vía trillada pondría en peligro el prestigio de uno y se correría el riesgo de que los colegas te vieran como "poco profesional". Ese tipo de presiones logran que los académicos sean parte del problema, no parte de la solución. Sus vidas están diseñadas para no desafiar el status quo del poder político y económico ni las injusticias que los rodean.

Tal vez algún día los académicos de la corriente principal se verán urgidos a producir investigación interesante y útil para la mejora de la sociedad. Un cambio radical así sólo tendrá lugar merced a la presión exterior del contribuyente norteamericano y de la opinión pública. Los padres (financiadores de esta vergüenza de investigación académica) y los contribuyentes al fisco tendrán que presionar a las universidades y centros de educación superior para que reevalúen sus prioridades y dejen de asignar recursos valiosos a las necias (y estériles) agendas de investigación que campan hoy por sus respetos en la academia norteamericana. Hay demasiado en juego como para permitir que los académicos sigan despeñándose por los derrotaderos de la irrelevancia.

Anthony DiMaggio es doctor en ciencia política por la Universidad de Illinois, Chicago. Entre sus libros: Mass Media, Mass Propaganda (2009), When Media Goes to War (2010), Crashing the Tea Party (2011), así como The Rise of the Tea Party (2011). 

Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella

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http://www.counterpunch.org/2014/03/21/on-the-cowardice-irrelevance-of-social-science-scholars/

Fonte da Imagem:  http://monkeyandlokison.wordpress.com/

quarta-feira, 12 de março de 2014

Enseñar a los niños que los dinosaurios no existieron: cómo las escuelas públicas suspenden en temario


Marion Maddox · · · · · 

La educación religiosa en las escuelas australianas deberían pasar a examen: la mayoría de los padres no desean que a los niños se les enseñe Creacionismo o que a sus hijas les digan que sus pezones son una “tentación para los hombres”.

‘El director de una escuela primaria victoriana calificó, la semana pasada, las lecciones de su escuela como “basura”, “huecas y de retórica vacía” y con “absolutamente ningún valor”. Canceló las clases de Formación Religiosa Específica y explicó que:


Aprobaba y aceptaba ciegamente esas actividades en mi escuela hasta que empecé a fijarme en el material y a fijarme todavía más en las mismas lecciones que los voluntarios estaban impartiendo. Concluí que tanto el material como los maestros asociados y los métodos de enseñanza simplemente no alcanzaban los estándares de calidad de la práctica educativa que esta escuela precisa.  
Una maestra que se encontró con que en la clase de Formación Religiosa Específica de su hijo se enseñaba que los “dinosaurios nunca existieron” (simplemente Dios plantó los registros fósiles), calificó las clases de “mal gusto”, “ofensivas” e “inaceptables”.

Una directora de escuela primaria exigió una disculpa y ahora está organizando una investigación departamental después de que los voluntarios para la formación religiosa dieran a los niños de sexto año un sermón aconsejando a las chicas cómo evitar que sus pezones fueran “una distracción y tentación para los hombres”, que explicaba que las esposas deben “someterse” a los maridos y que instruía a los niños para no caer en la homosexualidad. Ella calificó el material de “completamente inapropiado”, “en contra de los valores fundamentales de la escuela” y añadió que “escupe sobre todo lo que hacemos”.

Pero esto no es nuevo. “La imagen de la educación en religión…es, en el mejor de los casos, una hora libre; y en el peor, un caos indescriptible”, se quejaba un pastor anglicano de la Iglesia de Newcastle Synod, según se publicó en el Newcastle Herald en 1969. Las principales iglesias ya se habían retirado a la hora de ofrecer formación religiosa en el sur de Australia, algo que ya había comenzado con los metodistas en 1968. Durante los setenta, los gobiernos de Tasmania, de Victoria, del sur y oeste de Australia llevaron a cabo una investigación sobre la Formación Religiosa. En 1980, Nueva Gales del Sur hizo lo mismo.
Todos registraron frustraciones familiares: la Formación Religiosa segregaba a los niños bajo el criterio de la religión, cuando la esencia de las escuelas públicas es la inclusión; dando lugar a múltiples dolores de cabeza para su organización en tanto que aumentaba el número de familias  (y de iglesias) que no hacían nada al respecto. Se recurrió a voluntarios, cuyas mejores aptitudes eran la fe y el entusiasmo, en lugar de la capacidad para enseñar o el conocimiento sobre la materia. Era injusto, ya que las religiones minoritarias tenían problemas a la hora de encontrar voluntarios, lo que dejaba a los niños mal atendidos; mientras que las visitas breves, semanales, hacían imposible construir ninguna relación significativa entre la clase y el monitor. 
Las demandas estatales abogaron por sustituir o complementar la Formación Religiosa con una “Educación General Religiosa”, en la que maestros profesionales –mejor que voluntarios- enseñaran sobre las diferentes religiones –no solo una- así como creencias no-religiosas, como parte del itinerario docente, durante las horas lectivas –no en grupos segregados por religión-.
En los 34 años tras la última investigación estatal, la Educación General Religiosa se ha estandarizado en Inglaterra, Irlanda, en la mayoría de la zona oeste de Europa y en Quebec, pero en Australia se implementó muy poco o nada, aunque en algunos estados se imparte entre los 11 y los 12 años. Empeorando todavía más la situación, en la medida en que las principales iglesias dejaron por imposible la la Formación Religiosa, los predicadores apocalípticos y los contrarios a las teorías de la evolución a menudo rellenaron el hueco.
Tras conducir seguimientos y entrevistas en 23 escuelas públicas de Nueva Gales del Sur y en Queensland entre 2009 y 2012, la investigadora en educación Cathy Byrne se encontró con que los voluntarios para la Formación Religiosa Específica “preferían de manera significativa enfoques conservadores” a sus materias más que los mismos padres, directores o maestros profesionales.
Por ejemplo, cuando se preguntó sobre si se conseraba que la Biblia debía enseñarse como “un hecho” y de ahí “ser aceptada sin cuestionamiento”, los padres y los profesionales de la educación se inclinaron a favor  del cuestionamiento; mientras los voluntarios de la Formación Religiosa se inclinaron hacia la “infalibilidad de la Biblia”, por el punto de vista de que todo el texto de la Biblia está libre de error de ningún tipo. En casi un cuarto de las escuelas, Byrne se encontró con enseñanzas del tipo en que los alumnos o sus familias o amigos “arderían en el infierno” si no creían la versión de los voluntarios. 
Los defensores del sistema actual a menudo sostienen que tales cosas son aberraciones. Evonne Paddison, consejero delegado de Acces Ministries, cuyos voluntarios distribuyeron el sermón del aviso sobre los pezones, dijeron que su organización se sentía absolutamente decepcionada por el incidente y que continuaría investigando qué fue lo que sucedió.   
Sin embargo, el sistema actual hace imposible eliminar tales farsas por adelantado. En su lugar, los padres desconcertados son abandonados sin saber adónde ir. Las quejas a las escuelas tienden a ser desviadas a las organizaciones proveedoras. A menudo han declarado abrigar intenciones tales como usar las escuelas públicas como un “campo misionero” en los que “hacer discípulos” (Paddison) o “bombardear las escuelas estatales de Nueva Gales del Sur con el evangelio” de manera que “muchas vidas jóvenes se verán transformadas a través del Señor Jesucristo”  (GenR8 Ministries).

En respuesta a la sugerencia de que “la Formación Religiosa no tiene valor en un sistema educativo seglar”, Paddison escribió en 2011: “considero que todas las fes juegan un valioso papel en dar forma a nuestra comprensión de quiénes somos como individuos y como miembros del pueblo global.” Los padres, los directores y los maestros están de acuerdo. También los comités de investigación de hace trenta años o más. Sin embargo, resulta duro pensar en una manera menos efectiva de fomentar tal “comprensión” que la de segregar a los alumnos por el criterio de la religión, enseñándoles que el resto de los demás grupos están equivocados. Las investigaciones del Estado propusieron itinerarios docentes para ayudar a los niños a aprender sobre las diversas religiones y las tradiciones no religiosas, en clases impartidas por maestros profesionales, vinculados a los temas del resto del itinerario docente y con todos los alumnos aprendiendo juntos.

El informe de Steinle del sur de Australia, publicado en 1973, propuso la cota de que los estudiantes que hubieran completado su itinerario docente a los 12 años habrían conseguido “una mejor comprensión de sí mismos y de sus creencias”, que entenderían “la presencia y la influencia de la religión en la vida y en la sociedad” y de que ganarían “un mayor respeto y tolerancia hacia los otros y sus creencias”.
Cuarenta años después, todavía suena revolucionario.
Marion Maddox escribe regularmente en The Guardian
Traducción para www.sinpermiso.info de: Betsabé García Álvarez
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El resurgimiento del determinismo biológico en la era neoliberal


Pankaj Mehta · · · · ·

La historia está plagada de ejemplos aterradores acerca del abuso de la teoría de la evolución para justificar la dominación y la desigualdad. Bienvenidos a una nueva era de determinismo biológico.


Si usted quiere entender por qué los humanos se declaran la guerra, existe un gen para eso. ¿Cómo podemos comprender por qué los hombres violan a las mujeres? Existe un gen para eso. ¿Cómo se explican las diferencias de los "caracteres nacionales" del Extremo Oriente, Occidente y África? También sabemos qué genes se ocupan del asunto. De hecho, si hiciéramos caso de lo que dicen muchos medios de comunicación de masas, existe un gen para casi cualquier desigualdad e inequidad de la sociedad moderna.

El determinismo genético y su detestable primo, el darwinismo social, están de vuelta. Equipados con inmensas bases de datos genómicos y un profuso arsenal de técnicas estadísticas, un pequeño pero ruidoso grupo de científicos tiene la determinación absoluta de dar con la fundamentación genética de todo lo que somos y de todo lo que hacemos.

La relación existente entre la genética y el determinismo biológico es casi tan vieja como el propio campo de conocimiento. Al fin y al cabo, uno de los institutos de investigación genética modernos más prominentes, el Cold Spring Harbor Laboratory, empezó siendo un instituto eugenésico, cuyas actividades incluían "actuar como grupo de presión en favor de una legislación eugenésica para restringir la inmigración y esterilizar a los "defectuosos", educar a la población sobre salud eugenésica y propagar las ideas eugenésicas".

La última oleada de determinismo biológico es una continuación de esta larga tradición, pero con diferencias significativas en relación a los enfoques del pasado. Estamos en los albores de la era genómica; una era en la que los avances en biología molecular permiten medir de forma muy precisa las más diminutas diferencias genéticas entre humanos. Combinado con el hecho de que vivimos en una nueva Gilged Age en la que una reducida elite global tiene acceso a, y necesidad de justificación de, la posesión de cantidades ingentes de riqueza y poder, entonces las condiciones son harto propicias para un peligroso resurgimiento del determinismo biológico.

Los límites de la genética mendeliana y el abuso de los nuevos estudios de asociación del genoma completo

Hoy cuesta 5.000 dólares secuenciar un genoma identificando los seis millones de bases de Adenina, Citosina, Timina y Guanina [A, C, T, G] que definen el ADN de un individuo. En poco tiempo aún costará menos, mucho menos. Se nos dice que estamos en un momento completamente revolucionario. Con acceso franco a información genética detallada, los profesionales médicos y los expertos genetistas pronto podrán identificar qué enfermedades estamos más predispuestos a contraer y ayudar a prevenirlas o a minimizar su impacto mediante la "medicina personalizada".

El conocimiento científico obtenido a partir de estos datos no tiene un valor incalculable. Estamos empezando a comprender cómo evolucionan los virus, las mutaciones genéticas que provocan cánceres y la base genética de la identidad celular. La revolución de la secuenciación nos ha permitido estudiar las bases moleculares de la regulación genética e identificar nuevos y asombrosos actores como el ARN no codificante y las modificaciones de la cromatina. Estamos reformulando todas las ideas recibidas acerca de la biología.

Uno de los resultados más sorprendentes de los nuevos estudios basados en la secuenciación tiene que ver con las similitudes entre humanos, puesto que cada uno de nosotros se diferencia del resto solamente en el 0,1% del ADN. Sin embargo, este 0,1% del genoma da lugar a las variaciones que vemos entre personas en rasgos como el color de la piel, la estatura y la propensión a enfermar. Un objetivo importante de la genética moderna consiste en tratar de relacionar una variante genómica particular con un rasgo o enfermedad concretos. Para ello, los científicos están desarrollando potentes herramientas estadísticas de nuevo cuño que permitan analizar una gran cantidad de datos de secuencias de poblaciones de todo el mundo.

No hay ninguna duda acerca de la existencia de una relación entre los genes y las características observables. Los padres altos tienden a tener hijos altos. Los padres de piel cobriza tienen hijos de piel cobriza. La idea de que los rasgos son hereditarios ha quedado bien establecida desde que Mendel codificara sus famosas leyes de la herencia, que infirió a partir de la observación estadística de más de 29.000 plantas de guisantes. En la genética clásica mendeliana distintos genes que codifican distintas características pasan a sus descendientes de forma independiente unos de otros. Por lo tanto, hay una clara correlación entre información genética o genotipo y rasgos observables o fenotipo. Un solo gen (técnicamente, un locus o ubicación de un gen concreto) codifica un rasgo único y no se ve afectado por los demás rasgos que una persona posea. Además, los factores ambientales tienen poca influencia sobre la mayoría de los rasgos mendelianos. La anemia falciforme y la fibrosis quística constituyen ejemplos bien conocidos de esto, cada una causada por una mutación en un gen concreto.

Sin embargo, ahora sabemos bien que los supuestos subyacentes a la genética mendeliana no son aplicables a la mayoría de los rasgos y enfermedades. Casi todos los fenotipos, desde la estatura y el color de los ojos a enfermedades como la diabetes, emergen de interacciones extremadamente complejas entre los genes múltiples (loci) y el medio ambiente. A diferencia de lo que ocurre con la genética mendeliana, donde puede identificarse fácilmente el gen que codifica un rasgo particular, para muchos rasgos no existe una correspondencia simple entre genotipo y fenotipo.

El ingente volumen de datos actualmente disponibles de la secuenciación del ADN ha llevado a muchos científicos a creer que hay un modo de lidiar con este problema. Para ello, están desarrollando nuevas herramientas científicas y estadísticas dirigidas a analizar y obtener información genética de los datos secuenciados. El objetivo de estos estudios de asociación del genoma completo (GWAS, en inglés) es proporcionar un modelo para descifrar la información contenida en nuestro ADN e identificar las bases genéticas de enfermedades y rasgos complejos. Los GWAS constituyen un elemento básico de la moderna genética de poblaciones. Esto se refleja en el aumento astronómico de la cantidad de estudios de asociación del genoma completo publicados en la última década, que han pasado de cifras de un solo dígito en el año 2005 a superar los mil trescientos en la actualidad. Hay estudios GWAS sobre estatura, peso al nacer, enfermedad inflamatoria intestinal, cómo responden las personas a vacunas o fármacos concretos, cánceres, diabetes, enfermedad de Parkinson y muchos otros. En realidad, son tantos los GWAS en desarrollo que ha habido que crear herramientas visuales específicas para que asistan a los científicos y estos puedan hacerse una idea cabal de los resultados de todos estos estudios.

Dada la prevalencia creciente de los GWAS, es pertinente que expliquemos la base lógica subyacente a los mismos. Los conceptos de variaciones fenotípicas y genéticas juegan un papel central en los GWAS. La variación fenotípica se define como la variación de un rasgo en una población (como la distribución de la estatura en la población masculina en Estados Unidos). Obsérvese que para definir la variación fenotípica debe especificarse una población. Se trata de una preceptiva elección a priori en punto a construir un modelo estadístico. A menudo, la elección de la población constituye una importante fuente de sesgos, puesto que en los GWAS hay implícitos muchos supuestos de carácter social (esto resulta particularmente cierto en estudios que traten de comprender la variación genética entre grupos "raciales").

Los GWAS tratan de explicar estadísticamente la variación fenotípica observada en términos de la variación genética en la misma población. Aquí es donde brilla con luz propia la genómica moderna. Mientras que en la era pre genómica había que realizar un trabajar ímprobo para medir la variación genética en un solo locus, ahora puede conocerse la variación genética de miles de personas mediante la consulta de datos públicamente accesibles de todo el genoma. La mayoría de GWAS se centran en polimorfismos de nucleótido único (SNPs, en inglés): variaciones de la secuencia de ADN que ocurren en una sola base en el genoma (e.g. AAGGCT vs. AAGTCT). Los científicos han observado aproximadamente 12 millones de SNPs en poblaciones humanas. Esta cifra puede parecer increíblemente grande, pero en el ADN humano hay 6.000 millones de bases. De modo que, de todas poblaciones humanas de las que se han tomado muestras, sólo un 0,2% de las bases de ADN exhiben diferencias entre todas las poblaciones estudiadas en muestras. Para un rasgo como la estatura, hay cerca de 180 SNPs conocidas que pueden coadyuvar a la variación de la altura en los humanos.

El propósito de los GWAS es relacionar la variación genotípica con la variancia fenotípica. A menudo esto se expresa mediante el concepto de heredabilidad, que busca la partición de la variancia fenotípica en un componente genético y un componente medioambiental. Hablando llanamente, la heredabilidad se define como la fracción de la variación fenotípica que podemos atribuir a la variación genética. Una heredabilidad igual a cero significa que toda la variancia fenotípica es medioambiental, mientras que una heredabilidad igual a uno significa que es por completo genética.

Tras el concepto de heredabilidad subyace todo un mundo de supuestos simplificadores acerca de cómo funciona la biología y de cómo interactúan los genes y el entorno, todo ello mediado por un sinfín de modelos estadísticos complicados y obtusos. La heredabilidad depende de las poblaciones elegidas y de los ambientes analizados en los experimentos. Incluso la distinción entre medio ambiente y genes es hasta cierto punto artificiosa. Como señala Richard Lewontin:

"La relevancia misma de la naturaleza física del medio ambiente viene determinada por los propios organismos (…). Una bacteria que vive en un líquido no siente la gravedad puesto que es muy pequeña (…) pero su tamaño está determinado por sus genes, de modo que la diferencia genética que hay entre nosotros y la bacteria es lo que determina que la fuerza de la gravedad sea relevante para nosotros".

Todo esto sirve para decir que, aunque la heredabilidad sea un concepto útil, no deja de ser una abstracción que depende por completo de los modelos estadísticos que utilizamos para definirla (con todos sus supuestos y prejuicios subyacentes).

En este sentido, incluso para un rasgo fuertemente heredable como la estatura, el medio ambiente puede cambiar de forma drástica los rasgos observados. Piénsese en el ejemplo ocurrido durante la guerra civil guatemalteca, en la que escuadrones de la muerte y paramilitares apoyados por Estados Unidos atacaron con extrema brutalidad la población rural indígena de Guatemala, dando como resultado una malnutrición generalizada. Muchos mayas huyeron a Estados Unidos para escapar de la violencia. Al comparar las estaturas de niños mayas de Guatemala y niños mayas de Estados Unidos de entre seis y doce años de edad, los investigadores hallaron que los estadounidenses eran 10,24 centímetros más altos que sus tocayos guatemaltecos, en gran parte debido a la nutrición y al acceso a la atención médica. En serio contraste con esto, el gen que se considera que más influye en la estatura, el gen del factor de crecimiento GDF5, se asocia con cambios en la estatura de sólo 0,3 a 0,7 centímetros, y esto solamente para individuos de ascendencia europea.

Esta influencia medioambiental tan significativa es algo muy común. Por ejemplo, la heredabilidad de la diabetes de tipo II, ajustada a la edad y al Índice de Masa Corporal (IMC), se considera que conllevaría una variabilidad de entre un 0,5% y un 0,75% (algo menos que en el caso de la estatura pero, como va dicho, estas cifras deben tomarse con muchas cautela). Actualmente, los GWAS llegan a explicar apenas un 6% de esta heredabilidad, sin loci (genes) que permitan predecir de forma concreta si un individuo desarrollará diabetes. A diferencia de la escasa fiabilidad de los factores genéticos, un IMC poco saludable –la simple medición del sobrepeso de una persona– aumenta las probabilidades de desarrollar diabetes casi ocho veces.

Lo mismo vale para el coeficiente de inteligencia (CI), que constituye un elemento básico para los estudios sobre "inteligencia". Dejando al margen por un momento la discusión acerca de la validez de los tests que miden el CI, los estudios muestran un largo y sostenido aumento en las puntuaciones de CI durante el siglo XX (el llamado efecto Flynn), revelando así la enorme importancia de la influencia entorno en comparación con la de la genética en la determinación del CI.

La esquizofrenia es otro ejemplo de esto. En su excelente blog Cross-Check, John Morgan analiza el gen CMYA5, que la prensa de difusión masiva ha publicitado como "gen de la esquizofrenia". Morgan señala que si usted es portador de este gen, el riesgo que tiene de desarrollar esquizofrenia aumenta entre un 0,07% y un 1,07%. En cambio, "si usted tiene un pariente de primer grado con esquizofrenia, como un hermano, tiene una probabilidad de un 10% de ser esquizofrénico, que es 100 veces mayor al riesgo añadido de tener el gen CMYA5". Este tipo de resultados no son episódicos. Toda el área de conocimiento está sumida en una seria preocupación acerca de la escasa capacidad predictiva de los GWAS (a menudo analizada en el contexto del problema de la "heredabilidad ausente").

La hoja de ruta del determinista genético

A pesar del limitado éxito de los GWAS, hay serias dudas de que los vientos que excitan las tesis del determinismo genético amainen en el futuro cercano. La principal razón radica en el ingente volumen de nuevos datos genéticos que se generan sin cesar. Este alud de datos es el sueño húmedo de los deterministas biológicos. Si alguien cree que estoy exagerando, vean la siguiente cita tomada de un estudio reciente sobre "la arquitectura genética de las preferencias económicas y políticas" publicado en PNAS, una revista científica de primer nivel. De forma en absoluto sorprendente, los SNPs que identifican "explican sólo una pequeña parte de la variancia total". Pero lejos de desanimarse, los autores concluyen el resumen de su trabajo con un comentario optimista:

"Estos resultados sugieren un mensaje de prudencia acerca de la posibilidad, el modo y el plazo en que los datos de la genética molecular puedan contribuir a –y potencialmente transformar– la investigación en ciencia social. Proponemos algunas respuestas constructivas a los desafíos inferenciales que nos plantea el escaso poder explicativo de los SNPs individuales".

La arrogancia desmedida habla por sí misma. La dificultad inherente al uso de los GWAS para explicar la estatura –un rasgo fácilmente medible y cuantificable– hace muy patente la absurdidad de sostener la necesidad de identificar las bases genéticas de rasgos mal definidos, temporalmente variables y de difícil cuantificación como la inteligencia, la agresividad o las preferencias políticas.

A pesar de eso, la hoja de ruta del determinista genético en la era genómica es clara: obténganse cantidades masivas de datos de secuencias genéticas. Hállese un rasgo mal definido (como la preferencia política). Hállese un gen que está estadísticamente sobrerrepresentado en la subpoblación que "posee" el rasgo. Declárese victoria. Ignórese el hecho de que los genes en realidad no explican la variancia fenotípica del rasgo. En lugar de eso, dígase que si se dispusiera de más datos las estadísticas darían en el blanco. A partir de aquí, generalícense estos resultados al plano de análisis agregado de las sociedades y sosténgase que explican las bases genéticas fundamentales del comportamiento humano. Redáctese una nota de prensa y espérese a que los medios de comunicación publiquen llamativas noticias. Repítase el proceso con otro conjunto de datos y con otro rasgo.

La importancia de las propiedades emergentes para entender los sistemas complejos

El determinismo biológico parece plausible precisamente porque ofrece la ilusión de que se basa en la observación científica. Ningún científico pone en duda el hecho de que los elementos constitutivos más básicos de un organismo están codificados en su material genético y que la evolución ha dado forma a esos genes mediante algún tipo de combinación de variabilidad y selección genéticas. Pero tratar de atribuir el comportamiento humano, ya sea comerse una bolsa entera de patatas fritas o declarar la guerra, a un conjunto de genes constituye un ejercicio claramente quijotesco.

Nigel Goldenfeld y Leo Kadanoff realizan una sensata exhortación en un bonito artículo en el que analizan sistemas complejos: "Hay que utilizar el nivel de descripción más adecuado para captar los fenómenos que son de nuestro interés. No tiene sentido realizar modelos de máquinas excavadoras con quarks". Aun cuando es cierto que todas las propiedades de una máquina excavadora son el producto de las partículas que la constituyen, como quarks y electrones, es inútil pensar acerca de las propiedades de una excavadora (forma, color, función) en términos de esas partículas. La forma y función de una máquina excavadora son propiedades emergentes del sistema en su conjunto. Del mismo modo que no pueden reducirse las propiedades de una excavadora a las de los quarks, tampoco pueden reducirse los complejos comportamientos y rasgos de un organismo a sus genes. Marx sostuvo lo mismo cuando dijo que "a partir de cierto punto, las diferencias meramente cuantitativas pasan a constituir cambios cualitativos".

Si las bases filosóficas y científicas de las tesis del determinista genético son tan problemáticas, ¿por qué un tipo de pensamiento tan desaliñado recibe la recompensa de artículos de primera plana en la sección científica del New York Times?

La instrumentalización neoliberal del determinismo biológico

Vivimos en una era en la que las grandes empresas obtienen beneficios sin precedentes, una pequeña elite acumula enormes cantidades de riqueza y la desigualdad alcanza niveles próximos a los de la Gilged Age. Las contradicciones existentes entre el capitalismo neoliberal y los impulsos democráticos se ponen en evidencia de forma incesante. Las demandas de igualdad de oportunidades que subyacen a buena parte del pensamiento liberal se tornan una farsa. La incongruencia entre lo que profesa el capitalismo y la cruda realidad del mismo es cada vez más evidente.

El atractivo del determinismo biológico radica en que ofrece explicaciones científicas plausibles para dar cuenta de las contradicciones civilizatorias engendradas por el capitalismo. Si la diabetes de tipo II se reduce a un problema genético (lo cual hasta cierto punto es cierto), entonces ya no tenemos que pensar acerca del aumento de la obesidad y de sus causas subyacentes, esto es: el monopolio empresarial privado del sector agroalimentario, la desigualdad en los ingresos de la ciudadanía y las diferencias de clase en relación a la calidad de los alimentos consumidos. Combínese esto con la prevalencia de la medicalización que está impulsando la industria farmacéutica para el tratamiento de todo tipo de enfermedades, y nadie deberá sorprenderse de que al final nos quedemos con la impresión de que los fenómenos sociales complejos pueden reducirse a un hecho científico simple.

Parafraseando al gran crítico literario Roberto Schwarz, el determinismo biológico es una ilusión socialmente necesaria bien fundada en la mera apariencia. A semejanza del arte y la literatura, la ciencia "se ha conformado históricamente y (…) refleja el proceso social al que debe su propia existencia". Los científicos heredan los prejuicios de las sociedades en las que viven y trabajan. En ningún otro lugar esto resulta más evidente que en la encarnación moderna del determinismo biológico con sus supuestos decididamente neoliberales acerca de los humanos y las sociedades.

La historia está plagada de ejemplos aterradores acerca del abuso de la genética (y de la teoría de la evolución) para justificar la dominación y la desigualdad: las justificaciones evolutivas de la esclavitud y el colonialismo, las explicaciones científicas de la violación y el patriarcado y las explicaciones genéticas de la superioridad inherente de la elite gobernante. Debemos trabajar sin descanso para asegurarnos de que la historia no vaya a repetirse en la era genómica.

Pankaj Mehta es un científico y profesor de la Universidad de Boston que trabaja en el estudio de la relación entre Física y Biología. Sus investigaciones se ocupan de la Biología de Sistemas, en particular de la teorización del vínculo entre los elementos moleculares individuales y los comportamientos colectivos a gran escala. Actualmente participa en el Programa Interdisciplinario de Bioinformática de la Universidad de Boston y en el Centro de Medicina Regenerativa de la misma universidad.

Traducción para www.sinpermiso.info de: Jordi Mundó
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segunda-feira, 3 de março de 2014

Sobre el trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la educación superior




Noam Chomsky · · · · · 

Lo que sigue es la traducción castellana de una transcripción editada en inglés de un conjunto de observaciones realizadas por Noam Chomsky vía Skype el pasado 4 de febrero para una reunión de afiliados y simpatizantes del sindicato universitario asociado a la Unión de Trabajadores del Acero (Adjunct Faculty Association of the United Steelworkers) en Pittsburgh, PA. Las manifestaciones del profesor Chomsky se produjeron en respuesta a preguntas de  Robin Clarke, Adam Davis, David Hoinski, Maria Somma, Robin J. Sowards, Matthew Ussia y Joshua Zelesnick. La transcripción escrita de las respuestas orales la realizó Robin J. Sowards y la edición y redacción corrió a cargo del propio Noam Chomsky. La traducción castellana del texto ingles la realizó para www.sinpermiso.info Mínima Estrella. 

Sobre la contratación temporal de profesores y la desaparición de la carrera académica
Eso es parte del modelo de negocio. Es lo mismo que la contratación de temporales en la industria o lo que los de Wall Mart llaman “asociados”, empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria o de desempleo, a fin de reducir costes laborales e incrementar el servilismo laboral. Cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo harto sistemáticamente durante la última generación como parte de un asalto neoliberal general a la población, su modelo de negocio entraña que lo que importa es la línea de base. Los propietarios efectivos son los fiduciarios (o la legislatura, en el caso de las universidades públicas de los estados federados), y lo que quieren mantener los costos bajos y asegurarse de que el personal laboral es dócil y obediente. Y en substancia, la formas de hacer eso son los temporales. Así como la contratación de trabajadores temporales se ha disparado en el período neoliberal, en la universidad estamos asistiendo al mismo fenómeno. La idea es dividir a la sociedad en dos grupos. A uno de los grupos se le llama a veces “plutonomía” (un palabro usado por Citibank cuando hacía publicidad entre sus inversores sobre la mejor forma de invertir fondos), el sector en la cúspide de una riqueza global pero concentrada sobre todo en sitios como los EEUU. El otro grupo, el resto de la población, es un “precariado”, gentes que viven una existencia precaria.

Esa idea asoma de vez en cuando de forma abierta. Así, por ejemplo, cuando Alan Greenspan testificó ante el Congreso en 1997 sobre las maravillas de la economía que estaba dirigiendo, dijo redondamente que una de las bases de su éxito económico era que estaba imponiendo lo que él mismo llamó “una mayor inseguridad en los trabajadores”. Si los trabajadores están más inseguros, eso es muy “sano” para la sociedad, porque si los trabajadores están inseguros, no exigirán aumentos salariales, no irán a la huelga, no reclamarán derechos sociales: servirán a sus amos tan donosa como pasivamente. Y eso es óptimo para la salud económica de las grandes empresas. En su día, a todo el mundo le pareció muy razonable el comentario de Greenspan, a juzgar por la falta de reacciones y los aplausos registrados. Bueno, pues transfieran eso a las universidades: ¿cómo conseguir una mayor “inseguridad” de los trabajadores? Esencialmente, no garantizándoles el empleo, manteniendo a la gente pendiente de un hilo que puede cortarse en cualquier momento, de manera que mejor que estén con la boca cerrada, acepten salarios ínfimos y hagan su trabajo; y si por ventura se les permite servir bajo tan miserables condiciones durante un año más, que se den con un canto en los dientes y no pidan más. Esa es la manera como se consiguen sociedades eficientes y sanas desde el punto de vista de las empresas. Y en la medida en que las universidades avanzan por la vía de un modelo de negocio empresarial, la precariedad es exactamente lo que se impone. Y más que veremos en lo venidero.

Ese es un aspecto, pero otros aspectos que resultan también harto familiares en la industria privada: señaladamente, el aumento de estratos administrativos y burocráticos. Si tienes que controlar la gente, tienes que disponer de una fuerza administrativa que lo haga. Así, en la industria norteamericana más que en cualquier otra parte, se acumula estrato ad administrativo tras estrato administrativo: una suerte de despilfarro económico, pero útil para el control y la dominación. Y lo mismo vale para las universidades. En los pasados 30 0 40 años se ha registrado un aumento drástico en la proporción del personal administrativo en relación el profesorado y los estudiantes de las facultades: profesorado y estudiantes han mantenido la proporción entre ellos, pero la proporción de administrativos se ha disparado. Un conocido sociólogo, Benjamin Ginsberg, ha escrito un muy buen libro titulado The Fall of the Faculty: The Rise of the All-Administrative University and Why It Matters (Oxford University Press, 2011), en el que se describe con detalle el estilo empresarial de administración y niveles burocráticos multiplicados. Ni que decir tiene, con administradores profesionales más que bien pagados: los decanos, por ejemplo, que antes solían miembros de la facultad que dejaban la labor docente para servir como gestores con la idea de reintegrarse a la facultad al cabo de unos años. Ahora son todos profesionales, que tienen que contratar a vicedecanos, secretarios, etc., etc., toda la proliferación de estructura que va con los administradores. Todo eso es otro aspecto del modelo empresarial.

Pero servirse de trabajo barato –y vulnerable— es una práctica de negocio que se remonta a los inicios mismos de la empresa privada, y los sindicatos nacieron respondiendo a eso. En las universidades, trabajo barato, vulnerable, significa ayudantes y estudiantes graduados. Los estudiantes graduados son todavía más vulnerables, huelga decirlo, La idea es transferir la instrucción a trabajadores precarios, lo que mejora la disciplina y el control, pero también permite la transferencia de fondos a otros fines muy distintos de la educación. Los costos, claro está, los pagan los estudiantes y las gentes que se ven arrastradas a esos puestos de trabajo vulnerables. Pero es un rasgo típico de una sociedad dirigida por la mentalidad empresarial transferir los costos a la gente. Los economistas cooperan tácitamente en eso. Así, por ejemplo, imaginen que descubren un error en su cuenta corriente y llaman al banco para tratar de enmendarlo. Bueno, ya saben ustedes lo que pasa. Usted les llama por teléfono, y le sale un contestador automático con un mensaje grabado que le dice: “Le queremos mucho, y ahí tiene un menú”. Tal vez le menú ofrecido contiene lo que usted busca, tal vez no. Si acierta a elegir la opción ofrecida correcta, lo que escucha a continuación es una musiquita, y de rato en rato una voz que le dice: “Por favor, no se retire, estamos encantados de servirle”, y así por el estilo. Al final, transcurrido un buen tiempo, una voz humana a la que poder plantearle una breve cuestión. A eso los economistas le llaman “eficiencia”. Con medidas económicas, ese sistema reduce los costos laborales del banco; huelga decir que le carga los costos a usted, y esos costos han de multiplicarse por el número de usuarios, que puede ser enorme: pero eso no cuenta como coste en el cálculo económico. Y si miran ustedes cómo funciona la sociedad, encuentran eso por doquiera. Del mismo modo, la universidad impone costos a los estudiantes y a un personal docente que, además e tenerlo apartado de la carrera académica, se le mantiene en una condición que garantiza un porvenir sin seguridad. Todo eso resulta perfectamente natural en los modelos de negocio empresariales. Es nefasto para la educación, pero su objetivo no es la educación.

 En efecto, si echamos una mirada más retrospectiva, la cosa se revela más profunda todavía. Cuando todo esto empezó, a comienzos de los 70, suscitaba mucha preocupación en todo el espectro político establecido el activismo de los 60, comúnmente conocidos como “la época de los líos”. Fue una “época de líos” porque el país se estaba civilizando [con las luchas por los derechos civiles], y eso siempre es peligroso. La gente se estaba politizando y se comprometía con la conquista de derechos para los grupos llamados “de intereses especiales”: las mujeres, los trabajadores, los campesinos, los jóvenes, los viejos, etc. Eso llevó a una grave reacción, conducida de forma prácticamente abierta. En el lado de la izquierda liberal del establishment, tenemos un libro llamado The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, compilado por Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki (New York University Press, 1975) y patrocinado por la Comisión Trilateral una organización de liberales internacionalistas. Casi toda la administración Carter se reclutó entre sus filas. Estaban preocupados por lo que ellos llamaban la “crisis de la democracia” y que no dimanaba de otra cosa del exceso de democracia. En los 60 la población –los “intereses especiales” mencionados— presionaba para conquistar derechos dentro de la arena política, lo que se traducía en demasiada presión sobre el Estado: no podía ser. Había un interés especial que dejaban de lado, y es a saber: el del sector granempresarial; porque sus intereses coinciden con el “interés nacional”. Se supone que el sector graempresarial controla al Estado, de modo que no hay ni que hablar de sus intereses. Pero los “intereses especiales” causaban problemas, y estos caballeros llegaron a la conclusión de que “tenemos que tener más moderación en la democracia”: el público tenía que volver a ser pasivo y regresar a la apatía. De particular preocupación les resultaban las escuelas y las universidades, que, decían, no cumplían bien su tarea de “adoctrinar a los jóvenes” convenientemente: el activismo estudiantil –el movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento feminista, los movimientos ambientalistas— probaba que los jóvenes no estaban correctamente adoctrinados.

Bien, ¿cómo adoctrinar a los jóvenes? Hay más de una forma. Una forma es cargarlos con deudas desesperadamente pesadas para sufragar sus estudios. La deuda es una trampa, especialmente la deuda estudiantil, que es enorme, mucho más grande que el volumen de  deuda acumulada en las tarjetas de crédito. Es una trampa para el resto de su vida porque las leyes están diseñadas para que no puedan salir de ella. Si, digamos, una empresa incurre en demasiada deuda, puede declararse en quiebra. Pero si los estudiantes suspenden pagos, nunca podrán conseguir una tarjeta de la seguridad social. Es una técnica de disciplinamiento. No digo yo que eso se hiciera así con tal propósito, pero desde luego tiene ese efecto. Y resulta harto difícil de defender en términos económicos. Miren ustedes un poco lo que pasa por el mundo: la educación superior es en casi todas partes gratuita. En los países con los mejores niveles educativos, Finlandia (que anda en cabeza), pongamos por caso, la educación superior es pública y gratuita. Y en un país rico y exitoso como Alemania es pública y gratuita. En México, un país pobre que, sin embargo, tiene niveles de educación muy decentes si atendemos a las dificultades económicas a las que se enfrenta, es pública y gratuita. Pero miren lo que pasa en los EEUU: si nos remontamos a los 40 y los 50, la educación superior se acercaba mucho a la gratuidad. La Ley GI ofreció educación superior gratuita a una gran cantidad de gente que jamás habría podido acceder a la universidad. Fue muy bueno para ellos y fue muy bueno para la economía y para la sociedad; fue parte de las causas que explican la elevada tasa de crecimiento económico. Incluso en las entidades privadas, la educación llegó a ser prácticamente gratuita. Yo, por ejemplo: entré en la facultad en 1945, en una universidad de la Ivy League, la Universidad de Pensilvania, y la matrícula costaba 100 dólares. Eso serían unos 800 dólares de hoy. Y era muy fácil acceder a una beca, de modo que podías vivir en casa, trabajar e ir a la facultad, sin que te costara nada. Lo que ahora ocurre es ultrajante. Tengo nietos en la universidad que tienen que pagar la matrícula y trabajar, y es casi imposible. Para los estudiantes, eso es una técnica disciplinaria.

Y otra técnica de adoctrinamiento es cortar el contacto de los estudiantes con el personal docente: clases grandes, profesores temporales que, sobrecargados de tareas, apenas pueden vivir con un salario de ayudantes. Y puesto que no tienes seguridad en el puesto de trabajo, no puedes construir una carrera, no puedes irte a otro sitio y conseguir más. Todas esas son técnicas de disciplinamiento, de adoctrinamiento y de control. Y es muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores fabriles han de ser disciplinados, han de ser obedientes; y se supone que no deben desempeñar ningún papel en, digamos, la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la planta de trabajo: eso es cosa de los ejecutivos. Esto se transfiere ahora a las universidades. Y yo creo que nadie que tenga algo de experiencia en la empresa privada y en la industria debería sorprenderse; así trabajan.

Sobre cómo debería ser la educación superior
Para empezar, deberíamos desechar toda idea de que alguna vez hubo una “edad de oro”. Las cosas eran distintas, y en ciertos sentidos, mejores en el pasado, pero distaban mucho de ser perfectas. Las universidades tradicionales eran, por ejemplo, extremadamente jerárquicas, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones. Una parte del activismo de los 60 consistió en el intento de democratizar las universidades, de incorporar, digamos, a representantes estudiantiles a las juntas de facultad, de animar al personal no docente a participar. Esos esfuerzos se hicieron por iniciativa de los estudiantes, y no dejaron de tener cierto éxito. La mayoría de universidades disfrutan ahora de algún grado de participación estudiantil en las decisiones de las facultades. Y yo creo que ese es el tipo de cosas que deberíamos ahora seguir promoviendo: una institución democrática en la que la gente que está en la institución, cualquiera que sea (profesores ordinarios, estudiantes, personal no docente) participan en la determinación de la naturaleza de la institución y de su funcionamiento; y lo mismo vale para las fábricas.

No son estas ideas de izquierda radical, por cierto. Proceden directamente del liberalismo clásico. Si leéis, por ejemplo, a John Stuart Mill, una figura capital de la tradición liberal clásica, verán que daba por descontado que los puestos de trabajo tenían que ser gestionados y controlados por la gente que trabajaba en ellos: eso es libertad y democracia (véase, por ejemplo, John Stuart Mill, Principles of Political Economy, book 4, ch. 7). Vemos las mismas ideas en los EEUU. En los Caballeros del Trabajo, pongamos por caso: uno de los objetivos declaradis de esta organización era “instituir organizaciones cooperativas que tiendan a superar el sistema salarial introduciendo un sistema industrial cooperativo” (véase la “Founding Ceremony” para las nuevas asociaciones locales). O piénsese en alguien como John Dewey, un filósofo social de la corriente principal del siglo XX, quien no sólo abogó por una educación encaminada a la independencia creativa, sino también por el control obrero en la industria, lo que él llamaba “democracia industrial”. Decía que hasta tanto las instituciones cruciales de la sociedad –producción, comercio, transporte, medios de comunicación— no estén bajo control democrático, la “política [será] la sombra proyectada en el conjunto de la sociedad por la gran empresa” (John Dewey, “The Need for a New Party” [1931]). Esta idea es casi elemental, y echa raíces profundas en la historia norteamericana y en el liberalismo clásico; debería constituir una suerte de segunda naturaleza de la gente, y debería valer igualmente para las universidades. Hay ciertas decisiones en una universidad donde no puedes querer transparencia democrática porque tienes que preservar la privacidad estudiantil, pongamos por caso, y hay varios tipos de asuntos sensibles, pero en el grueso de la actividad universitaria normal no hay razón para no considerar la participación directa como algo, no ya legítimo, sino útil. En mi departamento, por ejemplo, hemos tenido durante 40 años representantes estudiantiles que proporcionaban una valiosa ayuda con su participación en las reuniones de departamento. 

Sobre la “gobernanza compartida” y el control obrero
La universidad es probablemente la institución social que más se acerca en nuestra sociedad al control obrero democrático. Dentro de un departamento, por ejemplo, es bastante normal que al menos para los profesores ordinarios tenga capacidad para determinar una parte substancial de las tareas que conforman su trabajo: qué van a enseñar, cuando van a dar las clases, cuál será el programa. Y el grueso de las decisiones sobre el trabajo efectuado en la facultad caen en buena medida bajo el control del profesorado ordinario. Ahora, ni que decir tiene, hay un nivel administrativo superior al que no puedes ni eludir ni controlar. La facultad puede recomendar a alguien para ser profesor titular, pongamos por caso, y estrellarse contra el criterio de los decanos o del rector, o incluso de los patronos o de los legisladores. No es que ocurra muy a menudo, pero puede ocurrir y ocurre. Y eso es parte de la estructura de fondo que, aun cuando siempre ha existido, era un problema menor en los tiempos en que la administración salía elegida por la facultad y era en principio revocable por la facultad. En un sistema representativo, necesitas tener a alguien haciendo labores administrativas, pero tiene que poder ser revocable, sometido como está a la autoridad de las gentes a las que administra. Eso es cada vez menos verdad. Hay más y más administradores profesionales, estrato sobre estrato, con más y más posiciones cada vez más remotas del control de las facultades. Me referí antes a The Fall of the Faculty de Benjamin Ginsberg, un libro que entra en un montón de detalles sobre el funcionamiento de varias universidades a las que sometió a puntilloso escrutinio:  Johns Hopkins, Cornell y muchas otras.

El profesorado universitario ha venido siendo más y más reducido a la categoría de trabajadores temporales a los que se asegura una precaria existencia sin acceso a la carrera académica. Tengo conocidos que son, en efecto, lectores permanente; no han logrado el estatus de profesores ordinarios; tienen que concursar cada año para poder ser contratados otra vez. No deberían ocurrir estas cosas, no deberíamos permitirlo. Y en el caso de los ayudantes, la cosa se ha institucionalizado: no se les permite ser miembros del aparato de toma de decisiones y se les excluye de la seguridad en el puesto de trabajo, lo que no sirve sino para amplificar el problema. Yo creo que el personal no docente debería ser integrado también en la toma de decisiones, porque también forman parte de la universidad. Así que hay un montón que hacer, pero creo que se puede entender fácilmente por qué se desarrollan esas tendencias. Son parte de la imposición del modelo de negocios en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Esa es la ideología neoliberal bajo la que el grueso del mundo ha estado viviendo en los últimos 40 años. Es muy dañina para la gente, y ha habido resistencias a ella. Y es digno de mención el que al menos dos partes del mundo han logrado en cierta medida escapar de ella: el Este asiático, que nunca la aceptó realmente, y la América del Sur de los últimos 15 años.

Sobre la pretendida necesidad de “flexibilidad”
“Flexibilidad” es una palabra muy familiar para los trabajadores industriales. Parte de la llamada “reforma laboral” consiste en hacer más “flexible” el trabajo, en facilitar la contratación y el despido de la gente. También esto es un modo de asegurar la maximización del beneficio y el control. Se supone que la “flexibilidad” es una buena cosa, igual que la “mayor inseguridad de los trabajadores”. Dejando ahora de lado la industria, para la que vale lo mismo, en las universidades eso carece de toda justificación. Pongamos un caso en el que se registra submatriculación en algún sitio. No es un gran problema. Una de mis hijas enseña en una universidad; la otra noche me llamó y me contó que su carga lectiva cambiaba porque uno de los cursos ofrecidos había registrado menos matrículas de las previstas. De acuerdo, el mundo no se acabará, se limitaron a reestructurar el plan docente: enseñas otro curso, o una sección extra, o algo por el estilo. No hay que echar a la gente o hacer inseguro su puesto de trabajo a causa de la variación del número de matriculados en los cursos. Hay mil formas de ajustarse a esa variación. La idea de que el trabajo debe someterse a las condiciones de la “flexibilidad” no es sino otra técnica corriente de control y dominación. ¿Por qué no hablan de despedir a los administradores si no hay nada para ellos este semestre? O a los patronos: ¿para qué sirven? La situación es la misma para los altos ejecutivos de la industria; si el trabajo tiene que ser flexible, ¿por qué no la gestión ejecutiva? El grueso de los altos ejecutivos son harto inútiles y aun dañinos, así que ¡librémonos de ellos! Y así indefinidamente. Sólo para comentar noticias de estos últimos días, pongamos el caso de Jamie Dimon, el presidente del consejo de administración del banco JP Morgan Chase: acaba de recibir un substancial incremento en sus emolumentos, casi el doble de su paga habitual, en agradecimiento por haber salvado al banco de las acusaciones penales que habrían mandado a la cárcel a sus altos ejecutivos: todo quedó en multas por un monto de 20 mil millones de dólares por actividades delictivas probadas. Bien, podemos imaginar que librar de alguien así podría ser útil para la economía. Pero no se habla de eso cuando se habla de ”reforma laboral”. Se habla de gente trabajadora que tiene que sufrir, y tiene que sufrir por inseguridad, por no saber de donde sacarán el pan mañana: así se les disciplina y se les hace obedientes para que no cuestionen nada ni exijan sus derechos. Esa es la forma de operar de los sistemas tiránicos. Y el mundo de los negocios es un sistema tiránico. Cuando se impone a las universidades, te das cuenta de que refleja las mismas ideas. No debería ser un secreto.

Sobre el propósito de la educación
Se trata de debates que se retrotraen a la Ilustración, cuando se plantearon realmente las cuestiones de la educación superior y de la educación de masas, no sólo la educación para el clero y la aristocracia. Y hubo básicamente dos modelos en discusión en los siglos XVIII y XIX. Se discutieron con energía harto evocativa. Una imagen de la educación era la de un vaso que se llena, digamos, de agua. Es lo que ahora llamamos “enseñar para el examen”: viertes agua en el vaso y luego el vaso devuelve el agua. Pero es un vaso bastante agujereado, como todos hemos tenido ocasión de experimentar en la escuela: memorizas algo en lo que no tienes mucho interés para poder pasar un examen, y al cabo de una semana has olvidado de qué iba el curso. El modelo de vaso ahora se llama “ningún niño a la zaga”, “enseñar para el examen”, “carrera a la cumbre”, y cosas por el estilo en las distintas universidades. Los pensadores de la Ilustración se opusieron a ese modelo.

El otro modelo se describía como lanzar una cuerda por la que el estudiante pueda ir progresando a su manera y por propia iniciativa, tal vez sacudiendo la cuerda, tal vez decidiendo ir a otro sitio, tal vez planteando cuestiones. Lanzar la cuerda significa imponer cierto tipo de estructura. Así, un programa educativo, cualquiera que sea, un curso de física o de algo, no funciona como funciona cualquier otra cosa; tiene cierta estructura. Pero su objetivo consiste en que el estudiante adquiera la capacidad para inquirir, para crear, para innovar, para desafiar: eso es la educación. Un físico mundialmente célebre cuando, en sus cursos para primero de carrera, se le preguntaba “¿qué parte del programa cubriremos este semestre?”, contestaba: “no importa lo que cubramos, lo que importa es lo que descubráis vosotros”. Tenéis que ganar la capacidad y la autoconfianza en esta asignatura para desafiar y crear e innovar, y así aprenderéis; así haréis vuestro el material y seguir adelante. No es cosa de acumular una serie fijada de hechos que luego podáis soltar por escrito en un examen para olvidarlos al día siguiente.

Son dos modelos radicalmente distintos de educación. El ideal de la Ilustración era el segundo, y yo creo que el ideal al que deberíamos aspirar. En eso consiste la educación de verdad, desde el jardín de infancia hasta la universidad. Lo cierto es que hay programas de ese tipo para los jardines de infancia, y bastante buenos.

Sobre el amor a la docencia

Queremos, desde luego, gente, profesores y estudiantes, comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables, actividades que sean desafíos, que resulten apasionantes. Yo no creo que eso sea tan difícil. Hasta los niños pequeños son creativos, inquisitivos, quieren saber cosas, quieren entenderlas, y a no ser que te saquen eso a la fuerza de la cabeza, el anhelo perdura de por vida. Si tienes oportunidades para desarrollar esos compromisos y preocuparte por esas cosas, son las más satisfactorias de la vida. Y eso vale lo mismo para el investigador en física que para el carpintero; toenes que intentar crear algo valioso, lidiar con problemas difíciles y resolverlos. Yo creo que que eso es lo que hace del trabajo el tipo de actividad que quieres hacer; y la haces aun cuando no estés obligado a hacerla. En una universidad que funcione razonablemente, encontrarás gente que trabaja todo el tiempo porque les gusta lo que hacen; es lo que quieren hacer; se les ha dado la oportunidad, tienen los recursos, se les ha animado a ser libres e independientes y creativos: ¿qué mejor que eso? Y eso también puede hacerse en cualquier nivel.

Vale la pena reflexionar un poco sobre algunos de los programas educativos imaginativos y creativos que se desarrollan en los distintos niveles. Así, por ejemplo, el otro día alguien me contaba de un programa que usa en las facultades, un programa de ciencia en el que se plantea a los estudiantes una interesante cuestión: “¿Cómo puede ser que un mosquito vuela bajo la lluvia?” Difícil cuestión, cuando se piensa un poco en ella. Si algo impactara en un ser humano con la fuerza de una gota de agua que alcanza a un mosquito, lo abatiría inmediatamente. ¿Cómo puede, pues, el mosquito evitar el aplastamiento inmediato? ¿Cómo puede seguir volando? Si quieres seguir dándole vueltas a este asunto –dificilísimo asunto—, tienes que hacer incursiones en las matemáticas, en la física y en la biología y plantearte cuestiones lo suficientemente difíciles como para verlas como un desafío que despierta la necesidad de responderlas.

Eso es lo que debería ser la educación en todos los niveles, desde el jardín de infancia. Hay programas para jardines de infancia en los que se da a cada niño, por ejemplo, una colección de pequeñas piezas: guijarros, conchas, semillas y cosas por el estilo. Se propone entonces a la clase la tarea de descubrir cuáles son las semillas. Empieza con lo que llaman una “conferencia científica”: los nenes hablan entre sí y tratan de imaginarse cuáles son semillas. Y, claro, hay algún maestro que orienta, pero la idea es dejar que los niños vayan pensando. Luego de un rato, intentan varios experimentos tendentes a averiguar cuáles son las semillas. Se le da a cada niño una lupa y, con ayuda del maestro, rompe una semilla y mira dentro y encuentra el embrión que hace crecer a la semilla. Esos niños aprenden realmente algo: no sólo algo sobre las semillas y sobre lo que las hace crecer; también aprenden algo sobre los procesos de descubrimiento. Aprenden a gozar con el descubrimiento y la creación, y eso es lo que te permitirá comportarte de manera independiente fuera del aula, fuera del curso.

Lo mismo vale para toda la educación, hasta la universidad. En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tu digas; lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas desafiantes, que abran caminos que no habían sido pensados antes. Eso es lo que es la educación en todos los niveles. No consiste en instilar información en la cabeza de alguien que luego la recitará, sino que consiste en capacitar a la gente para que lleguen a ser personas creativas e independientes y puedan encontrar gusto en el descubrimiento y la creación y la creatividad a cualquier nivel o en cualesquiera dominios a los que les lleven sus intereses.

Sobre el uso de la retórica empresarial contra el asalto empresarial a la universidad
Eso es como plantearse la tarea de justificar ante el propietario de esclavos que nadie debería ser esclavo. Estáis aquí en un nivel de la indagación moral en el que resulta harto difícil encontrar respuestas. Somos seres humanos con derechos humanos. Es bueno para el individuo, es bueno para la sociedad y hasta es bueno para la economía en sentido estrecho el que la gente sea creativa e independiente y libre. Todo el mundo sale ganando de que la gente sea capaz de participar, de controlar sus destinos, de trabajar con otros: puede que eso no maximice los beneficios ni la dominación, pero ¿por qué tendríamos que preocuparnos de esos valores?

Un consejo a las organizaciones sindicales de los profesores precarios
Ya sabéis mejor que yo lo que hay que hacer, el tipo de problemas a los que os enfrentáis. Seguid adelante y haced lo que tengáis que hacer. No os dejéis intimidar, no os amedrentéis, y reconoced que el futuro puede estar en nuestras manos si queremos que lo esté.

Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel de Puñoenrostro

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http://www.counterpunch.org/2014/02/28/on-academic-labor/27